Margot Robbie embarazada y el peso de la perfección: ni Barbie se libra del juicio a los cambios en su cuerpo

Ni siquiera la actriz que encarnó el ideal estético por excelencia está libre del escrutinio social ahora que está ¡embarazada!

septiembre 18, 2024 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Ha encarnado a la icónica villana de cómics Harley Quinn, a la actriz y modelo Sharon Tate, a la patinadora Tonya Harding y, por supuesto, a Barbie Esterotípica. Es difícil pensar en alguien que encarne mejor ese concepto de belleza estética canónica que Margot Robbie. Sin embargo, la actriz australiana estos días está siendo una víctima de ataques -en internet- porque su cuerpo está visiblemente cambiado. La razón es pura biología: espera un bebé. 

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Las imágenes de la actriz disfrutando de su embarazo en bikini han dado pie a una serie de comentarios que van desde lo indignante hasta lo absurdo: “Se ha dejado”, “ya no es lo que era” o incluso “irreconocible”. 

El motivo, en realidad, nos da lo mismo: no importa si ha sido por la alimentación, por la actividad física o porque su cuerpo es así y punto. Siempre hay una lupa cruel dispuesta a condenarte si te alejas del canon impuesto. Incluso si eres Margot Robbie.

Por cierto, este absurdo linchamiento coincide mágicamente con el nombramiento de Robbie como nueva imagen del perfume Chanel Nº5, una bandera de sofisticación y lujo. Sí, amigas, su rostro perfecto protagoniza una campaña que celebra un estándar atemporal de belleza mientras su cuerpo embarazado es objeto de críticas. De locos.

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¿Barbie de por vida?

Está claro que el mensaje de la peli que arrasó en taquillas el año pasado no ha calado ni un poquito. Las imágenes de Robbie en bikini han desatado una oleada de comentarios tóxicos que se hacen muy difíciles de digerir para quienes en esas imágenes vemos a una mujer posiblemente feliz por ser madre disfrutando del verano. No es Barbie (ni quiere serlo, seguramente). Margot Robbie ya no está interpretando a una muñeca de plástico. Está siendo, simplemente, humana.

El contraste es, cuanto menos, irónico: primero se la celebra por personificar la perfección irreal de Barbie; ahora se la castiga por ser una mujer real.

Uno de los aspectos más preocupantes de este juicio constante es que es que refuerza la idea de que, como mujeres, nuestros cuerpos no nos pertenecen. Son tratados como un bien público, disponible para que cualquiera los comente, critique o ridiculice.

Este caso nos lleva a reflexionar sobre una realidad más amplia. No importa si eres una estrella de Hollywood o una mujer anónima: la presión para cumplir con los cánones de belleza es omnipresente. A muchas mujeres nos enseñaron desde pequeñas que estar delgadas, jóvenes y «perfectas» es sinónimo de éxito. Y, aunque en los últimos años ha habido un esfuerzo por abrazar la diversidad corporal, es agotador darse cuenta de que seguimos reivindicando lo mismo día tras día, como si esos avances hubieran caído en saco roto. 

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No hay tregua: la presión estética no desaparece ni durante el embarazo, que, como todo el mundo sabe, va unido a cambios muy visibles. De hecho, en ocasiones pareciera todo lo contrario: se intensifica. Asistimos a un espectáculo de dos caras: por un lado, se glorifica la imagen de la madre radiante y equilibrada; por otro, se vigila el cuerpo de la embarazada como si fuera un objeto público, listo para ser juzgado.

Y después del parto, más de lo mismo: si Robbie no recupera “su figura” rápidamente será nuevamente criticada, aunque si lo hace enseguida puede ser tachada de superficial. Y es que la pregunta no es ni cuánto ha cambiado su cuerpo (ni el de nadie) ni cuándo volverá a ser el mismo, sino cuándo vamos a dejar de ser el blanco de todos los ataques.

No podemos seguir atrapadas en un modelo que exige una perfección inmutable cuando lo único constante en la vida es el cambio. Los cuerpos cambian, envejecen, engordan, adelgazan, se transforman, y todo eso está bien. Estamos cansadas ya de decir esto, tanto de puertas para fuera como para nosotras mismas, porque al final, lo peor de todo, es que el mensaje nos cala. Es inevitable. 

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