¿Las apariencias engañan? Del efecto halo a las primeras impresiones

¿Tener el «guapo subido» depende de pintarte el ojo y usar lencería fina tiene que ver con nuestra confianza interna?

noviembre 29, 2023 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

«Nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión». Esta frase, atribuida normalmente a Oscar Wilde, nos habla de la importancia de esos primeros juicios que, de manera más o menos consciente, todas hacemos y sufrimos. Ahora bien: ¿nos podemos fiar de lo que nuestros ojos procesan y nuestro cerebro juzga en esos primeros instantes, sin apenas información? Este es el tema con el que iniciamos la charla con Alba Parejo, socióloga, divulgadora de autoestima y enfermedades raras y última invitada de nuestra particular Escuela de Calor, el podcast de Bloom.

¿Por qué juzgamos a primera vista?

Nos bastan 30 segundos para etiquetar a alguien y saber si es de nuestro agrado o no. ¿Por qué lo hacemos? Según la psicología se trata de un recurso adaptativo: ¿tenemos delante a alguien amenazante de quien huir o, por el contrario, podemos sentirnos seguras con su presencia? Podríamos decir que nuestro cerebro está programado para llegar a una rápida conclusión con muy poca información.

En esta evaluación rápida hay mucho de intuición, pero también de imaginarios colectivos y, por supuesto, de experiencia. ¿Quién no ha cerrado su puerta ante alguien que, de alguna manera, le recordaba a otra persona que le hizo daño en el pasado o ha confiado de primeras solo porque se parecía a quien nos hizo sentir bien? 

El cerebro organiza la información en categorías, y a partir de ahí hace comparaciones rápidas con ayuda de las emociones.

El efecto halo es un término acuñado por el psicólogo Edward L. Thorndike en 1920 que hace alusión a un sesgo cognitivo muy común. Tiene que ver con la influencia de nuestras percepciones y de las conclusiones globales que sacamos de grupos, géneros, etnias, etc., sin tener datos individuales. Un ejemplo claro del efecto de halo sería, por ejemplo, conocer a una persona que físicamente nos resulte atractiva. Tendemos a relacionar esa imagen agradable con éxito social, profesional y económico.

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¿Cuánto hay de estereotipo en todo esto? ¿Cómo nos afecta a las mujeres a la hora de presentarnos, vestir, hablar…? Alba Parejo nos habla en primera persona de cómo ha sido su experiencia al respecto y también de cómo eso ha motivado que haya llegado a ciertas conclusiones sobre sí misma.

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Desde la ropa que usamos hasta la manera en que diseñamos nuestros espacios, las modas son un lenguaje silencioso pero poderoso que comunica identidades.

Juzgar por las apariencias es algo tan antiguo como la orilla del río. Aunque ahora tengamos el escaparate de las redes sociales donde las apariencias lo son prácticamente todo, lo cierto es que es algo prácticamente inherente al ser humano. Lo novedoso es que estamos en una era donde la imagen no solo es tremendamente poderosa, sino que, además, tiene imperativos muy cambiantes. Impulsadas por el capitalismo, las modas y las tendencias cambian muy rápido. Vivimos en una sociedad de consumo especialmente feroz con las mujeres, que nos recuerda a cada instante que necesitamos de *inserte aquí cualquier cosa* para ser válidas o felices. 

Algunas redes como Instagram se sustentan en la pura apariencia: imágenes cuidadosamente seleccionadas, filtros de belleza y, en definitiva, versiones súper idealizadas de la realidad. El resultado: expectativas imposibles y frustración.

Capital sexual o erótico: más allá de lo obvio

Es un término que surge como una excepción del conocido como “capital social”. Mientras que este último nos habla de las conexiones y relaciones interpersonales, el capital sexual o erótico se centra en la atracción personal, la sensualidad y la seducción. Es un concepto que aborda la importancia de la imagen sexual en la sociedad y cómo esta puede influir en el éxito personal y profesional. 

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El capital erótico no se limita únicamente a la apariencia física: abarca la confianza, el carisma y la habilidad para proyectar una presencia magnética.

Volvemos a encontrar intereses económicos: ¿aumentar nuestro capital sexual pasa necesariamente por gastar dinero? ¿Solo me sentiré más guapa si uso tal crema, utilizo tal marca o me pinto los labios? No negaremos que hay días, e incluso momentos, en los que nos vemos mejor que otros, pero, ¿es inevitable dejar que esto dependa exclusivamente de factores externos como el maquillaje o la ropa?

Nuestra última invitada nos lanza una idea alejada de esta premisa: la búsqueda del equilibrio entre nuestra autenticidad y nuestra apariencia: quizá no tengamos que buscar nuestra mejor versión, quizá no seamos esa etiqueta que nos ponemos o nos ponen… ¿Te vas a perder esta charla? ¡Dale al play!

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