Las agresiones sexuales a menores en España se disparan un 55,1% y casi un 80 % de las víctimas son niñas. Estos son los datos escalofriantes que debemos conocer y visibilizar
El 78,7% de las víctimas son niñas y mujeres.
Escrito por Sara G. Pacho
Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.
Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.
La Fundación ANAR (Ayuda a Niños/as y Adolescentes en Riesgo) es una organización sin ánimo de lucro que se dedica a la promoción y defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo y desamparo desde 1970. Esta semana ha hecho público su último estudio, titulado ‘Agresión Sexual en Niñas y Adolescentes según su testimonio. Evolución en España (2019-2023)’ del que se pueden extraer datos realmente escalofriantes: las agresiones sexuales a menores han aumentado un 55,1% en este periodo, el perfil del agresor es hombre, mayor de edad y del entorno de la víctima y las agresiones grupales representan ya el 10,9%.
Informe de la Fundación ANAR sobre agresiones sexuales a menores
Queremos poner el foco en la agresión sexual en menores de edad, fenómeno oculto y escondido en el que predomina el miedo y la vergüenza y en el que debemos ser cuidadosos a la hora de hablar de las víctimas para evitar su reconocimiento y su estigmatización social, saber situarlas en el plano adecuado para evitar la culpa y promover el sentido de justicia para animar a la denuncia.
Radiografía de las agresiones sexuales a menores
Cifras sobre agresiones sexuales a menores
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En términos porcentuales, las agresiones sexuales aumentaron durante estos cinco años un 55,1%, y un 353% en los últimos quince. Es decir, actualmente se registran 4,5 casos por cada caso que ANAR atendió en el año 2008.
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El informe recoge varios tipos de agresiones sexuales a este colectivo y su incidencia: el 91,5% son presenciales, el 3,1% se califican como grooming (término que hace referencia al acoso de adultos a menores a través de internet), el 2,2% fue sexting no consentido, el 1,3% pornografía y el 1,9% explotación sexual y/o prostitución.
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El 78,7% de las víctimas fueron niñas y mujeres. Por cada 100 menores varones que sufrieron cualquier tipo de agresión sexual se registraron 401,5 agresiones a mujeres menores de edad.
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La media de edad de los menores que sufren es de 12,5 años, algo más alta que en el anterior informe.
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El entorno de las víctimas también se refleja en este estudio: el 40,7% vive con ambos progenitores y un 36,1% en familias monoparentales.
El 58,7% proceden de familias españolas y el 41,3% son migrantes, lo que la Fundación señala como especialmente relevante si tenemos en cuenta que solo el 12,8% de la población de menores de edad son extranjeros y extranjeras.
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El 2,5% de las víctimas tiene algún tipo de discapacidad.
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Las agresiones en grupo (o en manada) siguen aumentando: si en 2008 eran un 2,1%, en 2023 representaron el 10,9%.
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El 43,9% de los casos involucra las TIC, lo que supone un aumento del 21,6% desde 2008.
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El 13,4% de las víctimas se encontraban bajo el efecto de sustancias estupefacientes. Una de cada 100 sufrieron sumisión química.
El perfil del agresor
Una vez que vemos los escalofriantes datos de agresiones, nos preguntamos quién está del otro lado: quién es el agresor. Este estudio revela que el 94,3% de los agresores son hombres, la mayoría mayores de edad. 8 de cada 10 son personas conocidas por la víctima, es decir, pertenecen a su entorno, por lo que no hay percepción de riesgo. De hecho, el 50,3% son miembros de su propia familia, un dato que alcanza el 85,9% si nos fijamos en las agresiones a menores entre 0 y 9 años.
Las consecuencias
Este documento no solo se limita a plasmar datos, sino que también se fija en las consecuencias que tienen estas agresiones en la vida de la víctima. Según Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, destacan los cambios bruscos de comportamiento y estado de ánimo (23,5%), los que denomina “problemas psicológicos de gran calado« (20,8%), y las conductas o ideaciones suicidas (9,1%). Esto es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que un 70,3% de las víctimas no reciben ayuda psicológica tras la agresión.
Debemos ser sensibles ante el sufrimiento que este acontecimiento entraña para la víctima y actuar inmediatamente tratando de reducir el impacto que puede tener en su vida.
El método de estudio
La metodología de ANAR para elaborar el Estudio combina datos cualitativos y cuantitativos para tratar de dibujar un escenario de un problema que saben complejo, en el que no solo influyen diferentes factores (biológicos, sociales, culturales, económicos), sino que también se generan interacciones entre ellos a diferentes niveles: individual, relacional, comunitario y social.
Los datos analizados pertenecen al periodo entre 2019 y 2023, en el la Fundación atendió 4.522 casos de niños, niñas y adolescentes a través del teléfono y chat ANAR. Se dieron respuesta a un total de 81.252 consultas y peticiones de ayuda.
¿Qué hacer si te pasa (o conoces a alguien que le está pasando)?
La Fundación ANAR cuenta con un teléfono de Ayuda a Niños, Niñas y Adolescentes en Riesgo (900 20 20 10) para ofrecer de forma inmediata apoyo psicológico, social y jurídico a niños, niñas y adolescentes con problemas o en situación de riesgo. La llamada es gratuita y confidencial y está disponible en todo el territorio nacional las 24 horas del día todos los días del año.
Además, no olvides otros teléfonos de ayuda, como el 016 (atención a víctimas de violencia machista), el 112 para emergencias, el 091 y 062 para contactar con la policía y la guardia civil respectivamente, y la aplicación móvil Alertcops, para enviar tu geolocalización a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La mejor manera de luchar contra cualquier forma de violencia hacia niños/as y adolescentes, incluida la sexual, es la prevención. Es necesario concienciar a toda la sociedad sobre esta problemática y garantizar la formación de familias y profesionales, así como la coordinación entre todos los agentes implicados. Es labor de todos/as deconstruir la sexualidad desde la alarma social, el miedo y el tabú y fijar modelos de referencia sanos.
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