Cesárea vs. parto vaginal: ¿elegir es un derecho de la madre?
Una sentencia pionera ha reconocido que una mujer es libre de decidir cómo será su parto y que su criterio debe prevalecer a la hora de escoger entre un parto vaginal o una cesárea. Te contamos más
Una sentencia pionera del juzgado de Las Palmas de Gran Canaria acaba de reconocer que la decisión final entre parto natural y cesárea debe ser de la madre y no del equipo médico. Esta sentencia supone claramente un antes y un después en la manera de proceder en los paritorios. En BLOOM hemos querido poner una vez más el foco en la complejidad de esta asunto (y de esa decisión, igual que otras veces hemos puesto el foco en la gestación subrogada en Colombia o en el llamado punto para el marido) y, para ello, hemos contado con la ayuda de la matrona Laura Cámara, enfermera especialista en ginecología y obstetricia y experta en salud sexual.
Cesárea o parto vaginal, ¿una decisión de la madre?
Un juez de Las Palmas de Gran Canaria ha firmado una sentencia pionera en España en la que se reconoce que una mujer debe ser libre de decidir voluntariamente si su parto tiene que ser vaginal o mediante cesárea.
En el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, una madre debía dar a luz a sus bebés gemelos. El equipo médico tomó la decisión de que el parto fuera por vía vaginal y las consecuencias fueron fatales, porque, tras un parto que se prolongó hasta 17 horas, uno de los bebés nació con lesiones cerebrales que serán irreversibles.
La madre que ha denunciado el caso asegura que nunca se le informó correctamente de los riesgos y las consecuencias que el parto natural podía traer para ella y sus hijos y que tampoco fue informada de la posibilidad de que se le practicara una cesárea en ese momento y de que habría podido tener otro tipo de parto.
El juez ha reconocido en este caso un acto de violencia obstétrica y ha fallado que, efectivamente, debía haber prevalecido el derecho de la madre a decidir entre cesárea o parto natural, y que esa mujer no fue debidamente informada «de las circunstancias en las que se desarrollaba su parto ni de las ventajas o desventajas, peligros y riesgos del parto natural frente a la cesárea a fin de que la misma, correctamente informada, bajo su responsabilidad, pudiera decantarse por una u otra posibilidad. Durante la gestación, antes de dar a luz, cuando empezó el proceso, a lo largo del mismo y hasta el momento último de parir», indica la sentencia.
Además, la madre tiene derecho a una indemnización de un millón de euros por la mala praxis en el parto que tendrá que pagar la sanidad canaria.
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¿Por qué esta sentencia puede marcar un antes y un después en la forma de proceder en los partos?
Desde hace mucho tiempo, en todos los partos debe existir un consentimiento informado y una explicación, por parte del equipo médico a la madre, de las opciones terapéuticas en el que deben exponerse pros y contras, beneficios y riesgos de cualquiera de las opciones.
Cuando se acerca el parto y, una vez que la madre está debidamente informada y ha tomado su decisión, el paso siguiente es elaborar un plan de parto, un documento en el que sus preferencias quedan plasmadas por escrito. El equipo médico está obligado a contemplar el plan de parto y a tenerlo en cuenta y respetarlo en la medida de lo posible, siempre y cuando no ponga en peligro a la madre o al bebé si el parto se complica o si la salud de la madre o del feto en el momento del parto lo requiere.
La profesionalidad, la pericia y la experiencia de los médicos es fundamental a la hora de tomar la decisión de practicar una cesárea porque no es inusual que un parto se complique y haya que actuar rápido. La buena praxis es lo habitual y la colaboración entre especialistas sanitarios y la madre en el momento del parto cada vez más común en los paritorios. Pero lo cierto es que, aun así, sigue habiendo casos en los que la madre queda en un segundo plano, ajena al curso de su proceso de parto, y desinformada de los riesgos y los beneficios del parto vaginal frente a la cesárea, como en el caso que nos ocupa.
Como explica la matrona Laura Cámara, esta sentencia supone un antes y un después porque determina que sí o sí debe ser la mujer la que tiene la última palabra en su parto.
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Salvo en circunstancias particulares y en complicaciones puntuales, los partos naturales son más recomendables que las cesáreas, porque son más fisiológicos y nuestro organismo y el del feto responden mejor a ellos. Ahora bien, y aunque la decisión por parte de la paciente tenga lugar, como explica Laura Cámara, la elección entre cesárea programada y parto natural no debe tomarse nunca en caliente, ni por parte del equipo médico ni por parte de la madre, a no ser que exista un riesgo inminente para la vida de la madre o el bebé. “Por ejemplo, en el caso de que haya un desprendimiento de placenta, en el que sabemos que en cuestión de minutos el bebé puede morir, se hace una cesárea urgente”, aclara.
A partir de esta sentencia, el criterio de la madre prevalece sobre el del equipo médico y esto puede traer consigo un aumento de cesáreas programadas. En algunos casos, las decisiones pueden ser acertadas, pero el problema es que se decida optar por una cesárea solo como recurso fácil y rápido, porque la cesárea tiene riesgos, como asegura la matrona:
“Cuando un parto va bien, las cosas son fáciles. Pero cuando un parto se alarga y se complica, a veces las decisiones son muy difíciles. Lo que reivindica esta sentencia es que, aun cuando las cosas se pongan difíciles, la paciente tiene derecho a conocer las opciones”.
Y es que lo verdaderamente relevante de esta sentencia es que se reconoce que la mujer tiene derecho a recibir información de los pros y contras, y de los riesgos en todo momento.
¿Por qué algunas mujeres prefieren una cesárea a un parto vaginal?
La información profesional y la opinión del equipo médico en cada caso deberían ser la base sobre las que se tomen las decisiones concernientes al parto, pero lo cierto es que, inevitablemente, hay muchos factores que influyen en la madre a la hora de decidir, como los consejos del entorno, las ideas preconcebidas o la información no contrastada al respecto.
“La cesárea se percibe, en muchas ocasiones, como una intervención fácil, ligera, y que (efectivamente) se practica con frecuencia. Y, por ello, se puede caer en el error de pensar que está exenta de riesgos. Sin embargo, una cesárea es una intervención quirúrgica mayor, en la que, obviamente, hay riesgos inherentes a la cirugía. Cuando una persona elige entre parto vaginal o cesárea, debe hacerlo con toda la información necesaria en la mano. Cada caso es único y es muy importante valorar cada detalle de salud de la madre y del bebé antes de tomar la decisión correcta”, nos comenta Laura Cámara.
Independientemente de las recomendaciones particulares, cada vez más mujeres tienen claro que no quieren pasar por un proceso de parto vaginal y prefieren que se les practique una cesárea para traer a su bebé al mundo. Pero, ¿por qué?
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Planificación y orden
Evidentemente, el parto vaginal es mucho más impredecible que una cesárea programada.
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Seguridad
La cesárea es una operación quirúrgica de la que conocemos el paso a paso, pero un parto natural puede desencadenarse y desarrollarse de diferentes maneras. Algunas mujeres se sienten más seguras ante una cesárea porque pueden controlar mejor la situación.
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Miedo al dolor
A muchas madres les asusta enfrentarse a las contracciones y al dolor del parto.
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Malas experiencias
Experiencias traumáticas propias o del entorno cercano pueden llevar a una mujer a rechazar los partos vaginales.
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Motivos médicos
En algunos casos, el parto vaginal puede suponer un riesgo para la salud de la madre o del bebé. Sí es así, será el equipo médico el que recomiende una cesárea programada.