Autoestima genital: guía completa para entenderla y sanar la mirada hacia tu cuerpo
¿Sabes cómo influye la percepción que tienes de tu vulva en tu vida personal y en tus relaciones sexuales?
Hay conversaciones que parecen insignificantes, pero que abren puertas y liberan. En Bloom tenemos claro que uno de estos temas son los genitales: con naturalidad, sin morbo, sin vergüenza. Muchas personas viven con esta zona de su cuerpo desde un lugar extraño: sí, es una parte que me pertenece, pero, a la vez, es como si no fuera del todo conmigo. Esto no quiere decir que no les presten atención en cuanto a higiene e incluso placer, pero la mirada no es, digamos, la más amable.
En los últimos años, profesionales de la salud sexual han puesto nombre a algo que antes apenas se mencionaba: autoestima genital. Para saber más sobre este término hemos recurrido a Sofía Hormigos, psicóloga clínica y forense en Psytel Psicólogos, que nos ha explicado cómo se forma esta autoestima tan específica, qué consecuencias tiene y qué podemos hacer para tratar de mejorarla.


¿Qué es la autoestima genital y por qué es importante?
La autoestima genital es la relación emocional, cognitiva y corporal que una persona mantiene con sus genitales. Según Hormigos, al hacer referencia a este concepto hablamos necesariamente de una valoración tan íntima como subjetiva de esta zona del cuerpo que incluye cómo la persona ve sus genitales, su olor, su funcionamiento y si los percibe como “normales”. Aquí radica parte del quid de la cuestión: la presión mediática y social sobre cómo son unos genitales perfectos. “Esta expectativa invade las redes, está en el porno e incluso en las conversaciones cotidianas, y ha hecho que muchas personas se sientan acomplejadas, eviten mostrarse o vivan la intimidad desde la inseguridad más que desde el placer”, explica la experta. Es decir, va más allá de la mera apariencia: abarca creencias, autopercepción, lo que te dices internamente y cómo te comportas con respecto a tu vulva o tu pene.
Tener una buena autoestima genital es clave porque está directamente vinculada al deseo, a la capacidad de abandonarse al disfrute y de conectar emocionalmente sin miedo al juicio. Cuando una persona se siente bien con su cuerpo, las relaciones sexuales dejan de vivirse como un examen y se convierten en un espacio de libertad y encuentro.
¿Cómo se configura la autoestima genital?
Para muchas personas, especialmente para las mujeres, la historia de sus genitales comienza con la omisión: nadie los nombra, nadie los menciona con naturalidad, nadie explica cómo se tienen que cuidar. La infancia es un campo de minas en forma de advertencia: eso no se toca, ten cuidado ahí. Crecemos pensando que hay algo malo o peligroso (sobre todo nosotras). Esto se suma a ver constantemente cuerpos irreales, filtrados, retocados tanto en el cine, como en los medios, en la publicidad o en el porno. “La presión mediática hace que nos comparemos con modelos que no existen en la vida real. Cuando no encajas en ese canon, aparecen la vergüenza, la duda y la sensación de anormalidad”, desarrolla Hormigos.


La educación sexual juega aquí, una vez más, un importante papel: muchas de nosotras aprendimos más sobre prevención que sobre nuestra menstruación o nuestra sexualidad. ¿Cuántas sabíamos dónde estaba el clítoris y cuál era su fascinante función al llegar a la edad adulta?¿Cuántas vimos un dibujo realista de una vulva?
Señales de una baja autoestima genital
¿Cómo saber si esto te está pasando a ti? Tal y como explica Hormigos, aunque es una sensación difusa, hay conductas muy concretas que nos pueden ayudar a detectar una baja autoestima genital:
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Evitas desnudarte con luz, incluso si estás sola.
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Prefieres tener relaciones sexuales a oscuras.
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Te incomoda su tamaño, color y olor.
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No disfrutas del sexo oral porque estos pensamientos te lo impiden.
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No te relajas mientras tienes relaciones, por lo que tu capacidad de disfrutar disminuye. Esta falta de relajación puede derivar en disfunciones sexuales como la dispareunia, el vaginismo, la sequedad vaginal o la anorgasmia.
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Eliges posturas donde la vulva no quede tan expuestas.
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Te cuesta hablar de tus genitales incluso en entornos que consideras seguros.
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A menudo tienes pensamientos intrusivos como que tus genitales no son normales, que eres defectuosa, etc.
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Las revisiones ginecológicas te producen ansiedad (hasta el punto de evitarlas incluso).


Consecuencias emocionales y sexuales de tener una mala relación con tus genitales
Hormigos señala que las consecuencias de no tener una buena autoestima genital son más profundas de lo que solemos pensar: “a nivel interno, genera inseguridad, autocrítica y desconexión corporal; en pareja, aumenta la dependencia de la validación externa; y en el sexo, la vivencia cambia: en lugar de ser un espacio de disfrute es una especie de prueba donde la persona tiene que cumplir, esconder o controlar”.
Además, como hemos mencionado anteriormente de pasada, aunque hay más factores médicos, educacionales o relacionales, una baja autoestima genital funciona como un modulador muy potente a la hora de desarrollar disfunciones sexuales. Esto se explica porque “la vergüenza activa la tensión muscular, la desconexión, el miedo a mostrarse, y todo eso interfiere en la excitación y en la respuesta sexual”, concluye la experta.


Cómo trabajar la autoestima genital: ejercicios paso a paso
La terapia sexual es muy efectiva en estos casos. Hormigos nos cuenta que en este tipo de terapias se suelen plantear ejercicios como la exploración corporal en espejo, el aprendizaje consciente para sentir sin juicio (lo que ella denomina “mindfulness genital), el desmontaje de mitos estéticos y funcionales a partir de la reestructuración de creencias sobre el cuerpo y la sexualidad o la autoestimulación terapéutica para reconectar con el placer.
Incluso si alguien lleva toda la vida sintiendo rechazo o incomodidad, la relación con el propio cuerpo puede sanarse. La sexualidad es plástica: se puede reaprender.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
La respuesta de nuestra experta en este sentido es muy clara: cuando la preocupación deja de ser una idea puntual y empieza a limitar tu vida sexual, tu bienestar o tu libertad, si afecta a tus relaciones, si sientes bloque, si evitas el sexo o las revisiones médicas, si no puedes avanzar sola. La terapia sexual ofrece un espacio seguro donde poder explorar sin juicio y reconectar con el cuerpo.


























