

¿Protector solar mineral o químico? Todo lo que debes saber para elegir el adecuado
A la hora de elegir un protector solar, no basta con fijarse en el número del FPS. Existen dos grandes tipos: el protector solar mineral y químico, y cada uno funciona de forma distinta en tu piel. En este artículo te explicamos qué los diferencia, cómo actúan, cuál es más adecuado según tu tipo de piel
La protección solar se ha convertido en una parte esencial de nuestra rutina de cuidado de la piel, no solo en verano, sino durante todo el año. Pero a la hora de escoger un producto, una de las dudas más frecuentes es: ¿mejor un protector solar mineral o químico? Aunque ambos protegen frente a la radiación ultravioleta, lo hacen de manera distinta y presentan características que pueden hacerlos más o menos adecuados según el tipo de piel, estilo de vida o incluso preocupaciones medioambientales.
¿Qué es un protector solar mineral?
El protector solar mineral, también llamado físico, actúa como un escudo en la superficie de la piel. Sus ingredientes principales, el óxido de zinc y el dióxido de titanio, funcionan reflejando y dispersando los rayos UVA y UVB. A diferencia de los protectores químicos, no penetran en la piel, lo que reduce el riesgo de reacciones adversas.
Estos filtros empiezan a actuar inmediatamente después de su aplicación, por lo que no es necesario esperar antes de exponerse al sol. Por eso, son ideales para los más pequeños o para personas con piel sensible, con afecciones como dermatitis o rosácea.
Una de las principales desventajas de este tipo de protectores es que suelen dejar una película blanca visible, especialmente en pieles oscuras. Sin embargo, muchas marcas han lanzado fórmulas con pigmentos o nanopartículas que minimizan este efecto sin comprometer la protección.

¿Y el protector solar químico?
Los protectores solares químicos, también conocidos como orgánicos, funcionan de una manera diferente. Sus ingredientes como avobenzona, oxibenzona, octinoxato u octocrileno absorben la radiación solar y la transforman en calor, que luego se libera. Para que sean efectivos, deben aplicarse entre 20 y 30 minutos antes de la exposición al sol.
Su textura suele ser más ligera y se absorben con facilidad, lo que los convierte en una opción atractiva para quienes buscan un acabado invisible, especialmente en pieles morenas u oscuras. Además, es común encontrar en el mercado protectores químicos con altos factores de protección solar (FPS).
Sin embargo, no se libran de controversia. Algunos estudios han detectado que determinados filtros químicos pueden penetrar la piel y llegar al torrente sanguíneo, lo que ha generado dudas sobre su seguridad a largo plazo. Uno de los estudios más conocidos es el publicado por la revista JAMA en 2019, que evidenció la presencia de ingredientes como oxibenzona y octocrileno en sangre tras su uso continuado
A ello se suma la preocupación medioambiental. Diversos compuestos químicos han sido relacionados con el daño a los arrecifes de coral, lo que ha llevado a países y regiones como Hawái o Palau a prohibir ciertos ingredientes en los protectores solares. En este sentido, el óxido de zinc no nano y el dióxido de titanio se consideran opciones más seguras para el océano.
¿Cuál deberías elegir?
Ambos tipos de protectores son eficaces si se aplican correctamente y se reaplican cada dos horas. No obstante, hay factores que pueden ayudarte a tomar una mejor decisión:
- Piel sensible o con tendencia al acné: mejor opción mineral.
- Necesitas protección inmediata: mineral.
- Buscas un acabado invisible y textura ligera: químico.
- Tienes piel oscura y no quieres residuo blanco: químico (o mineral tintado).
- Preocupación por el medioambiente o niños pequeños: mineral, especialmente si no contiene nanopartículas.
También existen fórmulas híbridas, que combinan filtros físicos y químicos para ofrecer una protección equilibrada con mejor acabado cosmético.


¿Y qué pasa con los protectores solares en maquillaje o cremas hidratantes?
En los últimos años, muchos productos cosméticos han comenzado a incluir filtros solares en su formulación. Desde bases de maquillaje y BB creams hasta cremas hidratantes con FPS, la idea de “te proteges mientras te maquillas” ha ganado popularidad. Pero, ¿es suficiente confiar solo en estos productos?
La respuesta, en la mayoría de los casos, es no. Aunque pueden ofrecer una protección adicional, la cantidad que normalmente se aplica de estos productos no es suficiente para alcanzar el nivel de protección indicado en la etiqueta. Por ejemplo, si una base de maquillaje tiene FPS 30, pero solo usas una fina capa, probablemente estés obteniendo un FPS muy inferior.
Además, la mayoría de estos cosméticos no están formulados para reaplicarse varias veces al día, como sí ocurre con un protector solar convencional. Y si bien existen brumas, polvos o sprays solares pensados para reaplicar sobre el maquillaje, no son tan comunes ni tan eficaces como aplicar directamente una nueva capa de crema solar.
Por eso, los dermatólogos suelen recomendar usar un protector solar específico como último paso del cuidado facial antes del maquillaje y considerar los FPS de los cosméticos como un complemento, no como la protección principal.