Brecha orgásmica: solo un 20% de las mujeres llega al clímax con la penetración
Seguro que has escuchado hablar de la brecha salarial, pero, ¿sabes que hay algo similar aplicado al placer femenino?
Parece cosa del pasado, pero quizá no hayamos terminado de destruir del todo el gran mito de que una relación heterosexual concluye con el orgasmo del hombre. ¿Qué pasa si la mujer no ha llegado? ¿Damos por hecho que no tiene la capacidad de sentir placer o podría ser, A LO MEJOR, que no se conoce ni se prioriza aquello que nos lo puede provocar? De eso venimos a hablar: la brecha orgásmica, esa que señala que, en una relación hetero, el hombre alcanza el orgasmo prácticamente siempre, mientras que la mujer ni lo atisba.
Orgasmo femenino y penetración: error 404
Tan solo el 20% por ciento, es decir, una de cada 5 mujeres, alcanza el orgasmo con la penetración. Sin embargo, existe todavía costumbre de identificar la relación sexual con la penetración y su final, con la eyaculación del hombre. Se trata de algo que hemos aprendido todas y todos de una manera casi inconsciente gracias, por supuesto, al patriarcado y a una educación sexual deficiente.
Si hemos crecido viendo películas donde las parejas hetero solo se referían a tener sexo cuando había penetración y siempre se acababa con espasmo masculino final, ¿cómo imaginar que, en la práctica, eso tenía que ser de otra manera? (Si los inputs han llegado a través del porno, apaga y vámonos…).
Todas sabemos que, tradicionalmente, la relación sexual tiene unas fases que -oh, sorpresa- giran en torno a un pene. Digamos que, según esta visión, una relación se puede dividir en dos grandes eras: a.P. y d.P (antes de la Penetración y después de la Penetración). Si queremos hablar de lo que hay antes, lo (mal)llamamos preliminares. Si nos referimos al después… ¿El cigarrito? Ironías aparte, esta manera de concebir cómo es una relación heterosexual se olvida totalmente de nuestro placer para percibirnos como un instrumento para que el hombre consiga los orgasmos que necesita. Sí, da cringe leerlo.
Afortunadamente, gracias al feminismo, esta idea machista y antigua está cada vez más desgastada y a nadie le sorprende que reivindiquemos nuestro placer y nuestros orgasmos. Porque sí, a nosotras también nos gusta el sexo y buscamos la igualdad en esto del mismo modo que la buscamos en el resto de ámbitos de la vida. Buscamos reducir la brecha orgásmica.
Me cuesta tener orgasmos, ¿soy anorgásmica?
Que nadie se escandalice si decimos que esta brecha orgásmica la hemos construido entre todas y todos. De hecho, se trata de algo tan bien organizado que incluso nosotras hemos podido llegar a ser cómplices fingiendo orgasmos para no herir egos masculinos, no reclamando aquello que nos hace disfrutar de verdad o desistiendo de buscar el ansiado orgasmo bajo la creencia de que igual eso no es para nosotras.
Es el momento de darle una oportunidad al placer, alejarse del coitocentrismo y plantearse de una vez por todas qué es aquello que te pone a 100. Aquí van algunas recomendaciones para ir, al ritmo que sea, recortando esa brecha orgásmica a nuestro favor. ¿Cómo no intentarlo precisamente nosotras, que tenemos un órgano únicamente diseñado para darnos placer?
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Busca tu placer a solas
Masturbarse es autoconocimiento, bloomer. Si no sabes qué es lo que te hace disfrutar, ¿cómo vas a pedírselo a otra persona? Dedica un tiempo a investigar tus zonas erógenas. Además de pasar un buen rato, irás normalizando tu propio placer y ganando autoestima en este sentido.
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Di lo que quieres: ir más allá de la penetración
En una pareja hetero, propón que las relaciones no se centren únicamente en la penetración. Los besos, caricias, el sexo oral y la masturbación también son sexo.
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Aprende a reclamar tu placer
Igual que lo han hecho ellos toda la vida. No tiene por qué ser conflictivo ni vergonzoso: las relaciones sexuales son para que ambas personas disfruten. No renuncies a ello.
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Disfruta del camino sin obsesionarte con la meta
A veces nos empeñamos en buscar el orgasmo de una manera tan insistente que, si no llegamos, nos sentimos frustradas. Igual que el sexo es mucho más que la penetración, el placer es mucho más que el orgasmo.
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Un nuevo punto de vista
Para quienes hemos crecido con esta mentalidad, cambiarla puede no resultar sencillo. Hablar de ello -con tu pareja, con amigas- puede ayudar. Si necesitamos orientación más profesional, la terapia puede ser una buena opción.