Viajar sola: una experiencia que merece la pena vivir al menos una vez en la vida
Más allá del manido “encontrarse a una misma”, es una oportunidad para ser la protagonista de tu propia historia
Decidir hacer un viaje en solitario es parecido a tomar la decisión de saltar al vacío con la certeza de que al otro hay una red, aunque invisible, que te sostendrá. La mayoría de las personas sentimos miedo, claro. Por un lado, no soportamos la idea de estar tanto tiempo con nosotras mismas; por otro, quizá nos sintamos “juzgadas” (“¿por qué está sola?” es el pensamiento intrusivo que resuena).
En nuestro caso, el de las mujeres, además tenemos que lidiar con el temor añadido de “¿y si me pasa algo?” que mucha gente a tu alrededor se encargará de afianzar cuando comuniques la decisión de hacer un viaje en solitario. Lo sé porque a mí me ha pasado. No me arrepiento de haber sido valiente y haberlo hecho igualmente. Es una forma de viajar diferente, ni mejor ni peor, que, además de abrirte la puerta a paisajes o escenarios desconocidos, puede hacer que haga que te escuches un poquito más.
Por qué viajar sola
Puede que la idea de viajar sola haya rondado a veces tu cabeza o puede que nunca te lo hayas planteado porque sientes que “no lo has necesitado”. En mi caso me lo planteé casi como un reto. Había una vocecilla interior que me animaba a hacerlo, y otra -llamada miedo- que me planteaba mil preguntas en contra: ¿sería capaz de organizarlo todo por mí misma? ¿Y de disfrutar cada momento? ¿Me agobiaría pasar tanto tiempo sola? Decidí entonces que quería intentarlo y busqué toda la información necesaria para ir a hacer un trocito del Camino de Santiago (el que va por el norte) yo sola. Se sumaba, además, el desafío físico. Sí, tenía miedo, pero también muchas ganas. Y fue genial. Tanto que no solo repetí, sino que me planteo seguir haciéndolo anualmente.
Viajar sola puede ser una especie de rito de iniciación para muchas mujeres en busca de autoconocimiento y libertad. No necesitas vivir un drama a lo ‘Come reza ama’ para sentir que ha llegado el momento de hacer un viaje sin nadie más que tu propia compañía.
Haciendo el Camino, el tiempo se detiene. El foco se sitúa en dar un paso tras otro, seguir las indicaciones, admirar el paisaje. Cada tarde-noche el hecho de llegar al albergue es una pequeña meta que se premia con una ducha reconstituyente, algo de cena y, quizá, compartir experiencias con otros peregrinos. Es como meterse en una pequeña burbuja que deja el mundo fuera.
No sé si a ti te pasa, pero yo a menudo siento que el mundo es muy demandante. Hay tanto ruido exterior que nuestra voz interior puede silenciarse fácilmente. Escucharse es un acto duro, a veces doloroso, pero, a mi modo de ver, necesario. No es que haya tenido revelaciones muy fuertes viajando sola, pero sí he dado un espacio a mi mente para ordenarse, conectar con lo que quiero, con lo que no quiero. Es como, de alguna manera, pulsar el botón de pausa.
Sea cual sea el motivo, viajar sola es ser la dueña absoluta de tu tiempo y tus decisiones. Lo sé por mi propia experiencia, pero también por la de otras amigas que han emprendido sus propias aventuras en solitario. Todas coincidimos en que es agradable sentir que no hay itinerarios ni compromisos que nos limiten, y que es muy placentero sentir que realmente puedes dejarte llevar por lo que más te apetezca hacer sin dar más explicaciones ni llegar a acuerdos con nadie.
5 ventajas de viajar sola
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Autoconocimiento
Encontrarse sola en un lugar desconocido, alejado de las distracciones diarias y sin la influencia del entorno hace que te enfrentes a tus propios pensamientos y dejes que afloren tus miedos y deseos más genuinos. Quizá no descubres cuál es el sentido de la vida -es recomendable bajar las expectativas en cuanto a las revelaciones personales-, pero sí te ayudará a descubrir aspectos de ti misma que a lo mejor desconocías.
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Autosuficiencia
Desde la planificación del itinerario hasta la toma de decisiones sobre la marcha, cada aspecto del viaje recae sobre ti. Parece una tontería, pero no lo es: sentir que eres capaz de hacerlo fortalece tu independencia y aumenta la confianza en ti misma.
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Libertad absoluta
Puedes pasar horas delante de un cuadro en un museo, perderte en un mercado local o simplemente sentarte en un café a observar la vida pasar. Tu viaje es tuyo y solo tú decides en qué invertir el tiempo.
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Tu propio ritmo
¿Quieres dormir hasta tarde? Hazlo. ¿Prefieres darte el madrugón para disfrutar del amanecer? Hazlo. Esta flexibilidad te permite disfrutar de cada momento a tu manera, sin presiones externas.
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Nuevas amistades
Sí, viajar sola, aunque suene contradictorio, puede hacer que conozcas a gente súper interesante. Cuando viajamos en grupo o en pareja tendemos a estar en esa pequeña burbuja. Sin embargo, cuando viajas sola es fácil encontrarte charlando con locales u otros viajeros, e incluso pasando un buen rato. Es posible que se quede en una conversación sin más, pero también puede que hagas nuevas amistades, ¿por qué no?
Los desafíos a los que te enfrentas cuando viajas sola
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Tu seguridad
Es una de las mayores preocupaciones cuando se viaja sola, y no sin razón. Lamentablemente, hay destinos que son menos seguros que otros, así como algunos momentos del día y lugares. Investigar a fondo o preguntar a otras viajeras por su experiencia antes de liarte la manta a la cabeza es aconsejable en muchos casos. Además, intenta siempre que alguien (tu pareja, tu mejor amiga, algún familiar) sepa siempre dónde estás y cuáles son, aunque sea grosso modo, tus planes.
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Soledad
Hay momentos en los que puedes sentirte muy sola o ansiosa por no estar acompañada. Sí, te he hablado de que es una oportunidad para aprender a disfrutar de tu propia compañía, pero también te digo que tienes que saber en qué momento de tu vida estás. Quizá estás atravesando una etapa en la que estar sola te resulte demasiado angustiante y no pasa nada. Puede que más adelante estés calmada y dispuesta a vivir la experiencia.
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Es más caro
Muchas veces la diferencia entre pagar por una habitación individual o una doble es significativa y no podrás compartir otros gastos que tendrás que asumir en soledad. No obstante, una buena planificación y hacer un presupuesto puede ayudarte a minimizar estos costes extra y prevenir gastos inesperados.
Algunos consejos para viajar sola y que sea un éxito
Planifica bien el viaje
Investiga tu destino con antelación: conoce las costumbres locales, los lugares de interés, la situación de seguridad y los requisitos de visa si viajas al extranjero. Procura tener la documentación siempre bien localizada y lleva una copia digital (en el móvil, en el mail, en la nube) para asegurarte de que, si pasa algo, la tendrás contigo.
Una buena planificación también implica tener una idea clara de tus expectativas y objetivos: ¿Quieres relajarte y desconectar o prefieres explorar y aprender sobre la cultura local? Y sobre todo: ¿es realmente el momento de hacerlo?
Confía en tu instinto
No tengas miedo de cambiar tus planes si sientes que una situación no es segura o simplemente no te sientes cómoda con lo que habías pensado hacer. Desde elegir un restaurante hasta decidir con quién conversar, escuchar esa vocecita interior te permitirá disfrutar de una experiencia más agradable. Recuerda que viajas sola y no tienes que contentar a nadie más que a ti misma.
Mantente conectada
Mantén siempre a alguien informado sobre tu paradero y planes diarios, especialmente si vas a estar en lugares un poco remotos o en el extranjero. Intenta tener siempre acceso a internet y la batería del teléfono cargada (es muy recomendable llevar una batería externa para poder cargarla en cualquier momento y lugar).
Viaja ligera
No solo facilita el desplazamiento, sino que también te permite ser más flexible y ágil. Haz una mochila o maleta con ropa versátil que puedas mezclar y no olvides llevar todo aquello que tu destino requiera: si vas a hacer el Camino no pueden faltar las tiritas; si vas a estar al aire libre, la crema solar, etc.
Destinos top para viajeras solitarias
Aquí van algunas opciones que combinan turismo urbano y rural, nacional e internacional, por si alguna resuena contigo:
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Camino de Santiago
Sí, empiezo por recomendarte algo que conozco bien porque si lo tuyo es andar y pasar unos días en la naturaleza, te va a encantar. Hay varias rutas y puedes hacer los días que quieras (aunque si quieres obtener la Compostela -el documento que acredita tu peregrinación- tienes que hacer al menos 100 km y terminar en Santiago), por lo que es un viaje súper flexible.
Aquí más que nunca es fundamental llevar un equipaje ligero, porque vas a tener que cargar con él durante todo el recorrido. Incluye ropa técnica y, sobre todo, unas buenas botas que ya tengas “domadas”.
La forma más barata de hacer el camino es hospedándose en albergues de peregrinos, pero hay multitud de alojamientos con más comodidades.
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Granada
Si no conoces esta hermosa ciudad, ¡es el momento! La Alhambra es la joya de la corona, pero también puedes explorar el Albaicín y perderte por el Sacromonte, por ejemplo.
Si quieres socializar, puedes apuntarte a un tour por los bares de tapas: una buena oportunidad para conocer las costumbres locales y pasar un rato divertido con otras personas.
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Parque natural de la Albufera, en Valencia
A solo 20 minutos de la capital puedes encontrar este refugio de tranquilidad. Es un destino ideal si quieres una buena desconexión urbana.
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Pueblos blancos de Cádiz
Si tienes coche, puedes hacer un mini road trip por los pueblitos gaditanos e intercalar esas visitas con alguna ruta de senderismo, por ejemplo.
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Cangas de Onís, en Asturias
Si eres más del norte, te recomiendo Cangas de Onís, una pueblo precioso que hace las veces de puerta a los Picos de Europa, desde donde puedes hacer alguna ruta como la del Cares.
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Copenhague
Damos un salto internacional para hablar de la capital danesa, un destino ideal para empaparse de su encanto nórdico y moderno. Además, es una ciudad súper segura. Puedes alquilar una bici para moverte como una local más y alojarte en un hostel si quieres abaratar costes y, quizá, socializar con otros viajeros.
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Japón
Si quieres lanzarte a la aventura y cruzar medio mundo, Japón es una opción súper recomendable. Es uno de los países más seguros del mundo y es muy raro encontrarse con situaciones incómodas o arriesgadas allí. La experiencia cultural, paisajística y gastronómica es sencillamente fascinante.
Que el idioma no te frene, ni en este ni en ningún caso. Hoy en día gracias a nuestros teléfonos podemos comunicarnos prácticamente con cualquier persona del mundo fácilmente.
Otras opciones para viajar sola sin preocuparte de nada
Viajar sola no significa necesariamente que tengas que planificar cada detalle por ti misma. Hay muchas opciones (¡cada día más!) que te permiten disfrutar de la experiencia sin las preocupaciones logísticas.
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Una de ellas son las agencias de viaje, con quienes puedes contactar para que organicen todo para que tú solo tengas que preocuparte de disfrutar.
Dentro de este grupo, existen opciones más especializadas, como, por ejemplo, aquellas que hacen propuestas ligadas a practicar algún deporte en el destino o las que organizan grupos solo de mujeres, para quienes se sientan más a gusto viajando así.
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Otra opción cada vez más de moda es apuntarte a viajar en grupo con personas más o menos de tu edad. Seguro que has visto algunas opciones en redes y te habrás fijado que hay una gran variedad de destinos y precios.
Yo no lo he hecho nunca (aunque no lo descarto), pero he coincidido con algunas personas que sí y han vuelto encantadas, tanto con la organización como con el propio grupo. Eso sí: prepárate para socializar más que para conectar contigo misma.
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Si tu idea de hacer un viaje sola tiene un enfoque de bienestar personal, puedes optar por un retiro de yoga y/o meditación. En estos espacios, el ambiente suele ser íntimo, seguro y agradable.
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Voluntariado internacional. Si, además de viajar sola quieres que tu decisión tenga un impacto positivo, puedes apuntarte a un programa de voluntariado donde contribuir a proyectos comunitarios (los hay de muchos tipos) mientras exploras una nueva cultura.
Sea cual sea tu elección, lo más importante es que te permitas la libertad de explorar el mundo a tu manera, con la certeza de que puede que esta aventura, además de llevarte a nuevos lugares, puede hacer conocer nuevas facetas de ti misma.