
Si la libido marca tanto nuestra sexualidad, ¿por qué sabemos tan poco sobre ella? El deseo sexual femenino, explicado sin tabúes
Analizamos la complejidad de la libido femenina, los factores que influyen en ella y las soluciones que pueden ayudar a mejorar la vida sexual de las mujeres.
La pérdida de deseo sexual en las mujeres es una de las consultas más frecuentes en ginecología y sexología, especialmente en mujeres con parejas de larga duración y aquellas que se encuentran en algún punto del proceso menopáusico. A pesar de su importancia, históricamente no se ha dedicado el suficiente tiempo y esfuerzo en mejorar la salud sexual de las mujeres.
La medicina se ha preocupado hasta el momento en resolver los problemas sexuales masculinos, como la disfunción eréctil, con la aparición de fármacos como la viagra. Sin embargo, la falta de deseo femenino no recibe la misma atención, de hecho, podríamos decir que la libido femenina, hasta hace muy poco, se ha interpretado desde un prisma sin perspectiva de género, sin un entendimiento real de su complejidad. Esto ocurre, en parte, porque el deseo femenino no es un fenómeno puramente biológico, sino un complejo entramado de factores hormonales, emocionales, psicológicos y sociales.
¿Qué factores afectan a la libido femenina? ¿Cómo saber si la falta de deseo es un problema o simplemente una fase? ¿Existen soluciones efectivas para recuperarlo? Analizamos todo lo que tiene que ver con una nueva perspectiva de la libido femenina con la ayuda de dos expertas: Myriam Ribes, ginecóloga, sexóloga y miembro de la Asociación Española de Especialistas en Sexología y Andrea Vicente, psicóloga general sanitaria centrada en la corriente cognitivo conductual y especialista en relaciones de pareja.
Todo (o casi) sobre el deseo sexual femenino


El deseo sexual de las mujeres está infinitamente más condicionado que el de los hombres a los estímulos externos, a nuestras emociones y a nuestro contexto social.
La complejidad del deseo sexual femenino
Sin lugar a dudas, el gran error que se ha cometido hasta ahora al hablar de libido femenina es pensar que nuestra sexualidad funciona de la misma manera que la masculina. El deseo sexual de las mujeres está infinitamente más condicionado que el de ellos a los estímulos externos, a nuestras emociones y a nuestro contexto social. Sin ánimo de simplificar ni señalar, la excitación de los hombres es, por regla general, mucho más espontánea y biológica y no está tan ligada a lo emocional.
Hablamos de la complejidad del deseo sexual femenino porque la respuesta de una mujer ante la sexualidad depende de muchas cosas. Más allá de los aspectos físicos que pueden alterar nuestro deseo sexual en un momento determinado, existen multitud de factores que afectan a nuestra forma de afrontar el sexo.
Todas las cuestiones que condicionan nuestra sexualidad como mujeres
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Hormonales
Los niveles oscilantes de testosterona, estrógenos y oxitocina en nuestro organismo tienen muchísimo que ver con nuestra salud sexual.
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Psicológicos
Aspectos psicológicos como el estrés, la ansiedad o la depresión afectan directamente en el deseo sexual.
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Relacionales
Problemas de pareja como la falta de conexión emocional y los conflictos no resueltos impactan en el deseo.
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Culturales y sociales
Aunque algo está cambiando, las mujeres que nos preceden han sido educadas para desear menos que los hombres y avergonzarse demasiado.
Tal y como nos explica Andrea Vicente: “El deseo sexual en las mujeres no es un interruptor que se enciende y se apaga con facilidad. No funciona solo por hormonas ni por voluntad, sino que está muy ligado a cómo nos sentimos en general”. No es posible aislar el deseo sexual de cómo nos encontramos emocionalmente y hay algunos aspectos de nuestra salud mental que interfieren de manera directa en la libido.
- Estrés y carga mental: si la mente está saturada de preocupaciones, el deseo es lo primero que se apaga. Muchas de nosotras llegamos al final del día agotadas y con la cabeza llena de tareas pendientes. En ese contexto, es lógico que la intimidad quede en un segundo plano. Esto no significa que haya un problema con la pareja o con el deseo, sino que simplemente no hay espacio mental para conectar con el placer.
- Ansiedad y depresión: cuando estamos en un estado de ansiedad o tristeza profunda, el cerebro prioriza la supervivencia, no el placer. De hecho, está demostrado que en estos estados disminuye la respuesta a estímulos que normalmente serían placenteros, incluida la sexualidad.
- Autoimagen y autoestima: es difícil entregarse al placer cuando una parte de la mente está preocupada por cómo se ve el cuerpo. Es un hecho que la inseguridad corporal afecta a la excitación y el deseo. No es que el deseo desaparezca, sino que queda bloqueado por la autocrítica.
- La relación de pareja: no es lo mismo desear a alguien con quien te sientes conectada y segura que a alguien con quien hay distancia emocional o conflictos sin resolver. Si hay resentimiento, desconfianza o falta de conexión, el deseo se ve afectado.
¿Por qué no existe una viagra para mujeres?
Cuando se desarrolló la viagra en 1998, la medicina solucionó de forma bastante eficaz un problema que afectaba y preocupaba a muchos hombres. Pero, ¿por qué no existe una pastillita azul para nosotras? Por un lado, el deseo sexual femenino no es algo que haya preocupado demasiado a lo largo de la historia, pero lo cierto es que la complejidad de la sexualidad femenina hace que esta solución no sea tan sencilla.
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En este sentido, Myriam Ribes, ginecóloga y sexóloga, explica que la disfunción eréctil es un problema de circulación sanguínea que se soluciona con un vasodilatador, mientras que el deseo femenino no responde a una sola causa fisiológica. “La viagra no mejora el deseo, solo la excitación. Mejora la disfunción eréctil, pero el deseo es más complejo y multifactorial. A diferencia de los hombres, cuyo deseo está vinculado en gran parte a la testosterona y la respuesta física, el deseo en las mujeres está ligado a su bienestar emocional, la relación con su pareja, su autoestima y su estado de salud general”.
No existe un medicamento que active el deseo sexual femenino de forma inmediata, pero en los últimos años se han desarrollado algunos tratamientos hormonales, no hormonales y fitofármacos diseñados para mejorar notablemente la libido femenina. A diferencia de la viagra, estos medicamentos no tienen un efecto inmediato, pero trabajan a nivel neurológico para influir en nuestros niveles de dopamina y serotonina, neurotransmisores clave en el funcionamiento del deseo sexual femenino.
Además, en la locura colectiva que ha surgido en todo el mundo entorno al Ozempic, cabe destacar que uno de los beneficios asociados a este medicamento para controlar la diabetes y mejorar los problemas de obesidad parece ser el aumento de la libido. Sin embargo, la mejora del deseo sexual en mujeres que toman Ozempic, podría estar más relacionado con la mejora general de la salud provocada por la pérdida de peso que con el consumo de este medicamento en sí.
¿Cómo saber si la falta de deseo es un problema?
A estas alturas, ya sabemos que la libido no es, ni será nunca, una constante en nuestra vida: fluctúa con los cambios hormonales, el estrés y la dinámica de pareja. Para algunas mujeres, vivir sin sexo puede ser hasta liberador, mientras que, para otras, no tener ese impulso puede llegar a ser un problema grande.
En este sentido, la psicóloga Andrea Vicente indica que la clave para diferenciar si la falta de deseo sexual es o no un problema real en cada caso es observar el impacto que tiene a nivel individual y de pareja. «¿Cómo saber si la falta de deseo es un problema personal, de pareja o simplemente una etapa normal? Esta es una de las preguntas que más me hacen las mujeres en la consulta y la respuesta no es tan simple porque el deseo sexual es algo que fluctúa de manera natural. No siempre tiene que haber un motivo grave detrás de la falta de ganas. Pero, si la falta de deseo genera malestar, culpa o tensión en la pareja, es importante abordarlo», afirma.


Contestar a estas preguntas, puede ayudar mucho a entender en qué punto nos encontramos y si necesitamos ayuda para abordar la situación, ¿Mi deseo ha cambiado drásticamente sin motivo aparente? ¿Cómo era mi deseo antes? ¿Me sigue gustando la intimidad en otras formas, aunque no tenga ganas de sexo? ¿Siento que esto me pesa o me genera culpa? ¿Cómo está mi relación de pareja? “La clave es observar con curiosidad qué puede estar influyendo y no entrar en pánico por tener menos ganas en algún momento. No siempre hay que buscar una solución inmediata. A veces, solo se necesita un poco de espacio y autoconexión”, explica Andrea Vicente.
«El deseo sexual es algo que fluctúa de manera natural. No siempre tiene que haber un motivo grave detrás de la falta de ganas. Pero, si la falta de deseo genera malestar, culpa o tensión en la pareja, es importante abordarlo»
Andrea Vicente, psicóloga general sanitaria centrada en la corriente cognitivo conductual y especialista en relaciones de pareja.
Lo que ocurre con el deseo sexual en la menopausia
No a todas las mujeres nos ocurre lo mismo ni en el mismo momento vital, pero en la perimenopausia y en la menopausia muchas de nosotras acusamos una gran pérdida de libido. La respuesta, obviamente, está en las hormonas.
La menopausia no significa el fin del placer ni de la vida sexual, pero sí un cambio. Y, como todo cambio, requiere de ajustes. Lo importante, para no vivirlo como un drama, es dejar de asociar el deseo con la juventud y empezar a verlo como algo que evoluciona con nosotras. De hecho, muchas mujeres descubren en la transición menopáusica una sexualidad más libre, sin la presión de la fertilidad o de cumplir expectativas, comenta Andrea Vicente.
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Desde la perspectiva de la sexología, Myriam Ribes, explica que el tránsito a la menopausia, la perimenopausia y sus ajustes hormonales supone cambios importantes que pueden ser muy molestos y agotadores. Es lógico perder el deseo en esta etapa de la misma manera que lo podemos perder si estamos viviendo un problema que nos quita el sueño o pasamos por una intervención quirúrgica.
Pero, una vez pasado ese momento y si cuidamos nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestra piel y nuestros genitales, no tendría porqué haber problemas en la esfera sexual. “De hecho, los estudios dicen que los mejores orgasmos en la mujer se refieren a la década de los sesenta. Tenemos una visión demasiado negativa de la menopausia como consecuencia del mal trato que le ha dado la sociedad al universo femenino en general y a la mujer mayor en particular”, explica la experta.
“Si te sientes bien y estás contenta, hay deseo. Cualquier estrategia que te haga sentir mejor, más vital y más activa mejorará la libido»
Myriam Ribes, ginecóloga y sexóloga
¿Se puede fortalecer la libido de manera natural?
En una tendencia hacia el fatalismo, muchas mujeres que atraviesan una época de sequía y falta de interés por el sexo piensan que no habrá marcha atrás. Pero, ¿es posible volver a tener ganas de sexo? ¿Se puede recuperar el deseo sexual después de una época inapetente? Por suerte, sí. Es posible recuperar y fortalecer nuestra libido si sabemos cómo. La clave está en comprender que el deseo sexual, especialmente en algunas etapas, no es algo que se pueda imponer ni forzar, es más bien un sentimiento que debe cultivarse con dedicación.


Tal y como detalla Myriam Ribes en su libro Recupera tu deseo en 7 pasos, la clave está en el estado de ánimo. “Podríamos decir que, si te sientes bien y estás contenta, hay deseo. Cualquier estrategia que te haga sentir mejor, más vital y más activa mejorará la libido. Alimentación, actividad física o estrategias para disminuir el estrés, como la respiración consciente, el mindfulness y otras actividades que aporten atención plena y que resulten estimulantes. También hay fitofármacos que pueden ser un gran impulso para nuestro deseo sexual”, indica.
A nivel emocional, Andrea Vicente plantea algunas estrategias fundamentales para acortar distancias y reconciliarnos con nuestro deseo sexual, pero sin presiones:
- Bajar el ritmo y reconectar con el cuerpo: muchas mujeres viven en piloto automático, sin tiempo para sí mismas. Pequeños cambios, como tomarse momentos para relajarse, moverse, bailar o simplemente sentir el cuerpo pueden marcar la diferencia.
- Desvincular el sexo de la obligación: si el deseo aparece solo cuando hay “expectativa de cumplir”, es normal que desaparezca. La sexualidad no debería ser un ítem más en la lista de tareas pendientes. Explorar el placer sin presión puede ser liberador y muy estimulante.
- Hablar con la pareja: muchas mujeres sienten culpa por no tener ganas y terminan cediendo sin disfrutar. Pero cuando se abre el diálogo y se expresa lo que realmente se siente, es más fácil encontrar maneras de conectar sin presión.
- Reducir la carga mental: si todo el día es correr de un lado a otro, resolver problemas y cuidar de los demás, es difícil que quede espacio para el deseo. Aprender a delegar y a establecer límites ayuda mucho a reducir la carga mental y a reconectar con nosotras mismas.
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¿Estamos cambiando por fin la narrativa sobre la sexualidad femenina?
Afortunadamente, cada vez somos más las voces que hablamos claro de sexualidad y deseo femenino, huyendo de los estereotipos y los tabúes y fomentando el diálogo sobre la diversidad del deseo femenino para que las mujeres puedan recuperar el control de su sexualidad y su placer sin presiones.
Sin lugar a dudas, la sexualidad femenina se ha analizado hasta hace muy poco desde un prisma de género, pero tanto la sociedad como la comunidad científica estamos aprendiendo que cada sexualidad debe ser entendida como única y libre.
“La vivencia del deseo es algo tan individual que un gran error es meterlo en un constructo dicotómico de géneros”, asegura la doctora Ribes. Desde el punto de vista de la educación sexual, la única manera de cambiar la narrativa sobre el deseo femenino para que las mujeres se sientan dueñas de su sexualidad sin juicios ni expectativas externas es el respeto. “Respetando a todas las mujeres, sus procesos, sus diferencias y su individualidad. Permitiendo que todas expresen lo que son y lo que desean, sin comparativas, sin presiones y en total libertad. Las mujeres tenemos una sexualidad infinita, totalmente diversa y sobre todo muy poderosa. Tenemos que aprender a creérnoslo», concluye.