Si la violación es la punta del iceberg, ¿qué hay más abajo? Así son las agresiones sexuales que pasan desapercibidas
Solemos asociar la violencia sexual a un desconocido que nos ataca en la noche. Pero la realidad es que es mucho más que eso.
Cuando hablamos de violencia sexual, muchas veces imaginamos situaciones explícitas, claramente marcadas por la fuerza o la amenaza. Sin embargo, existen muchas formas que a menudo pasan desapercibidas, cuando no son totalmente normalizadas.
Una de las formas más prevalentes y menos denunciadas ocurre en el espacio más íntimo: dentro de la pareja. Una de las caras más amargas la hemos visto en la historia de Gisèle Pelicot, la mujer a quien su marido drogaba sistemáticamente para que él y otros hombres la violaran estando inconsciente.
Otro buen ejemplo es la serie ‘Querer’, estrenada recientemente, que nos presenta a Miren, una mujer que, tras 30 años de matrimonio y dos hijos, decide irse de casa y denunciar a su marido por violación, algo que sorprende tanto a este como a sus hijos. En solo cuatro capítulos se retratan perfectamente estas violencias invisibles, que van desde el fuerte cuestionamiento de su hijo mayor sobre su relato a la presión que sufre para retirar esa denuncia porque va a arruinar la vida de su padre. Súper recomendable.
Este tipo de violencia no solo daña profundamente a quien las sufre, sino que perpetúa dinámicas de abuso normalizadas que toman el disfraz de amor o compromiso. Emma Ribas, una de las psicólogas que nos está ayudando a hablar de violencia sexual desde varios ángulos durante el mes de noviembre, nos ha explicado varios casos totalmente reales y anónimos que ella ha visto en consulta para ponerle palabras y cara a estas violencias invisibles.
¿Qué es la violencia sexual y por qué tantas formas pasan desapercibidas?
La violencia sexual abarca cualquier acción de carácter sexual realizada sin el consentimiento pleno, libre e informado de la persona. Esto incluye no solo agresiones físicas, sino también dinámicas de poder, coerción y manipulación que imponen la voluntad de una persona sobre otra. Muchas de estas formas de violencia se ocultan bajo disfraces culturales o relacionales, lo que las normaliza e invisibiliza.
Si nos centramos en las relaciones íntimas, vemos que habitualmente la presión sexual se manifiesta de maneras que ni siquiera percibimos como violencia. Y es que la coerción no implica la amenaza directa, ni las violaciones ocurren en callejones oscuros a cargo de hombres malos y desconocidos. Violencia sexual también es insistir continuamente tras una negativa, el chantaje emocional (“es que ya no te gusto”, “cómo me vas a dejar así”), el imponer un “castigo” si no se hace lo que uno quiere (silencio, amenazar con una infidelidad o directamente tener relaciones con otras personas), por citar algunos ejemplos.
Estas dinámicas generan una confusión profunda en quienes las sufren. El contexto relacional, el vínculo emocional y la idea de mantener la “armonía” en la relación hacen que estas presiones se interpreten como normales, restando importancia al daño que producen.
El consentimiento sexual debe ser libre, entusiasta y voluntario. Cuando una mujer accede a mantener relaciones sexuales para evitar discusiones, aunque exista un “sí”, este no es ni pleno ni libre. Es un consentimiento condicionado que se produce en un contexto en el que las alternativas (el rechazo) tiene un coste emocional.
Violencia sexual en la pareja: ¿qué es y por qué se invisibiliza?
La violencia sexual en el entorno íntimo incluye cualquier forma de coacción, manipulación o fuerza para obtener relaciones sexuales no consentidas en el marco de una relación afectiva o matrimonial. El silencio que rodea estas agresiones tiene raíces profundas. Durante siglos, el matrimonio o la relación romántica ha sido percibida como un espacio donde la sexualidad de la mujer debía estar siempre disponible para el hombre, una idea que tenía incluso un marco legal: durante décadas muchos países no reconocían la posibilidad de que se diera una violación en un matrimonio.
El dato: Casi una cuarta parte (24%) de las adolescentes (unos 19 millones) que han mantenido una relación de pareja habrán sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja antes de cumplir los 20 años. Casi 1 de cada 6 (16%) sufrió este tipo de violencia en el último año.*
Veamos algunos ejemplos reales que nos explica Emma Ribas, psicóloga y sexóloga, especializada en salud integral de la salud y la pareja, en su sexualidad y autoestima:
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Mujeres que llegan “arrastradas” por sus parejas en busca de un deseo sexual perdido o inexistente.
“Vienen presionadas y lo que vemos detrás es que hay una falta de corresponsabilidad. Ella tiene toda la carga mental”, cuenta. En este tipo de casos, con información y explicando al hombre la importancia de repartir, de compensar por todo lo que no se ha hecho hasta ese momento y, por supuesto, de cuidar a la pareja, se ayuda -a aquellos que abren los ojos y se dan cuenta- a que haya un cambio en la relación.
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Otro caso bastante recurrente: ella tiene infecciones de orina muy frecuentes y VPH.
El cuerpo le está avisando de que algo pasa. ¿Qué hay detrás de estas alertas en forma de infección? Constantes infidelidades. “Que te transmitan una ITS por haber sido infiel y no haber tomado precauciones también es violencia”, indica la experta.
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Hombres que, sin preservativo ni permiso, eyaculan “dentro” de la mujer.
Ya sabemos que esta práctica, conocida como stealthing, está reconocida como delito. Pero vayamos un paso más allá: supongamos que ambos han acordado hacerlo sin condón, pero él es quien decide terminar dentro dando por hecho que la mujer tomará la pastilla del día después. “Es otra forma de violencia encubierta: ella no lo ha decidido, pero sí es quien sufrirá las consecuencias”, indica la exeperta.
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Pareja que acude a terapia porque él se queja de que ella es «muy cerrada» en temas sexuales.
Él alega ser muy más abierto y propone prácticas que a ella le resultan humillantes. Ella no se siente cómoda, por lo que accede a abrir la relación, totalmente coaccionada, para que él pueda dar rienda suelta a esa imaginación sexual sin que eso perjudique su relación.
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Tras tener su primer hijo, la mujer ha perdido el deseo sexual.
Es una respuesta hormonal perfectamente normal, ya que la prolactina baja el deseo sexual. Sin embargo, él no lo entiende y la presiona. “Él vino a una sesión con ella y fue realmente agresivo. Dijo que no iba a renunciar al menos a una penetración semanal, que estaba en su derecho”, recuerda. Sin embargo, no había nada de conexión emocional: 0 caricias, 0 ternura. Ella se veía como “un agujero” que él utilizaba para masturbarse.
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Él se queja porque ella siempre quiere pasar a la penetración y acaba rápido, y a él le gustaría que ella disfrutara por más tiempo.
La traducción es que ella quiere acabar cuanto antes porque ni está excitada ni le apetece tener sexo. Es una tarea más para ella, pero en realidad son abusos sexuales consentidos. Finge el orgasmo para terminar pronto.
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Mujeres que acuden a consulta porque necesitan que un profesional explique a sus maridos que, con la menopausia, ellas no lubrican y se tienen que “jubilar” del sexo.
¿Qué vemos en estos casos? Son mujeres que no han disfrutado del sexo en pareja, sino más bien lo contrario: han sido abusadas y ven en esta etapa la oportunidad de pararlo. “La cultura de la violación nos dice que tienes que satisfacer a tu pareja sexualmente a través de un número de penetraciones. De lo contrario, lo buscará fuera. Como si la mujer fuera un objeto sexual, un recipiente en el que el hombre tiene el derecho a correrse”, apunta.
Si tu pareja se enfada si pasan días sin que tengáis sexo, hace comentarios sutiles de reproche, te castiga con la ley del hielo, lo paga con tus hijos o te presiona para tener sexo… Estás viviendo una violencia sexual.
A menudo comentamos todas estas violencias en círculos femeninos, pero lo cierto es que para acabar con ellas es fundamental que los hombres tomen partido. “Necesitamos hombres conscientes que dejen de consumir porno, que afecta a su cerebro y mata las relaciones, y se formen en un nuevo modelo de sexualidad consciente”, reivindica la doctora Ribas en ‘Mindfulsex. El sexo que revolucionará tu vida’, un manual diseñado para desarrollar la autoestima sexual y experimentar una vida sexual más auténtica.
Fuentes:
* Intimate partner violence against adolescent girls: regional and national prevalence estimates and associated country-level factors, Sardinha, LynnMarie et al. The Lancet Child & Adolescent Health, Volume 8, Issue 9, 636 – 646.