¿Cuál es tu nivel de tolerancia a la frustración? 3 consejos de psicóloga para gestionar el fracaso
La aceptación y autocrítica te ayudarán a entender mejor la situación, evitando caer en la culpa y enfocándote en la resiliencia. Descubre más.
No siempre vamos a conseguir todo lo que nos propongamos o todo lo que soñemos. Los mensajes de “si quieres, puedes” están muy bien para motivarnos, pero no hay que perder nunca de vista que no todo depende de nosotras. Algunas puertas se abrirán y otras se cerrarán y aquí es muy importante, para no hacer un drama, que trabajemos nuestra tolerancia a la frustración.
Tolerancia a la frustración y gestión del fracaso
Carolina Casado, psicóloga general sanitaria, nos da las pautas para una mejor gestión del fracaso
No conseguir el empleo al que hemos postulado, una posible vuelta a la soltería o simplemente no lograr terminar esa tarea que tenemos entre manos. El término “fracaso” es muy amplio y no a todas nos afecta por igual.
Hemos hablado con Carolina Casado, psicóloga general sanitaria, que nos ha ayudado a arrojar algo de luz sobre este tema que nos ronda la cabeza a muchas.
¿Qué significa tener una baja tolerancia a la frustración?
La baja tolerancia a la frustración se trata de la escasa capacidad para soportar ciertos hechos o circunstancias que consideramos como negativos. Las personas que presentan esta característica suelen tener algunos rasgos distintivos: pueden ser personas impacientes y muy exigentes con ellas mismas y con el mundo que las rodea.
Cuando esta persona no logra sus objetivos o no se dan las circunstancias que había planeado para ciertas situaciones, puede reaccionar de una manera desproporcionada, sintiendo rabia, ira, tristeza, ansiedad, desesperación…
¿Por qué algunas personas son más propensas a tener una baja tolerancia a la frustración?
La clave podría estar en nuestra infancia. Casado nos explica que “para entender a una persona hay que entender primero su historia. La manera que tenemos de aprender cuando somos niños es mediante la observación del comportamiento de nuestros padres. En función de los mensajes que recibamos y de la libertad que tengamos a la hora de explorar en el camino a nuestra independencia, la tolerancia al fracaso o a la frustración será muy distinta”.
Ya no podemos cambiar de dónde venimos, pero sí que podemos, como adultas, influir a los pequeños que nos rodean de la forma más positiva posible. “Por norma general, los niños que ven validadas sus emociones, que se sienten apoyados cuando exploran en esa primera etapa y que superan los obstáculos por sí mismos sin la intervención de sus padres son capaces de afrontar de forma más saludable la no realización de sus expectativas cuando son adultos y confían más en sí mismos”, apunta Casado.
¿Esto significa que estamos «condenadas» según lo que hemos vivido en nuestra infancia? No, aunque presentemos predisposición a algunos comportamientos, en la edad adulta podemos reconducir ciertos aspectos. En el tema de la gestión de las expectativas y de la frustración, la resiliencia es un concepto clave. No debemos caer en la culpa, sino enfocarnos en la aceptación.
Aunque la infancia nos puede condicionar, siempre estamos a tiempo de reforzar aquellos puntos de nuestra vida que no estemos gestionando correctamente.
3 consejos para tener una mejor tolerancia a la frustración y gestionar mejor el fracaso
Hemos aprovechado nuestra conversación con la psicóloga para que nos dé algunos tips para gestionar mejor la frustración emocional ante un posible fracaso o simplemente cuando las cosas no salen como nos hubiera gustado. Incluso aunque no seamos personas propensas a esto, en algunos casos todas podemos caer en esa espiral de frustración que no nos va a aportar nada positivo. Apunta.
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Tener metas realistas
En primer lugar, no hay que perder nunca de vista la importancia de tener una buena gestión de las expectativas. Ponernos un objetivo poco realista o esperar demasiado de ciertas situaciones nos puede conducir a este sentimiento.
Casado nos lo explica muy bien: “A veces nos sentimos frustrados si no conseguimos lo que esperamos de nosotras, pero hay que tener en cuenta que muchas metas no son realizables a corto plazo. Sería conveniente adaptar nuestros propósitos y tener pequeños objetivos que cumplir poco a poco para aumentar la motivación”.
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Equilibrar nuestras expectativas
El punto anterior está relacionado con este y puede tener consecuencias para nuestra salud física o mental. La psicóloga nos indica que la baja tolerancia a la frustración afecta a nuestros niveles de autoestima y confianza. Preguntarnos por qué esperamos tanto de nosotras y saber qué queremos demostrar puede ayudarnos a reformular nuestras expectativas y disminuir el sufrimiento.
Incluso, añadimos, podemos experimentar ciertos cambios derivados de esta poca tolerancia a la frustración: desde la caída del pelo, hasta hambre emocional o incluso derivar en ansiedad en el trabajo, entre otros problemas.
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Poner límites
Siempre tenemos que poner límites, tanto a los demás como a nosotros mismas y es algo que a veces nos puede costar más de la cuenta. Es una parte muy importante de nuestra vida que a veces tardamos demasiado en aprender. Ahora es un buen momento.
“Conocer cuáles son nuestros límites, tanto con nosotras como con los demás, es clave para sanar las heridas del pasado y regenerar nuestra fortaleza para afrontar los distintos conflictos del día a día”, nos indica la psicóloga.