Observatorio de salud femenina
Crecimiento del número de casos de ITS en mujeres entre 2012 y 2019
Algunas pican, otras duelen y otras tantas son silenciosas. Las ITS tienen diferentes formas de expresarse en el cuerpo de las mujeres. Por eso, Paula tardó un tiempo en acudir al médico. "Tenía cistitis, pero me pareció normal", confiesa. Ella fue una de las 2.529 mujeres diagnosticadas con clamidia durante el año 2019. Una cifra que, según los datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII),no para de crecer.
En total, durante el año previo a la pandemia los Sistemas de Vigilancia Epidemiológica de las comunidades autónomas notificaron 14.676 casos de ITS, la cifra más alta de todo el periodo. Un 1073% más que en el año 2012. Según los expertos, varios factores explican este crecimiento: la mejora de los sistemas de vigilancia de las comunidades autónomas, una falsa sensación de seguridad en la población sexualmente activa y un incremento exponencial de las prácticas sexuales de riesgo.
Los sistemas de vigilancia autonómicos recogen información de tan solo 7 infecciones de transmisión sexual consideradas enfermedades de declaración obligatoria (EDO): chlamydia, gonococia, sífilis, hepatitis b y c, linfogranuloma venéreo y VIH/SIDA.
Fuera de esta lista quedan otras muchas infecciones que afectan a un amplio espectro de la población femenina, como el VPH, el herpes vaginal o las ladillas. "Es inútil notificar el contagio de infecciones que sabemos que contrae un 90% de la población", afirma en referencia al VPH la doctora Silvia de San José, investigadora asociada en Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal). Pero a pesar de que resulta imposible conocer el número real de ITS diagnosticadas cada año en España, los científicos son unánimes en sus estimaciones: existe una tendencia al alza.
No hay estudios recientes sobre hábitos sexuales con efoque inclusivo
Conscientes de las limitaciones del concepto "mujer" dentro del esquema binario integrado en la clasificación clínica, completamos el informe con una encuesta propia.
Por suerte, la mayoría de las patologías tienen una fácil solución - medicación y abstinencia durante algunas semanas-. En cambio, algunas infecciones se agravan debido a retrasos en los diagnósticos, a veces causados por el profundo desconocimiento sobre las ITS y sus síntomas. A día de hoy, un 70,26% de las encuestadas reconoce haber recibido una educación sexual deficiente, según los resultados de la encuesta elaborada por BLOOM y Sondea.
Prevalencia del VPH:
de las mujeres en España
casos de VHS genital en 2019
nuevos casos de ITS registrados en las mujeres españolas
de las mujeres reconocen que su educación sexual ha sido deficiente
Los nuevos casos de ITS se extienden de forma irregular por el territorio, concentrándose en grandes núcleos poblacionales, territorios urbanos y zonas de mayor tránsito poblacional. La relación es sencilla. "Donde hay más personas y más movimiento de población, hay más ITS", explica Tomás López, epidemiólogo del ISCIII.
Hasta donde se ha obtenido información, son las áreas sanitarias más pobladas y urbanas las que más casos recogen de ITS. Además, algunas de estas forman parte del catálogo de los destinos vacacionales preferidos de los turistas. Así ocurre en Barcelona (Cataluña), Sevilla y la Costa del Sol (Andalucía) o Gran Canarias y Tenerife (Canarias). Tanto Cataluña como Andalucía son, además, dos de las comunidades autónomas que más casos de ITS diagnosticaron en 2019, concentrando el 58% y el 6% de las ITS notificadas en 2019.
Sin embargo, esto no significa que las ITS sean estacionales. "No hay más circulación de las bacterias en un momento determinado del año, como ocurre con la gripe", matiza Asunción Díaz, epidemióloga del ISCIII. En cambio, "durante verano o las vacaciones, cuando hay más movimiento de la población, también podrían darse cambios en las conductas sexuales".
De hecho, el 26,09% de las mujeres diagnosticadas con una ITS en algún momento de su vida, considera que es bastante probable que se contagiara durante las vacaciones.
Cataluña fue en 2019 la región española que más turistas recibió, más de 25 millones de personas según el INE, pero también fue la que notificó los datos anuales más altos de casos de clamidia, gonorrea, linfogranuloma venéreo, sífilis y VIH.
La mayor parte del turismo de Cataluña se concentró en Barcelona, provincia que atrajo al 55% de los turistas que visitaron la región y que concentró el 84% de los nuevos diagnósticos de ITS.
Por otro lado, Girona, Tarragona y Lleida detectaron 794, 489 y 199 casos respectivamente, confirmándose así en todas las provincias que a mayor número de turistas se notificaron más casos de ITS.
Cataluña se divide en siete regiones sanitarias con diferencias en la cantidad de ITS detectadas. La región sanitaria de Barcelona concentra la mayor parte de los casos de clamidia, gonorrea, linfogranuloma venéreo, sífilis y VIH, un total de 7.102 diagnósticos.
Girona es la segunda región con más casos, 877, y en el lado opuesto se encuentra la región sanitaria de Alt Pirineu i Aran, que solo cuenta con 15.
Andalucía es el segundo destino turístico de referencia, con algo más de 24 millones de turistas en 2019. De acuerdo con los datos obtenidos por el Observatorio, sus provincias más turísticas son también las que más casos de ITS notifican en lo que respecta a infecciones de clamidia, gonorrea, sífilis y VIH.
Málaga y Sevilla recibieron al 49% de los turistas en Andalucía en 2019 y entre las dos sumaron el 64,78% de los casos anuales de ITS de la comunidad autónoma.
Cádiz y Granada, las siguientes provincias más turísticas, notificaron 106 y 102 casos respectivamente. El resto de provincias se mantuvo por debajo de los 100 casos, siendo Jaén la que presentó menos.
En Andalucía encontramos que de las 33 áreas sanitarias en las que se divide el territorio, la de Sevilla y sus alrededores; la de Málaga, la de Granada y la de Costa del Sol; son las que más casos de ITS notificaron: 198, 48, 40 y 36, respectivamente.
El resto de áreas sanitarias correspondientes a otras capitales de provincia apenas registran ITS. Este es el caso de las áreas sanitarias de Córdoba (5); Jaén (2); Huelva-Costa (2) y Almería (1).
Conforme avanzan en edad, las mujeres registran un menor número de ITS, pero también un cambio en la tendencia, con un leve descenso de los casos de clamidia y un aumento de los diagnósticos de gonorrea y sífilis.
El alto impacto en la población joven tiene que ver con un creciente número de parejas sexuales en la veintena y un aumento de las conductas sexuales de riesgo. Por ejemplo, un 11,13% de las mujeres de entre 18 y 65 años desconocían algunas ITS pueden transmitirse mediante sexo oral, un porcentaje que aumenta con la edad. "Hay mucha desinformación", critica Noelia Navas, a quien detectaron una lesión precancerosa por VPH en 2020. "Tenemos que hablar más sobre este tipo de cosas porque sigue siendo un tema tabú".
Expertos y estudios apuntan al descenso del uso del preservativo, pero la encuesta realizada por Bloom a una muestra de mujeres con representatividad, aporta nuevos datos.
El tercer "método anticonceptivo" más usado es la llamada marcha atrás: el 26,3% de las encuestadas han recurrido a ella al menos una vez y el 9,5% lo hace habitualmente. Los métodos de barrera quedan relegados predominantemente para la penetración vaginal (68%). En el resto de prácticas, su uso es minoritario: el 76% de las encuestadas no los usa para el sexo anal y el 80% tampoco utiliza ningún método barrera durante el sexo oral o la masturbación mutua.
Pero las ITS no son ajenas: el 27% afirma haber tenido una ITS alguna vez y el 58,7% cree que podría haberla contraído con una pareja habitual.
El sistema inmunitario de la mayoría de ellas, resolverá la infección espontáneamente y sólo entre un 3 y un 10% de las mujeres con VPH desarrollarán una infección permanente que podría derivar en lesiones precancerosas. Los primeros síntomas comenzarán a desarrollarse a partir de los 5 años del contagio y será necesaria alrededor de una década para que se desarrolle un cáncer de cuello uterino.
Este panorama podría cambiar gracias a la vacunación de niñas, financiada por el Estado para niñas de entre 11 y 14 años desde el año 2009. Desde entonces, cada año se ha vacunado entre el 70% y el 80% de la población diana, según los datos del Ministerio de Sanidad.
de las mujeres está en riesgo de contagio de VPH
El sistema inmunitario de la mayoría de ellas, resolverá la infección espontáneamente y sólo entre un 3 y un 10% de las mujeres con VPH desarrollarán una infección permanente que podría derivar en lesiones precancerosas. Los primeros síntomas comenzarán a desarrollarse a partir de los 5 años del contagio y será necesaria alrededor de una década para que se desarrolle un cáncer de cuello uterino.
Este panorama podría cambiar gracias a la vacunación de niñas, financiada por el Estado para niñas de entre 11 y 14 años desde el año 2009. Desde entonces, cada año se ha vacunado entre el 70% y el 80% de la población diana, según los datos del Ministerio de Sanidad.
"Las primeras chicas que se vacunaron tienen ahora 25 años, por lo que es pronto para conocer el impacto en las mujeres españolas, aunque los estudios realizados en otros países europeos muestran una reducción de la incidencia del cáncer en mujeres vacunadas", explica la doctora María Brotons del Institut Catalá d’Oncologia (ICO).
El primer estudio poblacional en Suecia demostró una reducción del 86% en los casos de cáncer de cuello uterino en mujeres hasta los 30 años de edad vacunadas antes de los 17. En Dinamarca, un estudio similar mostraba un descenso de la incidencia del mismo tipo de cáncer del 86%. "Hay motivos para ser positivos", asegura Brotons.
Noelia supo que algo no iba bien cuando llevaba unas semanas notándose rara. "Tenía el flujo raro, las reglas me dolían muchísimo y cada vez más…", recuerda. Ya se había hecho pruebas de ITS antes, pero nunca había dado positivo en ninguna. Decidió acudir a ver a su doctora de cabecera, que le mandó realizarse una citología.
Sin embargo, cuando llegó a la consulta, su experiencia fue poco agradable. "El doctor me dijo que no me podía hacer la citología porque me había hecho otra con menos de dos años de diferencia, pero esto era algo muy concreto. Yo me enfadé mucho porque realmente tenía que hacérmela y él se negó". Finalmente, tras poner una hoja de reclamaciones, pudo hacerse la prueba con otro doctor a través del Programa de cribado de cáncer de cérvix de la Junta de Andalucía.
Una semana después acudió a recoger sus resultados. "Tienes precáncer", dijo su doctora. Noelia, tenía una lesión de alto grado en el cérvix causada por el Virus del Papiloma Humano (VPH) -la fase previa al cáncer de cuello uterino-. "Me lo dijo sin ningún tipo de tacto, como quitándole hierro al asunto. Yo realmente necesitaba que se le diera importancia a lo que estaba pasando".
Lee el resto de la historia en nuestro informeHace cuatro años Lucía tuvo un herpes vaginal, aunque en un primer momento no pensó que se tratara de una ITS. "Pensaba que tenía que ver con una patología que tengo, que se llama bartolinitis, cuando ciertas glándulas en la vagina se llenan de fluido y hay que drenarlas", explica. "La primera sensación era como de una infección de orina que se agrava". Sus remedios habituales no funcionaban y los síntomas empeoraban, así que decidió acudir a urgencias. "Tardé en ir por la despatologización que hacemos las mujeres de nuestra salud. Cuando vas al ginecólogo siempre te dicen que todo es normal", cuenta.
En consulta, Lucía sintió que el ginecólogo no era claro con el diagnóstico. "Me dijo que era herpes vaginal y yo le pregunté que cómo había pasado. Le dio muchos rodeos al tema, tratando de decir que era una ITS, pero como si fuera una cosa muy delicada", recuerda. "Me sentí juzgada porque cuando se va de puntillas alrededor de algo, piensas que está mal. Tratándose de una patología debería haber sido más transparente". Para llevar a cabo su tratamiento, Lucía tuvo que comprar unos antibióticos orales que le costaron 60 euros. "Si tienes seguridad cuesta 30, pero parece que se lo trata quien se lo pueda permitir".
Lee el resto de la historia en nuestro informeElena (pseudónimo) supo que podía tener clamidia cuando su pareja sexual se lo comunicó. "Yo me había hecho las pruebas antes de tener relaciones sexuales y él hacía poco, así que la probabilidad era pequeña, pero dio positivo después de hacerse una prueba". Ella no llegó a tener sintomatología de la infección, ya que por suerte fue diagnosticada a las pocas semanas de contraerla.
Para la prueba, Elena decidió ir a ver a una ginecóloga particular. Describe su experiencia en consulta como sorprendentemente buena. "Me pidió examen de todo, análisis y control ordinario… en ningún momento tuvo un tono moralista o reprobador de nada o me preguntó que por qué lo había contraído", recuerda. "Me sorprendió porque ya me había realizado pruebas de ITS de forma rutinaria, donde he tenido que expresar que tenía prácticas de riesgo en las que presuponían que mis parejas eran hombres. En este caso, no me preguntó el género de mi pareja ni qué tipo de relaciones mantenía".
A lo largo de su tratamiento, Elena se sintió informada y acompañada. "Me explicaron bien qué pruebas me harían, para qué servía cada cosa, me dieron día y todo para explicarme los resultados y el tratamiento".
Lee el resto de la historia en nuestro informeSu diagnóstico se remonta a marzo de 2020, momento en el que su pareja también era seropositiva, pero lo desconocía. "Yo me puse enferma, con síntomas que, en la fase de infección del VIH, son de una gripe fuerte. Como coincidió con el COVID nos hacíamos tests pero daban negativo", recuerda. "Después nos dijeron que éramos seropositivas. [...] Los médicos no nos trataban y menos hacían pruebas de VIH porque tienen sesgos: nunca piensan que puede ser eso y menos siendo queer. Yo estaba en shock: como mujer lesbiana nunca me habían dicho que podía contraer el VIH".
Irene empezó su tratamiento y decidió mantenerlo en secreto durante un año. [...] "En mi familia a alguna gente le ha costado aceptarlo porque tienen el imaginario de los años 80 y 90". Tras un mes de tratamiento, Irene era indetectable.
Muchas cosas han cambiado en su vida después del diagnóstico de VIH. Por un lado, desarrolló artritis a raíz de la infección y, por otro, percibió la diferencia de trato en su vida social. "Hay una gran serofobia entre mujeres lesbianas y queer. Pasé de ser sexualmente activa a tener dos parejas sexuales en un año. Toda esa serofobia viene de la falta de información, porque si eres indetectable no lo puedes transmitir".
Lee el resto de la historia en nuestro informeÁngela (pseudónimo) notó que su cuerpo empezó a dar señales de que podía haber contraído una ITS. "Noté cambios en mi flujo vaginal, que se volvió amarillo verdoso. Después vi que estaba expulsando sangre durante la micción y eso me preocupó aún más porque era consciente de que había mantenido relaciones sexuales de riesgo, es decir, sin protección, y empecé a temer lo peor".
[...] La espera hasta el momento del diagnóstico fue dura. "Todo ese fin de semana me lo pasé acojonada, no se lo había contado a nadie porque en ese momento no tenía pareja estable, no quería preocupar a mis familiares y a mis amigos supongo que fue más por vergüenza que por otra cosa", recuerda. Ese mismo lunes le diagnosticaron gonorrea y clamidia.
"Lo primero que sentí fue miedo, por el desconocimiento de lo que podía pasarme y las consecuencias que podía tener. Sentí vergüenza, pero lo peor fue la culpa, el sentirme una inconsciente y una irresponsable". [...] Al pasar con la enfermera, me eché a llorar. Yo no paraba de repetir que ‘a quien se lo habría pegado’. Ella me aconsejó que no debía cargar con esa culpa yo sola, que avisase con naturalidad a quien debiese y sin echarme la culpa a mí".
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