Apostar a la menstruación de las jugadoras: misoginia deportiva en 2025
En EEUU están apostando por el rendimiento de las mujeres en función de su menstruación. Analizamos todo lo que hay detrás del fenómeno “blood money”
Esta semana ha saltado la noticia de que en Estados Unidos algunos apostadores y creadores de contenido han tenido la “genial” idea de apostar sobre la menstruación de las mujeres que juegan en la WNBA. La idea, que no puede ser más lamentable, consiste en intentar predecir el rendimiento de las jugadoras en función de su ciclo menstrual. Una tendencia que ya ha sido bautizada, con un nombre que lo dice todo: “blood money”.
Todo esto sucede en plena temporada histórica de la WNBA, con récords de asistencia en los pabellones, más de dos millones y medio de espectadores este verano, y un boom de nuevos fans y también de nuevos apostantes. Con el auge del deporte femenino en todo el mundo y en todos los ámbitos, resulta evidente que la historia va de hacer negocio y de que en EE.UU las apuestas absurdas hace tiempo que se les fueron de las manos.
Pero lo que hay detrás de estas apuestas es una mirada profundamente misógina y un menosprecio absoluto hacia las deportistas profesionales, como si su cuerpo y su menstruación fuera una variable que cualquiera pudiera analizar, interpretar y monetizar sin su consentimiento.
La pregunta, más allá del morbo, es seria. ¿Qué dice de nosotros como sociedad que, en 2025, haya personas ganando dinero apostando a la menstruación de las jugadoras?


La apuesta inesperada sobre la regla y el rendimiento deportivo
Aunque lo parezca, lo que está pasando en la WNBA (Women’s National Basketball Association), no es una ocurrencia aislada ni una broma de mal gusto. Es un fenómeno que ha crecido lo suficiente como para que medios como WIRED, The Guardian y EL PAÍS se hayan hecho eco de la noticia. La idea es tan sencilla de explicar como difícil de creer: Algunos apostadores analizan las estadísticas de tiro, minutos jugados, tendencias de acierto o bajadas de rendimiento y las “cruzan” con un ciclo menstrual imaginario que atribuyen a cada jugadora. La realidad es que no disponen de información real, no hablan con los equipos, no tienen datos médicos, pero aún así se lanzan a afirmar, por ejemplo, que una jugadora está baja de forma porque atraviesa su la fase lútea o que otra debería rendir menos porque, según ellos, estaría menstruando.
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La apuesta inesperada sobre la regla y el rendimiento deportivo
Esta práctica no es oficial ni forma parte de los mercados regulados, pero está teniendo un eco enorme en los foros de apuestas y también en las redes, donde algunos creadores de contenido presumen de haber acertado pronósticos basados en esta idea. Uno de los más citados asegura haber encadenado varias rachas de aciertos revisando supuestas fases del ciclo menstrual de jugadoras muy mediáticas, como si fuera un patrón fiable y no un producto de varias casualidades, sesgos y pura especulación. Lo más alarmante no es el método, sino la naturalidad con la que se ha extendido, como si el cuerpo de las deportistas fuera un dato más a explotar del mismo modo que la altura, el porcentaje de tiro o la estadística avanzada.
El contexto tampoco ayuda. La WNBA vive uno de los momentos más potentes de su historia, con pabellones llenos hasta la bandera, audiencias que no dejan de crecer y una presencia mediática inédita. A pesar de la condescendencia, el interés del público masculino también ha crecido, y con él, el volumen de apuestas deportivas absurdas alrededor de la liga femenina. Y el peligro es que esto se extienda como la espuma a todos los países y a otros deportes en los que las mujeres compiten, algo que está empezando a pasar, claro.
La clave es entender que esta tendencia no surge de un análisis deportivo ni de la ciencia del rendimiento femenino y, por supuesto, no responde a una preocupación por la salud de las jugadoras ni a un intento de comprender mejor cómo se entrena o cómo se compite. Nace del primitivo deseo de rascar dinero donde sea posible y esconde una mirada machista y una misoginia de la que, por desgracia, aún estamos muy lejos de librarnos.


Lo que dice la ciencia sobre deporte y regla
El ciclo menstrual influye en el cuerpo de una mujer igual que influye en su energía, en su estado emocional y en la manera en la que afronta cualquier esfuerzo físico. No es un proceso lineal. Es un ciclo en el que los niveles hormonales suben y bajan y, con ellos, cambian también la fuerza, la vitalidad, la sensibilidad al dolor o la capacidad de recuperación.
Aunque cada mujer vive su ciclo de una forma distinta, sí es habitual que durante la regla aparezcan molestias, cansancio o inflamación, mientras que en la fase folicular y alrededor de la ovulación suele aumentar la energía, mejora la tolerancia al esfuerzo y se siente más estabilidad y fuerza. En la fase lútea, sobre todo en los días previos a la menstruación, pueden aparecer más pesadez, retención de líquidos o fatiga. Aun así, nada de esto es exacto ni predecible. No existen patrones universales y no todas las deportistas notan los mismos cambios y para muchas estas variaciones pasan casi inadvertidas y para otras marcan diferencias claras en su día a día.
Esa es la razón por la que algunos equipos de élite estudian el ciclo menstrual de sus jugadoras con el objetivo de prevenir lesiones, adaptar las cargas de entrenamiento o mejorar el descanso y la recuperación. Lo hacen con consentimiento, con rigor médico y con el objetivo de cuidarlas, nada que ver con el sistema de apuestas que ha nacido alrededor de la liga femenina norteamericana.
En este sentido, el Consejo Superior de Deportes habla muy claro sobre este tema en su guía “Mujer, Deporte y Salud”, donde recuerda que no existe un patrón universal que relacione cada fase del ciclo con un rendimiento concreto. El documento insiste en que las variaciones hormonales pueden influir en la percepción del esfuerzo o en el nivel de energía, pero de una forma profundamente individual. No sirven para predecir el desempeño de una deportista ni para anticipar si un día jugará mejor o peor.
Por eso, insistimos, no tiene ningún respaldo científico partir de la base de que todas las mujeres responden igual ante sus menstruaciones y rinden igual durante cada fase de su ciclo menstrual. No hablamos solo de apuestas absurdas, hablamos de un sistema que sigue tratando el cuerpo femenino como algo disponible, opinable y monetizable.



























