¿Qué nos dicen los refranes sobre cómo «debemos y no debemos» ser las mujeres?
Los refranes son dichos populares que sirven para transmitir una enseñanza, pero, ¿están libres de misoginia?
Forman parte del lenguaje coloquial y se utilizan a diario. Algunos pertenecen a zonas geográficas específicas, otros son propias de ciertos gremios y muchos de ellos son increíblemente machistas. Los refranes se han transmitido de generación en generación sin autoría y constituyen un bien cultural muy poderoso, pero también son una herramienta de transmisión de ideas no siempre alineadas con la igualdad de género. Conocer nuestro legado es precioso, pero también descifrar cómo aspectos tan a priori sutiles como el refranero popular pueden perpetuar las relaciones asimétricas, la subordinación de las mujeres y la violencia y desprecio que se ejerce contra nosotras.
No podemos obviar que el lenguaje es un medio de comunicación y, como tal, un modo de pensar y construir valores y costumbres.
¿Qué nos dice el refranero popular de las mujeres?
Para contestar a esta pregunta hemos revisado las publicaciones de Anna M. Fernández Poncela, doctora «Cum Laude» en Antropología cultural por la Universidad de Barcelona, que tiene como una de sus principales líneas de investigación la cultura popular. Fernández Poncela engloba los refranes dentro de algo más grande a lo que llama “formas paremiológicas”, que quiere decir algo así como frases breves e ingeniosas con carácter sentencioso. Es decir, que de alguna manera están hechos para adoctrinar moral y éticamente.
Los refranes imponen códigos sociales y normas de conducta, acumulan significados y tipifican experiencias, son parte de un discurso normativo, una narrativa social popular del modelo hegemónico cultural. Por ello aconsejan, recomiendan, describen, evidencian, explican, interpretan, prescriben, persuaden, orientan, seducen, coaccionan, intimidan, etc.
En lo que se refiere a género, la investigadora concluye que encontramos varias representaciones de la mujer en el refranero popular.
Refranes machistas: deconstruyendo el lenguaje
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Destacar aspectos “positivos”, como la bondad, la sumisión, la laboriosidad
Ejemplos: «La mujer buena y leal es tesoro real», «Para la mujer buena y honesta el hacer algo es su fiesta», «Aquella es buena mujer, la que barre su casa al amanecer», “Calzones rotos no deshonra al que los lleva, sino a su hija, a su mujer o a su nuera”.
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Señalar conductas “negativas”, como ser irreverentes, tercas o tener ideas propias.
Ejemplos: «El arañar y morder es costumbre de mujer», «A mujer temeraria, o dejarla o matarla».
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La estereotipificación de las mujeres como “charlatanas”, que hablamos demasiado y no sabemos guardar secretos.
Ejemplos: “Ni al perro que mear, ni a la mujer que hablar, nunca les ha de faltar”, “La cabra, donde nace; la oveja, donde pace y la mujer, donde hable”, “Mujer, niño y loco no guardan secreto de otro”.
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La mujer como manipuladora y mentirosa, que engaña, de la que no te puedes fiar.
Ejemplos: “Tres mañas tienen las mujeres: mentir sin cuidar, mear donde quieren y llorar sin porqué”, “Palabras de mujer no se han de creer”.
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No faltan tampoco los que tienen que ver con el físico.
Ejemplos. “La mujer, si gorda, es boba; si flaca, bellaca”, “La mujer tiene largo el cabello y corto el entendimiento”, “La mujer si es hermosa te la pegará; si es fea, te cansará; si pobre, te arruinará y si rica, te gobernará”, «Mujer que no tiene encantos se queda para vestir santos».
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Los que indican que el valor de la mujer reside en convertirse en esposa y madre.
Ejemplos: “Mujer sin hijos, jardín sin flores”, “Mujer sin varón, ojal sin botón”.
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Y los que advierten sobre cómo tratar con nosotras.
Ejemplos. “Mujeres y manzanas, muchas podridas que parecen sanas”, “De la mujer, mucho bueno has de esperar y mucho malo has de temer”, “Las mujeres son la perdición de los hombres”.
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Y, por si no hubiera suficiente violencia en lo que hemos visto ya, los hay aún más explícitos.
Ejemplos. “A la mujer y a la mula, vara dura”, “Con la mujer, ojo alerta, mientras no la vieres muerta”.
Una mirada a la desigualdad de género en el lenguaje
Como muestran estos ejemplos, los refranes a menudo reflejan estereotipos arraigados en la sociedad y pueden actuar como auténticos vehículos de la misoginia y la desigualdad de género. Quizá ahora nuestra mirada feminista nos hace detectarlos con rapidez, pero durante muchos años han sido una manera muy sibilina de cuestionar la credibilidad de nuestras emociones o denigrar nuestras habilidades, como el archiconocido dicho ”mujer al volante, peligro constante”.
El lenguaje no solo refleja los estereotipos, sino que contribuye a perpetuarlos como sucede con todos los dichos que elogian al hombre que “ayuda” en las tareas del hogar, ya que se entiende que son responsabilidad de la mujer.
Aunque hemos cogido ejemplos del refranero español, no es algo que solo suceda en los países hispanohablantes. También los anglosajones cuentan con sus propias expresiones para señalar a las mujeres como malintencionadas, consumistas (Diamonds are a girl’s best friend) o volubles, además de la la comparación con animales, donde términos como «perra» o «zorra» son utilizados de manera despectiva, denigrando la inteligencia y el valor de las mujeres.
Más que palabras
Como ves, los refranes, proverbios y dichos populares aparentemente inocentes a menudo están imbuidos de una visión androcéntrica y machista del mundo. Y es que detrás de estas palabras subyace un sistema de control ejercido por los sectores dominantes. Las mujeres, en realidad, estamos subrepresentadas en los refranes, pero cuando se habla de nosotras es para retratarnos de manera negativa, como chismosas o malvadas.
Los refranes sexistas no son solo palabras. Son una llamada de atención para una sociedad que todavía tiene mucho camino por recorrer en su búsqueda de igualdad y dignidad para todos.