Oda a las solteronas: una reivindicación de todo lo que podemos aprender y disfrutar con nosotras mismas
Frente a los solteros de oro estamos las mujeres solteras, históricamente vistas como peligrosas o fracasadas. ¿Nuestro objetivo? Echar abajo ese estigma
Hasta no hace demasiado tiempo, la aspiración de una mujer en la vida era, ante todo, encontrar un buen marido y casarse. Tanto es así que desde bien niñas, cuando los chicos no tenían más preocupación que jugar a las chapas, nosotras ya estábamos planeando cómo sería el vestido, las flores de las mesas y la música que sonaría para nuestro primer baile como esposas de.
¿Por qué para nosotras esto, más que un deseo o una elección en la vida, era casi un imperativo? Sencillo: hemos crecido con la idea -más o menos presente- de que si no encontrábamos pareja acabaríamos siendo unas solteronas. Como todo el mundo sabe, poco tiene que ver este término con el que recibe un hombre que decide no casarse: soltero de oro. Las solteras somos mujeres amargadas que convivimos con 27 gatos porque solo somos capaces de retener compañía a base de pienso y latas de atún.
El 11 de noviembre (11/11) se celebra el día del soltero/a y esto nos sirve como excusa para tratar este tema y, con suerte, acabar con ese estigma que tiene la soltería -elegida o no- para transformarla en una fantástica oportunidad de estar con nosotras mismas, conocernos y vivir nuestra vida fuera de los cánones establecidos.
Casarse: ¿nuestra meta en la vida como mujeres?
Para ciertas generaciones, pensar en una mujer soltera es pensar en Bridget Jones. No se trata de una historia que empodere a nadie, sino de una advertencia para las mujeres con tantos matices machistas que abruma: una mujer supuestamente entrada en carnes por usar una talla 38, que se avergüenza de su ropa interior, que resulta graciosa cuando quiere ser sexy y que todo lo que quiere en la vida es un ideal totalmente dañino de amor romántico.
La referencia es antigua, pero lo cierto es que su fantasma sigue vivito y coleando. La ficción y dichos populares están impregnados a tope del espíritu de Bridget. Frente a los ejemplos de hombres elegantes, inteligentes y guapísimos que han decidido «no atarse» (porque nosotras encadenamos, se ve) están las mujeres que han fracasado, que morirán solas, que son brujas, locas de los gatos, feas, demasiado exigentes (a quién se le ocurre), egoístas… y así un largo etcétera.
Es un warning o red flag que ha sabido adaptarse a la situación social de cada momento de la historia, pero bajo el que siempre ha habido la intención de señalarnos como peligrosas o perdedoras.
¿Cómo evitar que esto nos cale? No somos impermeables, amigas. Es normal que a veces toda esa herencia cultural nos haga creer que estar soltera es sinónimo de fracaso, o, peor, de estar sola. Que no te la peguen: no tiene nada que ver.
Te cuento una pequeña anécdota personal: meses después de la ruptura que se lleva el premio a la más dolorosa en mi vida, mi padre me preguntó si no me apetecía conocer a otra persona. Con toda su buena intención y, creo que preocupado por mi posible aislamiento, me dijo que no quería que estuviera sola. Se me saltaron las lágrimas y no pude contestar a aquello. Días después, lo hablé con una amiga. Fue ella la que me dio la clave: “No estás sola. No tienes pareja, pero no estás sola. Tienes amigas, tienes amigos, tus gatos, tus aficiones, tu trabajo. No estás sola ni lo has estado jamás”.
Solteronas o la importancia de reapropiarnos de este término
Quizá esta sea una de las lecciones más valiosas de cara a abrazar la soltería, tanto si es elegida como si no. La idea de que necesitamos estar en pareja para tener éxito es una mentira.
No puedo evitar parafrasear a Carrie Bradshaw (‘Sexo en Nueva York’): “Estar soltera solía significar que nadie te deseaba. Ahora significa que eres muy sexy y te tomas tu tiempo en decidir cómo quieres que sea tu vida y con quién quieres compartirla”.
En una sociedad que se organiza en torno a la pareja, puede ser difícil encontrar la comodidad en la soltería. Kate Bolick reflexiona sobre esto en ‘Solterona. La construcción de una vida propia’. En este libro, la autora recurre al concepto “despertadoras” para hablar de mujeres inspiradoras. No son heroínas, sino escritoras que fueron capaces de hacerle reflexionar sobre sí misma y le animaron a verse desde otras perspectivas. Vemos, una vez más, lo importante que es tener de nuestro lado a otras mujeres que, lejos de hacernos sentir marginadas o fracasadas, sean un lugar seguro al que acudir.
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¿Qué pasa si la soltería no es elegida?
Puede que muchas de nosotras vivamos felices en la soltería, que nos sintamos más independientes y libres, pero también puede que no hayamos tenido más remedio que asumir que no viviremos esta vida en pareja. Mientras que, de manera elegida, muchas mujeres comparten su vida con alguien, quizá otras no hemos tenido la suerte de encontrar una relación sana.
Los “ya te llegará”, los “tú no tienes pareja porque no quieres” y los “con lo guapa que eres seguro que tienes muchos pretendientes” pueden ser auténticos puñales.
Ante este tipo de comentarios, asertividad: comenta que eso no te hace sentir bien y que prefieres no escucharlos. Ante la situación de la soltería no elegida, autoconocimiento, buena compañía y, si es necesario, terapia.
Día de los solteros y, sí, de las solteras y solteronas (a mucha honra)
Una vez roto el estigma del fracaso, me gustaría abrir otro melón: estar soltera no significa estar libre de preocupaciones. No es justo que, por el hecho de no tener pareja, nunca seamos las primeras en elegir vacaciones en el trabajo (“total, tú no dependes de nadie”), en las bodas seamos una especie de premio que se rifa y tengamos que ser autosuficientes en cada aspecto de nuestras vidas.
Me fastidia tener que mencionar algo tan obvio: nosotras, como todo el mundo, también tenemos nuestras tormentas, también sufrimos, también sentimos la soledad, la tristeza o el miedo. El estado civil o sentimental no nos define como personas: ni somos tan independientes que no necesitamos a nadie ni unas amargadas entregadas a una vida de tabaco, alcohol y comida basura, ni unas depredadoras sexuales que hacen muescas en la pared según le piden a su amante un Uber para que se vuelva a su casa.
Por eso, lejos de intenciones consumistas (el llamado día del soltero se ha convertido en otra excusa para impulsar un consumo exacerbado), me gustaría que este 11/11 seas amable contigo misma, te perdones si lo necesitas, valores todo aquello que sí tienes, pienses en lo que te hace feliz y te celebres como te mereces.