Las bodas en 2022 crecieron un 20%, pero ¿por qué nos seguimos casando en pleno siglo XXI?
Los modelos se están revisitando, pero nos seguimos casando por diferentes motivaciones más o menos conscientes que van desde la tradición y el compromiso a los beneficios sociales y económicos.
A lo largo de los años, el matrimonio como institución ha sido moldeado por las diferentes culturas, influencias históricas y cambios sociales. A día de hoy continúa siendo ese lazo que une a personas en una relación única y, en principio, permanente. Tiene que ver con la necesidad de establecer una conexión profunda que trascienda a lo individual, sin embargo, ¿es esa obligación o anhelo el que sustenta a día de hoy los enlaces entre personas?
Del ritual al contrato privado
Para abordar este tema tenemos que comenzar hablando de la evolución que ha experimentado el concepto de pareja. Desde el aumento de la esperanza de vida hasta la transición a un mapa mucho más diverso de las relaciones, pasando por la igualdad de género: son muchas las variables que han ido intervenido en esta transformación. Las relaciones de pareja han pasado de ser algo objetivable y ritualizado a ser algo más privado y subjetivo, lo que se refleja irremediablemente en las razones por las que nos casamos a día de hoy.
A partir del siglo XVIII comenzaron a surgir los primeros matrimonios “voluntarios”: es decir, casarse por amor y no para juntar tierras (por ejemplo). Precisamente por eso surgieron en las capas más populares. Sin embargo, hicieron falta un par de siglos para que esta idea calara. Más allá de este cambio de paradigma, el matrimonio se ha asociado con la consagración religiosa y la procreación, dos rasgos que han ido perdiendo peso en las últimas décadas, reflejo de los cambios sociales.
En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de matrimonios aumentó un 20,5% durante 2022, la cifra más alta desde 2018. De los 179.107 enlaces celebrados en este año, casi el 80% fueron civiles.
Ok, ya no nos casamos por motivos religiosos ni nos hace falta “pasar por el altar” para formar una familia. Entonces, ¿qué nos lleva a institucionalizar una relación? El matrimonio ha trascendido los vínculos emocionales y/o sexuales para convertirse en una especie de contrato que incluye cooperación económica y convivencia. Esto ya nos empieza a resonar.
¿Por qué nos casamos en pleno siglo XXI?
En primer lugar, no podemos obviar que contamos con un sistema social y económico que da prioridad a este modelo no solo como una etapa necesaria en la pareja, sino porque la propia estructura ofrece beneficios a quienes toman esta decisión frente a los que optan por modelos menos “reconocidos”. Es decir, es una cuestión práctica asociada a temas más legales. Así lo explican Muna Kebir y Alberto Martín, psicólogos sociales y psicoterapeutas en La Periférica (Madrid).
Según el Observatorio sobre emancipación publicado en agosto de 2022 por el Consejo Juvenil de España, quienes deciden alquilar un piso en solitario tienen que destinar casi el 80% de su salario, cifra muy por encima del 30% que recomienda el Banco de España. De comprar una vivienda, ni hablamos.
Por otra parte, según estos expertos, no podemos obviar que en algunos casos existe también la necesidad de adquirir una “nueva identidad”, ya que esto puede generar sensación de pertenencia y reconocimiento social y familiar en determinados contextos. “Si en la familia el matrimonio se ha construido desde el ideal, uno de los mensajes que pueden ser interiorizados es que casarse es un modo de realización personal, y que es lo que se espera que hagas”, explican.
La necesidad de comprometerse en un proyecto común bajo la creencia de que el matrimonio puede aportar una mayor sensación de equilibrio, estabilidad, seguridad y compromiso. El amor romántico, aunque cada vez más cuestionado, sigue presente en el imaginario colectivo.
Por último, para quienes forman parte de colectivos que no han tenido derecho a casarse, el matrimonio representa un acto de reivindicación de derechos, lucha social y política y de reconocimiento de identidades diversas.
Expectativas sociales y familiares
Sabemos que son modelos que se están revisando y cuestionando, pero no podemos ignorar que los cambios sociales, cuando son tan estructurales, tardan. Los mandatos que conciben el matrimonio como una institución social básica siguen presentes en nuestra sociedad y pesan a la hora de tomar la decisión de casarse, comenzando por la familia: “Se trasladan expectativas, deseos y presiones que hacen que muchas personas vean el matrimonio como un paso necesario para su desarrollo vital«, señalan Kebir y Martín. De hecho, se puede llegar a percibir que si no se formaliza la relación de esta manera es un fracaso e incluso una deslealtad a las expectativas familiares”.
Todo esto teniendo en cuenta que el concepto de matrimonio se asocia cada vez menos con las creencias religiosas y más con un proyecto de vida que tenga como base la confianza, el respeto o el reparto de cargas. “Esto demuestra una representación interna de las relaciones más aterrizada, funcional, práctica y emocional”, añaden.
Sí, quiero (pero la otra persona no)
Hemos visto que muchas parejas comparten la idea de casarse por la razón que sea, pero, ¿qué pasa cuando uno sí quiere formalizar su relación y el otro se niega? Alicia López Losantos es psicóloga de parejas y socióloga. Si bien es un conflicto interno frecuente que no siempre parece tener gran importancia, su experiencia en consulta le dice que en estos casos, cuando surge una crisis de pareja, es un tema que acaba saliendo.
Si hay diferencia de ideas, quien se ha quedado con las ganas de dar el sí quiero acaba mostrando su disgusto por lo que quizá entiende como una falta de compromiso. ¿Esconde algo más esta negativa? “En pareja la generosidad es importante, pero no tenemos que perder de vista las concesiones que hacemos en nombre del amor«, explica López Losantos. «Si surge este conflicto es recomendable hablar abiertamente de las razones para evitar futuros malentendidos”, agrega.
¿Qué sabemos de las bodas actuales?
Más allá del matrimonio como institución está el Día B. Una boda es un ritual que para muchas personas es tan importante como la propia decisión de casarse. Cuando una pareja decide convivir, rara vez hace una manifestación pública y colectiva. Quizá una fiesta de inauguración. La boda es, sin embargo, ese momento de celebrar en común.
Hemos hablado de las motivaciones para casarse hoy en día, pero, ¿qué sabemos de estos eventos? Para conocer las características propias de los enlaces de hoy en día hemos recurrido a Cristina González, responsable de comunicación y prensa de Bodas.net, un directorio de proveedores online. Según un estudio publicado por este portal en colaboración con Carles Torrecilla, profesor de Esade, un 28% de las parejas españolas se decanta por celebrar su enlace en fincas, frente a un 14% que lo hace en hoteles, un 14% que prefiere los restaurantes, un 11% que elige los salones de boda o un 10% que escoge masías.
Alerta tendencia (para quien se lo pueda permitir): el concepto weekend wedding, que consiste en extender la boda para pasar más tiempo con familia y amigos con una ‘party after the party’ o un brunch del día después.
Por otra parte, y como reflejo de una industria en crecimiento, vemos que las bodas son cada vez más personalizadas. “Las parejas buscan incluir elementos que transmitan su personalidad y carácter -explica González-. Por ejemplo, si una pareja es fan de ‘Star Wars’ quizá no hacen una boda 100% temática, pero sí escogen que la papelería o la entrada al convite traslade a sus invitados a una galaxia muy muy lejana”.
Las parejas eligen al milímetro cada detalle de la boda: quieren que sea diferente. No es común reservar un espacio y dejar en sus manos la decoración, la música y la tarta, por ejemplo.
Si nos fijamos en las distintas regiones de España, solo se observan cambios notables en lo que tiene que ver con lo meteorológico: mientras que en el norte es posible que llueva y esto se tiene en cuenta, en el sur se preocupan por si el Día B la temperatura es demasiado alta. “La comida también puede ser un factor diferenciador. -añade- Es difícil pensar en una boda en Galicia donde no se sirva un buen marisco, o un enlace en la Comunidad Valenciana donde no haya al menos un córner con paella”, continúa.
La media de invitados en España es de 117, según el estudio realizado por Esade y Bodas.net. Las bodas que más invitados concentran son las celebradas en Murcia, seguidas de La Rioja y Andalucía. Las más íntimas serían las cántabras, asturianas y canarias.
Fuentes:
- Muna Kebir y Alberto Martín, psicólogos sociales y psicoterapeutas en La Periférica (Madrid).
- Alicia López Losantos, psicóloga de parejas y socióloga.
- Cristina González, responsable de comunicación y prensa de Bodas.net.
- ‘Para qué sirve una sociología del amor (y para qué no sirve)’. Vivam Unás, socióloga e investigadora en la Universidad Icesi.
- Instituto Nacional de Estadística (INE)
- Observatorio sobre emancipación publicado en agosto de 2022.