¿Cuánto sexo es «normal»? Estas son las fases (sexuales) por las que pasan las relaciones
¿La llama del principio ha perdido intensidad? Cuando tienes pareja estable es normal que la frecuencia de las relaciones sexuales se reduzca o varíe por temporadas
Cuando conocemos a alguien y empezamos una relación nos morimos de ganas de tocarnos, besarnos y acariciarnos. Pero, ¿qué pasa cuando esta luna de miel donde el sexo todo lo ocupa va dando paso a una rutina en la que los encuentros sexuales son cada vez más esporádicos?
Aunque cada relación es un mundo y tiene sus propios ritmos, lo cierto es que todas pasan por una serie de fases a lo largo del tiempo. Nuestra libido -y la de nuestra pareja- no es un mar en calma, sino una reacción bioquímica influida por muchos factores. En este artículo vamos a intentar contestar a la gran pregunta: ¿cuántas relaciones sexuales es normal tener cuando estamos con alguien? Alerta spoiler: lo que es normal lo decide cada pareja.
Libido y frecuencia relaciones sexuales: cada pareja es un mundo
Utilizamos el término libido para referirnos al deseo sexual, ese impulso que nos anima a tener relaciones sexuales o a la masturbación femenina. Pero, ojo: no es algo estable. Sus niveles varían de una persona a otra, a lo largo de la vida e incluso en el mismo día. ¿Quién no se ha levantado especialmente motivada y a lo largo de la jornada ha perdido el interés por el camino? En este comportamiento aparentemente caprichoso de nuestra libido influyen muchos factores, desde sentirnos atraídas por alguien hasta nuestra propia genética, la alimentación, el estrés e incluso algunos medicamentos.
¿Influye también en el deseo sexual el hecho de tener una pareja estable? Rotundamente sí, ya que en la libido también intervienen elementos emocionales. Cuando nuestra relación de pareja avanza, es normal que la novedad vaya dejando paso a la rutina, y esos nervios iniciales se convierten en confianza, por ejemplo. Es decir: es una nueva etapa que también puede ser maravillosa. Ahora bien, ¿qué pasa con el sexo? ¿La chispa se apaga para siempre?
Sexo una vez al mes, ¿poco para una pareja?
Cuando pasa el tiempo y nos acostumbramos a estar con alguien en pareja, nuestro cuerpo empieza a fabricar otro tipo de sustancias. El subidón de dopamina de los primeros dos años va dejando paso a una hormona que se llama oxitocina, que se identifica con el afecto y el amor, y no tanto con la pasión desenfrenada.
A partir de ahí, ¿cuál es la frecuencia recomendable para no aparcar totalmente los encuentros sexuales? Puede que el ritmo imparable vaya disminuyendo y, cuando nos queremos dar cuenta, nuestra frecuencia de relaciones sexuales se haya reducido a una vez al mes.
¿Es normal? Ningún libro tiene la respuesta a esta pregunta, ya que no existe una frecuencia ideal, sino aquella con la que ambas personas se sientan a gusto. Lo que tenemos que preguntarnos entonces es: ¿ya no me apetece o simplemente estoy adentrándome en un bucle en el que las rutinas diarias no dan lugar a esos encuentros?
Profesionales de la sexología apuntan precisamente a la frecuencia como motor de la propia sexualidad. Es decir, sexo llama a sexo. Cuando estos encuentros se distancian, el cuerpo se olvida de alguna manera de generar esa “necesidad” y se limita a vivir en una suerte de balsa de aceite de amor.
Ahora bien: ¿es esto lo que queremos? Si apostamos por seguir conectando con nuestra sexualidad y la de nuestra pareja, nuestro cuerpo almacenará la reacción positiva que se produce y “fabricará” esas ganas. En este sentido sí tenemos que intentar no abandonar los buenos hábitos -entre los que se encuentra el sexo- que ayudan a que nuestra relación funcione. Eso sí: sin forzar ni obsesionarse con llegar al orgasmo, por ejemplo.
No obstante, no hay una frecuencia de relaciones sexuales normal ni anormal. Cada pareja mide la cantidad que le necesita o le encaja, y compararnos con otras personas es, también en este caso, un error. La cantidad de sexo que tenemos que tener en pareja no viene marcada por ninguna normativa estatal, sino por nosotras mismas en función de nuestras necesidades emocionales, las de nuestra pareja y el momento en el que nos encontramos.
De nada vale tratar de ponerse objetivos o agendar los encuentros sexuales que debemos tener cada mes. Los propósitos los dejamos para el gym. La única receta para sentirnos a gusto con la cantidad -sea cual sea- es la comunicación: saber expresar y comunicar lo que queremos en cada momento de nuestra relación.
¿Y si mi pareja no quiere sexo?
¿Qué pasa cuando solo una de las dos personas es la que ha perdido el interés en el sexo? Volvemos al punto anterior: la comunicación tiene que ser la base. Hablar de lo que se siente y tratar de identificar la causa del desinterés es esencial para intentar llegar a una solución.
El sexo en pareja tiene la importancia que queramos darle, pero es importante tratar de encontrar esa sintonía. Si creamos un entorno seguro en el que ambas partes estén cómodas, podemos trabajar para recuperar la pasión perdida sin irnos a posturas imposibles u orgasmos irreales.
A veces, basta con conectar a partir de caricias o momentos íntimos que vayan despertando de nuevo esas ganas. Y, si no funciona, siempre se puede recurrir a terapia para que una o un profesional nos ayude a desenredar la situación.