Femdom: de qué hablamos cuando hablamos de ‘dominación femenina’
Si el feminismo va de conquistar terrenos, aquí estamos -quizá- ante otro. Analizamos al detalle esta práctica.
Invisibles, calladas, sumisas, complacientes. A las mujeres se nos han atribuido en algunos periodos muchas cualidades por puro interés de una sociedad patriarcal que han permeado de manera muy líquida en todas las esferas de la vida. Esto incluye, por supuesto, las relaciones sexuales. La idea de que las mujeres somos pasivas y de que el sexo es un medio para complacer a un hombre está cada día más destruida. Buena prueba de ello es lo que se conoce como femdom o dominación femenina, una de las prácticas sexuales de moda donde el rol dominante recae sobre nosotras.
Nos hemos propuesto indagar un poco más en esta práctica para saber en qué consiste, cómo son las dinámicas y, ¡muy importante!, si es compatible con ser feminista.
Femdom: ¿qué es la ‘dominación femenina’?
Entendemos por dominación femenina o femdom cualquier práctica BSDM (acrónimo de bondage-disciplina, dominación-sumisión, sadismo-masoquismo) donde quien domina es la mujer. Es decir, la mujer (o una de ellas) tiene el rol dominante y la otra persona, el papel pasivo o sumiso. Lo aplicamos sobre todo al plano sexual, pero se trata de una práctica que va más allá.
Debe ser algo consentido por ambas partes, donde haya unas reglas y, sobre todo, unos límites.
¿Por qué puede resultar “novedoso”? Porque quienes llevamos las riendas somos nosotras, las mujeres, que históricamente hemos estado reprimidas en lo sexual y, todavía hoy -no todas, no en todas partes, ya sabemos que las generalizaciones implican excepciones- de alguna manera lo estamos. No es fácil librarse de los prejuicios y etiquetas sexuales (como tampoco es fácil siempre detectar el squirt mujer) que nos han acompañado durante generaciones, así que take it easy. No todas tenemos que ser dominatrix ni aspirar a ello.
Consejos para iniciarse en el femdom: lo que necesitas saber
Partiendo de la base de que las reglas se acuerdan entre quienes van a participar en el juego de roles, hay algunos consejos que pueden ayudar a comenzar a dominar la situación.
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Siéntete cómoda con lo que estás haciendo
¿Se trata de algo que te apetece hacer realmente? Sí es así, ¡adelante!
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Ama tu cuerpo
En cualquier relación es importante que trabajemos la reconciliación con nuestros propios cuerpos. Aquí también.
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Hazlo para pasarlo bien
Y no para cumplir la fantasía de nadie.
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No te compares
El cine y las series nos han dibujado una imagen de dominatrix que no tiene por qué corresponderse con tu estilo de femdom. ¡Tú eres única!
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Habla y comunícate
Siempre te decimos que tenemos que perder el miedo a hablar de sexo con nuestras parejas y ser asertivas. Tú dominas pero puedes (¡y debes!) expresar también aquello que te hace sentir incómoda o señalar lo que te está gustando del juego.
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De 0 a 100, no thanks
Aviso para beginners: si nunca antes has probado BSDM, empezar con las prácticas más “extremas” seguramente te haga sentir incómoda o confusa. Disfruta del camino.
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Si vamos a jugar, usemos juguetes
No te olvides de que se pueden incluir algunos complementos que hagan más divertidas las sesiones y ayuden a subir la temperatura. ¿Estás ready para ampliar tu armario?
Dominación femenina vs feminismo, ¿dónde nos situamos?
Conquistar algunos espacios y que se hable de nosotras en roles que tradicionalmente solo han asumido los hombres es un triunfo para el feminismo. Todo lo que sea ampliar y visibilizar nuestra libertad sexual y poner sobre la mesa la importancia del consentimiento nos gusta. Ahora bien: cuidado con las trampas que nos pone el heteropatriarcado.
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La representación que se hace de la mujer dominante frecuentemente se asocia con la maldad y, así, en lugar de empoderarnos, acabamos siendo las villanas de la película.
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Esta dominación femenina que a nosotras nos puede hacer sentir seguras y confiadas tiene su cara B. Basta echar un vistazo a Google para darse cuenta de que funciona como reclamo para el consumo de pornografía o prostitución, donde adivina quién tiene-pero-no-tiene las riendas.
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Dominatrix en la cama, luego ya tal. Sí, es un juego que tiene su momento, lugar y límites. También es un buen momento para que el hombre se deconstruya y asuma papeles vulnerables, pero, ¿qué pasa cuando el juego acaba?
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Por último: que no nos dividan. No se trata de, como suele decirse, repartir carnets feministas entre quienes practican el femdom o entre quienes deciden que no se les llama la atención esa práctica, si no de remar juntas en la misma dirección precisamente para que podamos decidir sin ser juzgadas a qué nos apetece jugar y a qué no.