Baby-Led Weaning y la maternidad real o cómo no echar más leña al omnipresente fuego del «no me da la vida»

La idealización de la maternidad puede contribuir a la frustración de muchas mujeres que luchan por cumplir con estas normas, especialmente en lo que se refiere a la alimentación de sus bebés

noviembre 1, 2023 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Revisado por el equipo editorial de Bloom, plataforma especializada en salud femenina. Realizado en colaboración con Sabina del Río, psicóloga y directora de CALMA (Centro de Psicología y Especialistas en Maternidad).

La imagen de la madre perfecta es omnipresente en la cultura popular. Las revistas, programas de televisión y redes sociales a menudo presentan una visión idílica de la maternidad, donde las madres siempre están sonrientes, sus hogares son impecables y sus hijos son ejemplares. Esta representación crea un estándar inalcanzable que puede desencadenar sentimientos de verdadera frustración. Es un ideal que nos hace sentir tremendamente pequeñas, culpables, insuficientes. De nosotras -no así de ellos-, se espera que seamos capaces de equilibrar el trabajo, la crianza, el hogar y la vida en pareja de manera impecable, pero, ¿quién sobrevive a este ritmo imposible?

Uno de los aspectos en los que esta presión por llegar a todo y ofrecer al bebé siempre lo mejor es, sin duda, la alimentación. No es de extrañar: es una parte muy importante en el crecimiento y desarrollo que, además, puede sentar las bases de cómo será su relación con la comida en el futuro. En este sentido ha cobrado fuerza en los últimos años el método Baby-Led Weaning (BLW), un modelo permitir que el bebé participe activamente en la alimentación a partir de los 6 meses. 

El BLW se basa en la idea de que los bebés tienen la capacidad de autorregular su alimentación y tomar decisiones sobre lo que comen y cuánto comen. Atrás quedaron esos potitos interminables que nos hacían tragar con trucos como “que viene el avión”: es hora de jugar con la comida y experimentar.

Baby-led weaning

Esta técnica fomenta la autonomía del bebé e invita a explorar texturas, sabores y formas sin presión. Es por eso que requiere de tiempo y paciencia, y puede no estar al alcance de todas las madres y padres (aunque aquí nos vamos a centrar en nosotras). La frustración en este sentido es más que comprensible: es fácil sentirse atrapada entre la imagen de la maternidad perfecta a la que aspiran y la realidad de criar a un bebé, con sus altibajos y desafíos constantes.

Maternidad en la era moderna: no me da la vida

Hablamos sobre cómo las expectativas de ser una madre perfecta afectan a las madres con Sabina del Río, Directora de CALMA (Centro de Psicología y Especialistas en Maternidad). Su experiencia en consulta le dice que estos ideales son inalcanzables y se extienden desde el embarazo hasta la crianza generando mucha inseguridad, especialmente en las madres primerizas.

En muchas ocasiones, la falta de tiempo y apoyo es un agravante de su frustración. “Actualmente, en una época en la que la mayoría de las madres trabajan, la presión por hacerlo todo perfecto puede ser realmente abrumadora”, señala. Es momento, por tanto, de reordenar las prioridades y adaptarse a la nueva situación: a veces las necesidades de los bebés difieren del orden y limpieza habituales en la casa, por ejemplo.

Cuando le pedimos un consejo para enfrentarse a este proceso de adaptación, Del Río recomienda a las madres que se muestren compasivas y pacientes consigo mismas, que se tomen un respiro y relativicen ciertos aspectos de la maternidad porque no se puede llegar a todo y está bien igual. 

El BLW me parece un método estupendo para que los bebés puedan conocer la alimentación de una manera más natural y sean autónomos más pronto. Sin embargo, requiere de mucho tiempo y paciencia. No todas las madres lo tienen.

Sabina del Río, psicóloga y directora de CALMA

La mayoría de nosotras hemos crecido con potitos y la “prohibición” de jugar con la comida. No es una crítica: también nuestras madres pensaban que eso era lo mejor para nosotras. Sin embargo, ahora vemos que hay otras opciones que parecen más naturales a nuestra condición humana. “Hay presión para que hagas las cosas de una determinada manera, pero también incomprensión -añade Del Río. Enseguida nos llaman exageradas». Aquí puede surgir la frustración e incluso la vergüenza de no llegar a todo. 

Baby-led weaning testimonios

Los primeros bocados con Baby-Led Weaning 

Andreyna, madre de mellizos de 9 meses, y Tania, madre de Vega, de 6 meses, acaban de comenzar a introducir alimentos sólidos y han decidido hacerlo a través del método BLW. 

Andreyna ha observado que sus dos hijos tienen reacciones diferentes ante esta forma de ofrecer comida. Mientras uno de ellos disfruta explorando los alimentos, el otro prefiere los purés. A pesar de que ambos han mejorado su habilidad de agarre, le inquieta que sus hijos jueguen pero no coman lo suficiente. Pero no es lo único que hace que no siga este método al 100%: “Son dos y con este método se ensucia mucho más, además del miedo a atragantamientos -explica-. Aunque he leído que este método no aumenta el riesgo de que se atraganten, a mí me pone un tanto nerviosa. De hecho, tanto mi marido como yo hicimos un curso sobre cómo actuar si se daba el caso.” 

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La idea es integrar a los bebés en la comida familiar y sentar las bases para una relación sana con la comida. Si tú vives el momento de comer con miedo y ansiedad sus principales beneficios se esfuman.

Tania Regueiro
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Tania y su mujer han decidido introducir el BLW a su bebé Vega, de 6 meses, hace apenas 15 días, y está narrando sus procesos a través de su cuenta de Instagram. Su objetivo era que la comida fuera una experiencia placentera para su hija. El BLW representa una oportunidad de cambiar hábitos alimentarios poco saludables que han persistido durante generaciones, desde la incomodidad si no te acabas todo lo que hay en el plato a comer más allá de las propias señales de hambre o saciedad.

Su método se consideraría mixto para poder adaptarse a lo que le ofrecerán a Vega en la Escuela Infantil. “El BLW no es sinónimo de sólidos. La textura puré es una más y lo importante es dejar que experimente con la comida y no forzar”, aclara. Su experiencia está siendo mucho mejor de lo que había imaginado. Ve cómo Vega evoluciona rápido y disfruta descubriendo los alimentos. “Solo le veo dos problemas -confiesa-: tienes que tener tiempo para limpiar después de cada comida y formación en primeros auxilios, además de saber cómo ofrecer estos alimentos de manera segura”. 

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Tiempo, paciencia y tranquilidad: de la teoría a la práctica

Marta dio a luz en pleno confinamiento. Se interesó por el método BLW durante el embarazo y decidió llevarlo a cabo cuando Celia cumplió 6 meses. Sabe que sus circunstancias acompañaban: primero estaba en paro y después teletrabajaba a media jornada, por lo que estaba siempre en casa para poder dedicar tiempo a su pequeña. Además, “era la única cuidadora, lo cual creo que es esencial. Si tienes que llevar a tu hijo a la guardería a las 16 semanas, no puedes esperar que el BLW continúe allí», explica.

Lo que más le atrajo de este método era evitar que las comidas se convirtieran en una batalla o un trauma, como quizá ello lo vivió de pequeña.  Recuerda que en su infancia le obligaron a comer algunos alimentos o texturas que, cuando ha podido decidir sobre sus comidas, ha eliminado totalmente, a sabiendas de que puede dar lugar -quizá- a que su alimentación sea deficiente.

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“Creo que el método está bien y ayuda a que sean más autónomos, a detectar posibles alergias, rechazo a texturas… Pero entiendo que hay circunstancias en las que es complicado seguirlo y eso varía según se van haciendo mayores también”, aclara Marta.

Para compartir sus inquietudes y experiencias, Marta y unas amigas que dieron a luz en la misma época crearon un grupo de whatsapp. “Ha sido un gran apoyo durante estos 3 años de crianza. Tener una red donde no solo compartir dudas o miedos o desahogarte ha sido súper importante para mí”, destaca.  

Baby-led weaning testimonios

Gema es una de estas madres que comparte una experiencia similar. Con su segunda hija ha continuado con el método. Eso sí, con menos presión: “Cuando eres madre primeriza y tienes que alimentar por primera vez a un ser humano lo mides absolutamente todo. Ahora, con Olivia (su segunda hija) he aprendido mucho y he eliminado elementos superfluos que me agobiaban mucho para llegar a todo”, explica. Marta añade que no es lo mismo estar 24/7 que tener otras obligaciones, estar al cuidado de otras personas, etc. “Nos adaptamos para sobrevivir -bromea-, pero creo que al final nos quedan las bases de una alimentación saludable”. 

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La maternidad como proceso de crecimiento y aprendizaje

La experiencia de la maternidad no se puede evaluar según estándares universales. Cada madre y cada familia son únicas, y lo que puede ser efectivo para una persona puede no serlo para otra. Las circunstancias influyen, así como las propias inseguridades que arrastramos. Amaia, madre de un niño de 6 años, también estaba en paro cuando Hugo nació y eso le hizo interesarse por modelos de crianza quizá más intuitivos o naturales. Aunque sentía que podía tener el tiempo a su favor para dar una oportunidad al BLW, sus miedos -en parte sustentados por la falta de apoyos- no tardaron en aparecer.

 “Lo de que el niño empiece a experimentar con la comida con todo su cuerpo y sentidos suena genial -explica-. Te lo imaginas en un mundo de sensaciones, flipando con todo, pero en la práctica me pareció un horror”. Además del desastre, le preocupaba que Hugo no estuviera ganando el peso esperado, así que recurrió a la alimentación tradicional. A día de hoy, Hugo come más o menos bien, con los cambios de criterio sobre ciertos alimentos habituales de la edad, pero de vez en cuando la culpa resuena. “Me sigo sintiendo mal a veces porque Hugo tiene problemas para masticar y todo se le hace bola. Por supuesto, creo que yo soy la responsable por no haber respetado su instinto”, confiesa. Aunque en ocasiones se sintió avergonzada ante otras madres que sí estaban dedicando ese tiempo y esfuerzo, a día de hoy se ha reconciliado consigo misma y trata de no juzgar tan duramente las decisiones de su pasado. “Si volviera atrás lo haría de otra manera -admite-, pero en ese momento lo viví así”. 

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La presión para ser una madre perfecta es un tema que afecta a muchas mujeres: se espera que seamos capaces de equilibrar múltiples roles y responsabilidades, que lleguemos a todo. La maternidad real, sin embargo, implica vivir con imperfecciones, momentos de llanto y episodios caóticos. Gestionarlo implica dejar de lado las exigencias (propias y ajenas), no compararnos con nadie, cuidar también de nosotras mismas y reconocer (e idealmente compartir) nuestras emociones, ya sean positivas o negativas. 

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