Sophie Janet (Médicos Sin Fronteras): «La salud de una madre y su bebé están vinculadas desde antes del parto hasta el final de la infancia»
¿Cómo se puede mejorar las tasas de supervivencia neonatal en países desfavorecidos? Médicos Sin Fronteras apuesta por el método de separación cero
La técnica de separación cero está transformando la forma en que se atiende a las madres y sus recién nacidos en entornos desfavorecidos. Esta metodología, por la que apuesta fuerte la organización de acción médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras, fomenta la unión constante entre madre e hijo y ha demostrado ser vital para mejorar tanto la salud física como emocional de ambos.
Pero, ¿qué es exactamente la separación cero, y a qué desafíos se enfrenta MSF para implementarla en sus proyectos humanitarios? Entrevistamos a Sophie Janet, responsable de pediatría en Médicos Sin Fronteras, que nos ofrece una visión profunda y humana sobre este método y sobre su experiencia como pediatra.
¿Qué significa separación cero?
El nacimiento es un momento muy crítico tanto para la madre como para el bebé. Está demostrado que, en condiciones ideales, el contacto inmediato y continuo entre ambos puede marcar una diferencia significativa en la salud y el bienestar de los dos. Sin embargo, lamentablemente, en muchas partes del mundo, especialmente en regiones desfavorecidas, este contacto entre madre e hijo se interrumpe casi de inmediato en el momento del nacimiento.
La técnica de separación cero trata de cambiar las reglas del juego y dar un nuevo enfoque a las prácticas hospitalarias tradicionales, promoviendo el contacto piel con piel y la lactancia materna inmediata. Está demostrado que esta técnica no solo mejora las tasas de supervivencia neonatal, sino que también fortalece el vínculo emocional entre madre e hijo, algo fundamental para el desarrollo del bebé y para la salud mental de la madre.
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Bloom: ¿Por qué es tan importante que las madres y sus bebés permanezcan juntos en esas primeras horas de vida en entornos desfavorecidos?
Sophie Janet: La salud de la madre y la de su bebé están estrechamente vinculadas desde antes del parto y hasta el final de la infancia. De hecho, cualquier cosa que afecte a la salud de uno de los dos repercute directamente en el estado de salud del otro. Como médicos, somos conscientes de que el parto y el postparto suponen un periodo de alta vulnerabilidad para ambos, lo que convierte esta etapa en una ventana de oportunidad para intervenir y reducir la morbimortalidad materna y neonatal.
Técnicas como la de piel con piel, la lactancia materna en la primera hora de vida y los cuidados de madre-canguro inmediatos reducen el riesgo de muerte, de hipotermia e hipoglucemia y el riesgo de infección. Además, ayudan a disminuir el dolor y favorecer el establecimiento de la lactancia materna.
Pero además de beneficiar al bebé, numerosos estudios médicos han demostrado que estas acciones reducen el dolor y el estrés materno, ayudan a controlar la depresión postparto y disminuyen el riesgo de hemorragia postparto. Además, fortalecen el vínculo entre madre e hijo.
Cuando hablamos de entornos desfavorecidos, donde los recursos médicos son limitados, estas herramientas son aún más importantes, porque nos ofrecen una intervención sencilla y efectiva para salvar muchas vidas.
Como médicos, somos conscientes de que el parto y el postparto suponen un periodo de alta vulnerabilidad para madre y bebé lo que convierte esta etapa en una ventana de oportunidad para intervenir y reducir la morbimortalidad materna y neonatal.
B: ¿Cuáles son las principales dificultades que os encontráis en el día a día a la hora de practicar la separación cero y el método madre canguro?
S.J: La principal dificultad que nos encontramos es la falta de conocimiento sobre el método y sus beneficios tanto por parte de los profesionales como de las familias. En la mayoría de los países la práctica habitual es separar y aislar a las madres de sus hijos desde el primer momento, cambiar esa forma de proceder es un gran desafío para nosotros.
Sin duda alguna, otro problema al que nos enfrentamos los médicos es la falta de organización y de espacios adecuados en según qué entornos. En la mayoría de nuestras unidades neonatales no existe un espacio confortable para que la madre pueda acompañar a su bebé hospitalizado y nos vemos obligados a improvisar.
El aspecto cultural resulta a veces también una gran obstáculo. No todas las culturas entienden el nacimiento de la misma manera. Para superar estas barreras debemos ser especialmente sensibles y respetuosos con la comunidad y sus normas.
B: Según tu punto de vista, ¿cuáles son las claves para que funcione correctamente el método de separación cero?
S.J: Para que podamos crear un sistema de salud más humano centrado en las personas y sus familias, la clave está en que todos los que participamos en el proceso entendamos lo importante que es mantener a las madres y sus bebés juntos desde el primer momento. La formación y sensibilización del personal de salud son dos de las claves para garantizar que la separación cero se implemente eficazmente. No se trata de hacer grandes cambios, sino de una implementación progresiva que se adapte al entorno y de priorizar el bienestar de las pacientes.
B: ¿Cómo tomaste la decisión de dedicar tu profesión a ayudar a estas madres y a reducir la mortalidad de sus bebés?
S.J: Siempre me ha impactado cómo el lugar donde una persona nace puede influir tanto en su vida como en la de las generaciones futuras. Muchas veces me he preguntado cómo, como profesionales de la salud, podemos cambiar esa realidad y ayudar a reducir la desigualdad en el mundo.
Cuando me convertí en madre de tres hijos, entendí de manera mucho más personal la vulnerabilidad y los desafíos que supone la maternidad y fue entonces cuando empecé a poner el foco en cómo, de forma rutinaria, se procedía en todos los partos a los que asistía.
Para mí, sería impensable haber dado a luz sin una cara familiar a mi lado, sin alguien que me apoyara, o sin poder sostener a mi bebé piel con piel justo después de nacer. Desde mi trabajo, lucho para que todas las mujeres, sin importar dónde vivan, tengan la oportunidad de tener una experiencia positiva durante el parto y que todos los bebés tengan el mejor comienzo de vida posible.
B: ¿Cómo describirías lo que te aporta, a nivel personal, esta experiencia?
S.J: En un mundo cada vez más polarizado, dividido y desigual, me llena de esperanza saber que podemos contribuir a reducir la brecha de la desigualdad. Me motiva mucho creer que es posible transformar la salud materno-infantil y que Médicos Sin Fronteras (MSF) está comprometida al 100% con la causa. Esta experiencia con madres y bebés me ha enseñado que, a pesar de los desafíos, es posible cambiar para bien la vida de las personas.
B: ¿Te gustaría compartir con nuestras lectoras alguna anécdota que te haya marcado especialmente relacionada con el planteamiento separación cero?
S.J: Sí, tengo varias experiencias que me han marcado. La primera fue durante los inicios de un proyecto en Burkina Faso. Estaba visitando la maternidad y coincidí en la sala de posparto con una mujer que acababa de dar a luz. Ella estaba sola en la sala y su bebé, que había nacido saludable hacía apenas unos minutos, estaba envuelto en una sábana y colocado en una cunita a unos cinco metros de distancia.
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La madre estaba muy triste, así que me acerqué y le pregunté si quería ponerse a su bebé piel con piel. Ella inmediatamente dijo que sí. Le coloqué a su bebé sobre el pecho y vi como una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro. Abrazó a su bebé piel con piel y lo miró con gran ternura. Luego me miró y me dijo “barka”, que significa el mayor agradecimiento en lengua local. Recordar su sonrisa me recuerda también que las pequeñas acciones pueden generar grandes cambios.
Médicos Sin Fronteras continúa trabajando incansablemente para promover la separación cero en sus proyectos alrededor del mundo, demostrando que, con voluntad y dedicación, es posible transformar la atención sanitaria y ofrecer un cuidado más humano y cercano a quienes más lo necesitan.