Cortisol y deporte, ¿cuál es su relación?
La relación entre cortisol y deporte está más unida de lo que parece. Puede ayudar a los músculos, pero en algunos casos puede aumentar la grasa… ¡Descúbrelo!
Las hormonas son sustancias químicas que segrega el organismo y que influyen en muchísimos procesos vitales. Entre ellas, si hay una que se ha convertido en trend esa es el cortisol. Está en boca de todas gracias a la “publicidad” que las redes sociales le están dando, pero, más allá de saber que se trata de la hormona del estrés (la propia Endocrine Society la define así), es muy importante conocer la relación entre cortisol y deporte para entender mejor cómo funciona y qué efectos puede tener en personas deportistas.
Cortisol y deporte: así suben los niveles de esta hormona
Un estudio publicado por la Revista de Psicología del Deporte indica que el cortisol es un “glucocorticoides de la corteza adrenal del metabolismo proteico”. Dicho en un lenguaje más coloquial, es un tipo de hormona. Entre otras ventajas, “tiene un efecto antiinflamatorio y participa en el incremento de la vasoconstricción causada por la adrenalina, preparando al cuerpo para cambios externos y adaptaciones como respuesta al estrés”.
El deporte aumenta los niveles de cortisol como respuesta al estrés y tiene muchos beneficios para mejorar el rendimiento y también sobre la salud humana.
Durante el ejercicio físico de alta intensidad, aumentan los niveles de cortisol y esto tiene varios beneficios para la propia práctica deportiva, así como para la salud y el bienestar de la persona. Principalmente son dos.
Beneficios del cortisol en el entrenamiento
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Mejor recuperación muscular:
El cortisol puede tener un cierto efecto catabólico, que a su vez ayuda a descomponer la fibra muscular y, posteriormente al entrenamiento, favorece su recuperación.
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Aumenta la glucemia en sangre:
Esta hormona ayuda a aumentar los niveles de glucosa y “forzar” que la insulina trabaje. ¿Cómo lo hace? Introduce glucosa en las células y, a su vez, según apunta otro estudio, envía energía a los músculos, lo que aumenta el rendimiento y produce una respuesta más activa del cuerpo.
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Mejora la motivación:
El cortisol puede ayudar a mantener la motivación mientras se practica ejercicio, contribuyendo así a mejorar el rendimiento.
¿Cuándo vuelve a bajar el cortisol después de hacer ejercicio?
Los niveles de cortisol, en personas sanas, se regulan por sí solos después de la práctica deportiva. Al terminar de hacer ejercicio, el ritmo cardíaco vuelve a disminuir, la temperatura corporal se estabiliza… y el cortisol también desciende. El organismo recibe esta señal cuando percibe que las células ya no necesitan tanta energía.
Aumentar los niveles de cortisol mediante la actividad física puede tener efectos positivos, ya no solo para la mencionada recuperación muscular o la energía. Después de hacer ejercicio, puede tener ventajas psicosociales, como señala este estudio, además de ser el responsable en cierta medida de que la persona duerma mejor y tenga un descanso más reparador, lo que a su vez provoca otros beneficios para la salud.
¿Es el cortisol el responsable de que engorde con el ejercicio?
Como todo, un exceso de cortisol tampoco es bueno. La clave se encuentra una vez más en la glucosa. Un pico de cortisol muy elevado puede provocar a su vez un pico de glucosa en sangre que, al no poder ser utilizada al completo por las células, se almacena en forma de grasa.
Además, mantener el cortisol muy elevado durante mucho tiempo también puede provocar una disminución de la hormona del tiroides (TSH), que a su vez se encarga de regular el metabolismo. Cuando estas hormonas caen en picado, la persona puede desarrollar hipotiroidismo, que provoca un menor gasto energético del organismo por lo que, de nuevo, la energía que no utilizamos se puede transformar en grasa y acumularse.
Tener el cortisol muy elevado puede provocar hipotiroidismo en algunos casos
No se trata de dejar de hacer ejercicio, ni muchísimo menos. El deporte es salud y es necesario en la vida de las personas, ya que sus beneficios siempre van a estar por encima de sus inconvenientes. Sin embargo, hay que saber escuchar al cuerpo. Saber respetar sus límites, controlar la intensidad del ejercicio o cambiar la frecuencia o el tipo de deporte que se realiza pueden ser claves. Los ejercicios de resistencia o los de fuerza pueden ser los que eleven más el cortisol. Otros como la natación o una buena caminata, al mantener estables las pulsaciones, pueden ser más aconsejados en este tipo de casos.
En caso de que el nivel de grasa continúe aumentando al cabo de varias semanas de ejercicio, es interesante consultar con un profesional de la salud para que, mediante una analítica y las pruebas que estime oportunas, pueda encontrar dónde está el problema.
Además, muchas otras cosas pueden influir: la alimentación, el descanso, el estrés diario… Un estilo de vida saludable al final es el camino para una salud estupenda y un cuerpo alineado con lo que quieres conseguir.