Gestación subrogada: ¿Soy yo o se está normalizando comprar bebés?

La gestación subrogada se expande por todo el mundo. ¿Qué hay detrás? Hablamos de explotación, deseo de maternidad/paternidad, regulación y el lenguaje que la blanquea.

julio 6, 2025 Escrito por Noelia

Redactora especialista en Salud Femenina, con más de diez años de experiencia en esta temática. Posgrado en Periodismo Digital por la Universidad Rey Juan Carlos.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

La gestación subrogada es el embarazo que se da en el cuerpo de una mujer (denominado de forma coloquial como vientre de alquiler) y cuyo objetivo es que, una vez se haya dado a luz, el bebé pase a ser el hijo de otra mujer, sin que la madre gestante tenga ningún derecho sobre él.

Siempre en el centro del debate, para unas personas es una forma más de acceder a la maternidad/paternidad cuando de manera natural no es posible, mientras que para otros es un tipo de explotación reproductiva que mercantiliza el cuerpo de la mujer y convierte a los bebés en un objeto de contrato.

En los últimos años se está hablando más que nunca acerca de la gestación subrogada. En España, tenemos casos muy mediáticos, como el de Ana Obregón. Incluso en espacios televisivos muy populares hemos tenido ejemplos que han normalizado la gestación subrogada. Los millenials no podemos olvidar a Phoebe y sus buenas intenciones para que su hermano pudiera ser padre.

Diferentes formas de ver la película, no se trata de bendecir pero tampoco de demonizar esta controvertida normalidad que, como todo, tiene sus voces a favor y en contra pero que, sobre todo, cuenta con efectos psicológicos importantes para todas las partes implicadas.

Mientras la gestación subrogada se expande por el mundo, en este reportaje buscamos entender qué hay detrás de todo esto, en qué punto se encuentra la legislación internacional y por qué se perfila un mapa mundial tan desigual cuando hablamos de gestación subrogada.

¿Qué es la gestación subrogada y por qué crece su demanda?

La gestación subrogada es una técnica de reproducción asistida que se lleva a cabo cuando, tras previo acuerdo con otra persona o pareja, una mujer se queda embarazada únicamente con el objetivo de gestar y parir a ese bebé. Tras el nacimiento, el niño o la niña pasan automáticamente a ser hijos de la pareja con la que se formalizó el acuerdo.

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Según apunta este estudio de la Universidad de La Laguna, esta técnica tuvo sus inicios en la década de 1970 en Estados Unidos y se realizó por primera vez en Europa en 1985. Concretamente, fue Suecia el país que abrió las puertas a la gestación subrogada en nuestro continente.

En los últimos años cada vez se está popularizando/normalizando más. Los motivos, como explica UNICEF, son variados, pero principalmente hay tres causas que se postulan como más evidentes: el aumento de las parejas del mismo sexo, el incremento de la maternidad o paternidad en solitario y los problemas de fertilidad asociados a un retraso cada vez mayor en la maternidad.

El mapa desigual de la subrogación, ¿qué dice la ley?

En España, la gestación subrogada es ilegal, en base a la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida. Concretamente se refleja en su capítulo II, artículo 10, en el que se recoge que: “será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero. La filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será determinada por el parto”.

El hecho de que en España sea ilegal provoca el viaje al exterior de las personas que desean tener un hijo bajo esta fórmula. Según datos obtenidos por Público, “más de 3.500 familias han solicitado registrar a bebés nacidos por esta vía en los consulados de España desde 2010”.

En países como Estados Unidos, el destino preferido por los españoles, hay una fragmentación bastante acusada y la regulación depende de cada estado. En este punto, tan solo Louisiana tiene unas normas bastante estrictas al respecto, mientras que otros estados están mucho más avanzados en cuanto a la permisividad de la gestación subrogada, como California, Nevada o Colorado.

En México, aunque impera el vacío legal que puede dar lugar a prácticas poco transparentes, si bien viene de una época bastante permisiva, las normas van poco a poco endureciéndose. Como explica el Ministerio de Asuntos Exteriores español, “la gestación por sustitución no se encuentra regulada en este país a nivel federal. La única regulación vigente contempla la posibilidad de realizar este proceso únicamente en los Estados de Sinaloa y de Tabasco”.

En este sentido, el Ministerio expone que “los trámites, cuyo objetivo es evitar la sustracción internacional de menores y el abuso de los derechos de las mad​​res gestantes, pueden extenderse varios meses, y en ocasiones superar el año”. Por lo tanto, “se recomienda vivamente no viajar a México con este fin”.

Por su parte, en Uruguay, aunque está prohibida en base a la Ley N° 19167 de las Técnicas de Reproducción Humana Asistida, contempla una excepción: “Exceptúase de lo dispuesto precedentemente, únicamente la situación de la mujer cuyo útero no pueda gestar su embarazo debido a enfermedades genéticas o adquiridas, quien podrá acordar con un familiar suyo de segundo grado de consanguinidad, o de su pareja en su caso, la implantación y gestación del embrión propio”. El caso Phoebe de ‘Friends’, para que nos entendamos.

En Europa, Ucrania se había consolidado como uno de los destinos más atractivos para la gestación subrogada a nivel mundial, con una legislación bastante permisiva y unos costes rotundamente más bajos que en otros lugares. Sin embargo, la inestabilidad geopolítica que vive actualmente este país está poniendo en problemas este tipo de gestación. 

Los efectos psicológicos

Pero, más allá de una regulación ética, existe una dimensión emocional para todas las partes implicadas que no siempre se tiene en cuenta. Expertos en psicología consultados coinciden en que el impacto emocional tanto en las gestantes como en las personas que no pueden tener hijos es muy elevado

También puede ocurrir en los niños. Aunque todos los seres humanos tenemos derecho a ser felices, independientemente de cómo haya sido nuestra gestación o nuestro nacimiento, el foco mediático que está ganando esta práctica puede ocasionar una discriminación hacia aquellos que no han tenido decisión en esta historia.

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Resulta bastante curioso el caso de Olivia Mourel, una activista con nacionalidad suiza, francesa y estadounidense que nació por gestación subrogada y que explica muy bien cómo se pueden llegar a sentir estos niños: «Durante demasiado tiempo, las voces de los niños nacidos por subrogación han sido excluidas de la conversación, como si fuéramos solo el subproducto de un acuerdo, no seres humanos completos con derechos, sentimientos e historias. Todo el mundo habla de nosotros y nosotras, pero muy pocos nos preguntan. Somos nosotros los que podemos hablar de los conflictos de identidad, el trauma de separación, el borrado legal de nuestras madres y las verdades incómodas que a menudo se pasan por alto en nombre del “amor” o la “elección”. Ignorar nuestras voces significa ignorar la realidad”.

¿Es posible una regulación ética?

Los defensores de la “libertad de elección” argumentan que una mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, incluyendo la posibilidad de gestar para otros, siempre en el marco de una regulación adecuada que garantice el consentimiento informado y una compensación justa.

Sin embargo, las voces en contra alertan sobre el atentado a los derechos humanos que puede suponer esta “explotación reproductiva”. La elección de ser gestante raramente es libre y está condicionada por un panorama socioeconómico que no hace más que agravar las diferencias entre seres humanos.

Garantizar una gestación subrogada totalmente libre es, todavía, algo muy complicado desde el punto de vista ético y legal. Es imperativo escuchar a todas las voces implicadas y siempre partir de una premisa ineludible: la dignidad y los derechos de la mujer no pueden quedarse fuera de la ecuación.

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