«Si te pasa (no) es tu culpa»: así visibilizan el cine y las series la violencia digital contra las mujeres
Si el espacio público significa una amenaza para quien es mujer, los entornos digitales no hacen más que amplificar esa violencia. El cine y las series se encargan de señalarlo como un nuevo marco desde el que combatir la lacra machista
Hace unas semanas se estrenaba en Netflix la serie ‘Intimidad’, un relato de historias cruzadas unidas por el mismo conflicto: la difusión de imágenes de contenido sexual sin el consentimiento de las mujeres que en ellas aparecían. Si el espacio público significa tantas veces una amenaza para quien es mujer, los entornos digitales no hacen más que amplificar la violencia que ya experimentamos en las calles.
No es de extrañar, por tanto, que ante la creciente presencia de casos de vulneración de nuestra intimidad con el uso de la tecnología como arma, el cine y las series se encarguen de señalarlo como un nuevo marco desde el que combatir la lacra machista. La producción de Netflix no es la primera ni será la última, pero todas ellas son necesarias hasta que el mensaje cale.
Violar tu intimidad y exponerte sin tu consentimiento también es violencia machista.
No es sorpresa que ‘Intimidad’ (Laura Sarmiento, Verónica Fernández, 2022, Netflix) se haya relacionado con dos casos trágicos ocurridos recientemente en España: el de Verónica, la trabajadora que se suicidó tras filtrarse un vídeo suyo en su empresa, y el de la concejala Olvido Hormigos, a quien le ocurrió exactamente lo mismo.
La serie llega en un momento en el que ya contamos con tantos casos conocidos de vídeos de carácter sexual filtrados a nuestro alrededor que, por suerte o no, nos pilla con herramientas a mano para establecer un juicio sobre los hechos que se narran. Nos permite identificar el mensaje de vergüenza y dolor que recae sobre una mujer que ve su intimidad sometida a juicio público, incluir villanos en este relato (su misoginia les delata) así como señalar también como culpables a quienes cultivan el odio en redes y tertulias televisivas.
Sin ser sencillo lo que cuenta (por aquello de mojarse con una narrativa tan sensible y estrechamente ligada al momento actual), la serie se atreve a incluir en el relato diferentes formas de ser víctima de violencia digital con sus respectivas vías para afrontarlo.
Una de las historias, la de Ane (Verónica Echegui), termina en un suicidio -no es un spoiler, la serie empieza así-, mientras que la otra, la que altera el ascenso político de su protagonista (Itziar Ituño), se vive desde el lugar opuesto, desde la postura del “puedo con todo” como barrera de indiferencia.
A destacar también la trama paralela de la hija de la política (Yune Nogueiras), quien siendo testigo del impacto que la filtración del vídeo privado tiene en la vida de su madre ve peligrar su propia intimidad y que su exnovio le haga algo parecido. Efectos colaterales de vivir en eterna amenaza y de la masculinidad tóxica.
«Se sienten culpables, se sienten sucias. Piensan que no tienen derecho a seguir con sus vidas»
Es la descripción con la que identifican en la serie a todas esas mujeres a las que en algún momento se les ha vulnerado su derecho a la intimidad. Ser víctimas del mismo delito hermana a sus dos principales protagonistas, solo que lo interesante de ‘Intimidad’ es que la forma de lidiar con las consecuencias para cada una de ellas es muy distinta. Ojalá no tener que hacernos las valientes, no es lo que buscamos.
Violencia digital en cine y series: de ‘La Jauría’ a ‘Pam and Tommy’
Otro ejemplo que encajaría como programa doble es la serie chilena ‘La Jauría’ (Sergio Castro San Martín, Enrique Videla, 2020, Amazon Prime Video). Entre lo que cuenta, como ocurría con la producción de Netflix, también sitúa la filtración de un vídeo con contenido sexual como motor de la trama y bebe de la realidad para inspirar los hechos.
En su caso, el terrible episodio ocurrido en las fiestas de Pamplona de 2016 con el caso de La Manada, un momento en el que desde España se exportó al mundo nuestra peor imagen como sociedad patriarcal y machista. En la serie (a cargo de la productora del cineasta Pablo Larraín) la violencia opera la mayor parte del tiempo en contextos digitales: desde el vídeo de la violación a la joven desaparecida que acaba por viralizarse hasta una app cuya única misión es ‘cazar’ mujeres y someterlas hasta “devolverlas al lugar al que pertenecen”. Puag.
Con todo, ‘La Jauría’ amplía su discurso a otros niveles. La joven violada, Blanca, pertenecía hasta el momento de su desaparición a un grupo de estudiantes con una clara postura feminista altamente combativa, por lo que entendemos que han hecho caer sobre ella un castigo a su reconocido activismo. A lo largo de la serie no dejan de sucederse revueltas y manifestaciones por parte de estas jóvenes que tratan de erradicar un machismo instalado también a las puertas de su instituto, con un profesor acusado de abusar sexualmente de sus alumnas y grabarlas en vídeo. Para resolver todo este caos, tres comisarias al frente de la investigación (una de ellas, interpretada por Daniela Vega).
Sin abandonar el instituto como lugar donde proliferan este tipo de delitos, ‘Share’ (Pippa Bianco, 2019, HBO Max) nos traslada el relato de una joven que despierta una mañana con resaca y blackout de la noche anterior. Nos podría pasar a cualquiera. Ella sigue con su vida hasta que su rutina se ve alterada por la filtración de unos vídeos de esa noche en los que se la ve, inconsciente, mientras es agredida sexualmente.
Sin un sólido apoyo por parte de su círculo más próximo, lo que refleja esta historia es la soledad de la víctima, seguida de la revictimización y la culpa que acompañan al acto, por desgracia heroico, de romper el silencio y denunciar.
La propagación de imágenes íntimas parece tener implícito el hecho de que ojos ajenos encuentren un motivo de mofa en ello y decidan compartirlo bajo la excusa del “tú te lo has buscado” o el “no haberlo hecho”.
Como citaban Lastesis en su grito colectivo y volviendo al feminismo inspirador que nos llega desde Chile, la culpa no era tuya, ni de dónde estabas, ni de cómo vestías.
Recordemos que, además, en la actualidad, participar en la difusión de este tipo de grabaciones está tipificado como delito. Al rebuscar en nuestra memoria, la primera producción que recordamos haber visto sobre el tema fue la serie ‘The Girlfriend Experience’ (Lodge Kerrigan, Amy Seimetz, 2016, Amazon Prime Video).
En ella, Christie (Riley Keough) interpreta a una joven estudiante de Derecho en prácticas. Un vídeo sexual suyo se envía por email a toda su oficina y en él, además de profanar su derecho a la intimidad, se desvela que es también escort. Un factor que, para sus compañeros de oficina, legitima la pérdida de su privacidad.
Y es que cuando un vídeo así sale a la luz se juzgan aspectos que no vienen a cuento y siempre se apunta en la misma dirección, a ellas. Un caso parecido es el que le ocurrió a Pamela Anderson: conocida más por ir en bañador que con ropa y habiendo posado para Playboy, nadie salió en su defensa cuando se filtró el vídeo sexual durante su luna de miel con Tommy Lee.
Lo curioso de todo lo que nos cuenta ‘Pam and Tommy’ (Robert D. Siegel, 2022, Disney+), serie protagonizada por Lily James en el papel de Pamela Anderson y Sebastian Stan como Tommy Lee, es que se enmarca en los albores de Internet a finales de los 90. Entre la incredulidad y una pizca de inocencia asistimos al recorrido que la sex tape (sí, fue grabada en VHS antes de saltar a la red) siguió antes de hacerse viral, lo que nos sirve para adentrarnos en el dispositivo morboso que activa que grabaciones así tengan su público.
Que se revise hoy día el bochornoso escándalo que obstaculizó una carrera como la de Pamela al menos la coloca en el justo (aunque tardío) lugar de reconocerla como víctima.
Ciberviolencia de género: el formato rape & revenge
Ante tanta indefensión, hay quienes se toman la venganza por su cuenta como es el caso de los siguientes títulos. La más reciente (y seguro que os sonará) es ‘Una joven prometedora’ (Emerald Fennell, 2020, HBO Max). Protagonizada por Carey Mulligan, nos habla del trauma de Cassie, una joven que dejó sus estudios de Medicina y su vida social tras el suicidio de su BFF. El motivo: se difundió un vídeo de contenido sexual de su amiga ebria mientras varios hombres se aprovechaban de ella. ¿Culpables? Ninguno. Todos felices y coleando.
Cassie adopta el rol de superheroína de noche para engañar a tíos que van de aliados y fingen ayudar a chicas que no están en plenas facultades. Su modus operandi es que, cuando al fin están en privado y ellos tiran a aprovecharse de ella, sale de esa fingida inconsciencia y les recuerda la importancia del consentimiento.
Un giro narrativo de lo que ha significado hasta ahora el subgénero del rape & revenge en el cine de terror, porque en esta película la venganza tiene un fin pedagógico (el polémico final, podríamos discutirlo) con una clara redefinición de lo que como sociedad entendemos por cultura de la violación.
Otra de esas películas que se sirven del cine de género para recrear un futuro apocalíptico no tan lejano y que cobija la misma sed de venganza es ‘Nación salvaje’ (Sam Levinson, 2018). Un caos se desencadena por la difusión de unas conversaciones de WhatsApp e imágenes privadas de los habitantes del pueblo de Salem.
En la época de exposición total en redes, cualquier contenido de carácter íntimo es susceptible de ser difundido y hacer estallar la delgada línea que separa lo público de lo privado.
Una caza de brujas contemporánea alrededor del ‘slut-shaming’ y un grupo de amigas del instituto que tendrán que hacer frente a la turba inquisidora para defender su libertad y autonomía.
En ‘La Columnista’ (Ivo van Aart, 2019, Amazon Prime Video), por contra, se aterriza esa violencia dirigida hacia las mujeres en entornos digitales a un contexto más común: el de la batalla diaria frente a los trolls que amenazan con saber dónde vivimos y violarnos como respuesta a un tuit con el que no están de acuerdo.
“Eso es internet, no la vida real”, le responden en comisaría cuando la protagonista decide poner fin a tanto odio en redes. Harta de que la ignoren, toma medidas por su cuenta y decide cargarse uno a uno a todos los que impactan su misoginia en su perfil de Twitter. Aunque llevada al extremo y en clave de comedia negra (negrísima), arroja luz a la experiencia común que tienen que soportar mujeres con cierta exposición. Entenderás mucho mejor su decisión de echar el candado.
Apps de citas y violencia digital contra las mujeres: otro melón por abrir
“Lo peor de Tinder es que hace que me sienta muy vulnerable de una forma que no sé explicar. Lo primero que te suelta un señor si no le respondes a sus mensajes al instante es que para qué hiciste match con él, pedazo de puta. Tampoco eres tan guapa. Está cansado de divas. Esa hostilidad tan gratuita y tan repentina da miedo; ‘hola, guapa’ y ‘que te follen, puta guarra’ son las caras de una moneda que tiras al aire y a ver qué cae”.
El melón que faltaba por abrir: la hostilidad recibida en las apps de ligar. Esta experiencia que leemos de Meryem El Mehdati en reciente debut literario, ‘Supersaurio’, se asemeja a lo que vemos en otros thrillers como ‘Hard Candy’ (David Slade, 2005), en una trama secundaria de ‘Podría destruirte’ (Michaela Coel, 2020, HBO Max) y en el terrorífico relato de la protagonista de ‘Fresh’ (Mimi Cave, 2022, Disney+).
El caso de ‘Hard Candy’ es bastante conflictivo porque hablamos de una justiciera que busca venganza al margen de la ley -que obviamente es algo que no hay que hacer- y, al mismo tiempo, su rol fue leído por la crítica de la época (se estrenó en 2005) como el de depredadora, cuando lo que su personaje persigue es justicia frente al libre albedrío de un pedófilo.
Si decidimos incluirla como ejemplo de violencia digital es porque ella, una niña de 14 años (Elliot Page), se da cita con un tío de unos 30 al que conoce en internet. La red flag se ve de lejos. El caso es que el cazador va a ser cazado por una niña y eso es algo que, casi veinte años atrás, entraba en una licencia narrativa que no estábamos dispuestos a aceptar (señoros mediante). Como otras rape & revenge que incluimos en este listado, quizá es que estos relatos de venganza solo encuentran en la ficción la redención que la realidad les niega.
Llegadas a este punto, nos vemos con la necesidad de aclarar que no estamos en contra de las apps de citas, ni culpabilizamos a quienes por el motivo que sea deciden mandar nudes, grabarse, etc., siempre y cuando entre dentro de los límites del consentimiento. No defendemos un juicio paralelo a las víctimas de este tipo de invasión a su intimidad, por mucho que el contexto haya tenido lugar a través de una app. Nada en contra de quienes deciden hacer uso de esta alternativa para socializar que el mundo moderno nos ofrece.
En un capítulo de la serie creada por Michaela Coel ‘Podría destruirte’, el amigo de la protagonista, Kwame, suele quedar con hombres a través de estas aplicaciones. En una de esas citas es violado y, por si no fuera suficiente dolor vivir algo así, se encuentra con humillación, incompetencia y homofobia en el trato policial. Todo un humillante contexto que, en el caso de Kwame, deriva en abandonar el proceso de denuncia. Sabemos que este artículo iba de mujeres, pero este caso tenía que comentarse porque, como se viene señalando, la lacra machista salpica en todas direcciones.
Por último, en ‘Fresh’, su protagonista (Daisy Edgar-Jones) tiene que soportar comentarios intimidatorios por parte de hombres que intentan ligar (sin tener ni idea, claro) a través del móvil. Aunque luego vaya por otros caminos, este thriller ofrece una visión general de cómo está el patio en el mundo de las citas modernas. Toda una ruleta rusa donde, de nuevo, quien se encuentra en peligro somos nosotras porque, como estos títulos vienen a demostrar, la experiencia de ser mujer en internet difiere (y mucho) de la de ser hombre.