La bisexualidad no es una moda. Las mujeres están explorando su deseo sin etiquetas y las cifras lo demuestran

marzo 17, 2025 Escrito por María Sapiano

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

En una entrevista icónica, Lola Flores lanzó una de esas frases que quedaron marcadas en la cultura popular: «¿Y quién no se ha dado un pipazo con una amiga?». Aunque dicha con la naturalidad y el desparpajo que la caracterizaban, sus palabras resonaron en muchas mujeres que han experimentado el deseo sin miedo a encasillarse. Porque la realidad es que cada vez somos más las que nos permitimos sentir, experimentar y amar sin etiquetas.

La bisexualidad ha sido durante mucho tiempo un tema rodeado de prejuicios y malentendidos. Se ha visto como una fase, una confusión, una forma de llamar la atención o, peor aún, como una moda pasajera. Pero la realidad es que las mujeres, a lo largo de la historia, han sentido atracción por otras mujeres, solo que los tabúes y la estructura patriarcal han reprimido esos deseos. Hoy, en un mundo donde la conversación sobre sexualidad es cada vez más abierta, las mujeres nos sentimos más libres para explorar nuestra identidad sexual sin miedo al juicio.

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Menos tabúes, más visibilidad

La visibilidad ha sido clave en este cambio de paradigma. Series, películas, libros y redes sociales han contribuido a mostrar historias de mujeres que aman a otras mujeres sin que esto se convierta en un drama o en una «etapa». Figuras públicas también han dado un paso al frente, mostrando que la bisexualidad no necesita justificación ni explicaciones. Esto ha permitido que muchas mujeres se reconozcan en estas narrativas y se atrevan a vivir su deseo con autenticidad

Sin embargo, los datos reflejan que los prejuicios siguen presentes. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en su último estudio sobre sexualidad en España, un 12,6 % de las mujeres jóvenes se identifican como bisexuales, un porcentaje que ha crecido desde el 9,4 % registrado en estudios anteriores, reflejando una mayor visibilidad y aceptación social. Sin embargo, este aumento de la visibilidad no significa que el estigma haya desaparecido. La misma encuesta indica que el 40 % de las personas bisexuales han sufrido discriminación o comentarios despectivos sobre su orientación, y que las mujeres bisexuales tienen una mayor probabilidad de que se cuestione la validez de su identidad en comparación con los hombres bisexuales.

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El deseo sin etiquetas

Cada vez más mujeres desafían la necesidad de encasillarse en una identidad fija. Para muchas, no se trata de proclamarse bisexuales, pansexuales o cualquier otra etiqueta, sino simplemente de seguir su deseo, sin explicaciones. Y esto, lejos de ser una tendencia pasajera, es una muestra de una mayor libertad sexual y emocional.

Otro dato revelador del CIS es que la bisexualidad femenina es más propensa a ser fetichizada en la sociedad. Según el informe, «la bisexualidad en las mujeres es percibida en mayor medida como un rasgo transitorio o un comportamiento asociado a la exploración, especialmente en contextos de interacción con hombres».

Mientras que la homosexualidad masculina suele ser enfrentada con rechazo o burla, la bisexualidad en las mujeres es a menudo vista desde la mirada masculina como un objeto de deseo o una experiencia para su entretenimiento. Esto no solo deslegitima la identidad de muchas mujeres, sino que perpetúa la idea de que su orientación es una etapa o algo performativo.

No se trata de que ahora «haya más bisexuales», sino de que hay menos miedo. De que podemos expresar lo que sentimos sin ser señaladas, sin que nuestra identidad se ponga en duda, sin que se nos tilde de confundidas. Que una mujer ame a otra, que se acueste con otra, que desee a otra no es ni nuevo ni una moda: es simplemente una realidad.

Y sí, quizá haya muchas que se han dado «un pipazo con una amiga», pero más allá de la anécdota, lo importante es que las mujeres tenemos el derecho a explorar nuestro deseo sin que nadie nos imponga qué somos o cómo debemos vivirlo. Porque la libertad también es esto: amar, sentir y desear sin etiquetas, sin miedo y sin permiso.

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