El impacto silencioso de los tratamientos crónicos en tu libido
Algunos medicamentos pueden reducir el deseo sexual. Descubre cuáles afectan a la libido y cómo afrontarlo si sigues un tratamiento crónico
La salud sexual puede ser una de las grandes perjudicadas cuando nos exponemos a ciertos medicamentos o incluso a tratamientos crónicos. En el tema de la salud mental, esta es precisamente una de las grandes consecuencias por una razón muy obvia: los tratamientos antidepresivos hacen que todo sea más neutro. Y, por ende, también baja la líbido, algo que no es nada positivo para la salud emocional.
Para arrojar luz sobre este tema, hemos hablado con dos profesionales de la psicología, Elena López Navarro, autora de ‘A querer se aprende’, y Laura Moreno, sexóloga, para que nos expliquen cómo ciertos medicamentos pueden influir en la líbido de la mujer.
¿Cómo influyen los medicamentos en la libido?
Los medicamentos, especialmente aquellos que forman parte de un tratamiento crónico, pueden influir sobre la sexualidad, aunque no todos de la misma manera. Algunos disminuyen el deseo (libido), otros dificultan la ejecución (disfunción eréctil o sequedad vaginal) y otros afectan el propio orgasmo.
Algunos tratamientos pueden afectar al deseo sexual, provocar sequedad vaginal o incluso afectar al orgasmo
Entre los fármacos más comunes que pueden interferir con tu vida sexual y tener efectos se encuentran la Tamsulosina, el Ramipril, el Sintrom, la Forxiga y el Clembuterol, aunque cada uno de ellos de diferente manera en función de la paciente y del propio tratamiento.
Históricamente, se ha estudiado mucho sobre la disfunción eréctil y los efectos en la libido de los tratamientos crónicos, pero tomando a ellos como referencia, no teniendo en consideración los efectos en las mujeres. En realidad, no es nada nuevo: una evidente realidad es que existe una brecha de género en la investigación farmacológica. De hecho, hasta el año 1993, la FDA no obligó a incluir mujeres en los ensayos clínicos financiados por fondos públicos, por lo que todos los resultados obtenidos aplicaban solo al cuerpo masculino.
Y aunque ya han pasado muchos años, la realidad es que actualmente la diferencia sigue siendo importante. Un reciente análisis ha explicado que existen cinco veces más estudios sobre la disfunción eréctil que sobre temas que nos afectan a nosotras, como el ciclo menstrual o los efectos de los tratamientos crónicos en la libido.
Tratamientos que pueden reducir el deseo sexual
Si hablamos de los medicamentos que influyen en la líbido y que forman parte de tratamientos antidepresivos están la Vortioxetina, con menos efectos sexuales que la Fluoxetina, pero que también puede causar descenso de líbido, el Abilify que, por el contrario, puede provocar hipersexualidad, o el litio, que, al reducir la dopamina, también puede provocar una alta disminución del interés sexual, sequedad vaginal y disfunción eréctil.
Por otro lado, para contrarrestar estos efectos sexuales, el Bupropión suele ser recetado a menudo con este fin.


Señales de alerta y efectos secundarios
Tanto las señales de alerta como los efectos secundarios nos ayudarán a detectar si algo nos está afectando. Y para ello, lo importante es escuchar a nuestro cuerpo. Hay algunos síntomas más evidentes (por ejemplo, vómitos, mareos), mientras que otros, como la reducción de líbido, pueden ser mucho más subjetivos.
Y no se trata de llevar un calendario, pero sí conviene escucharte y detectar si has tenido cambios en el apetito sexual comparado con lo que eras antes de iniciar el tratamiento. En este sentido, si tenemos que tomar algún tipo de medicamento que pueda afectar a nuestra líbido, la psicóloga Laura Moreno nos explica que “lo primero es normalizar lo que ocurre. La pérdida de deseo a consecuencia de un psicofármaco es algo normal, y es importante que la persona no se culpabilice por ello”.
Es importante explorar las causas que están provocando esta falta de deseo y no culpabilizarse por ello. La terapia puede ser una excelente ayuda
Asimismo, “es muy normal que aparezca culpa o autoexigencia, sobre todo que se sienta mal por fallar a la pareja al no tener ganas y culpable porque la pareja no se sienta deseada/o. Con frecuencia, aparecerá ansiedad y puede vivir la sexualidad con miedo, evitando los encuentros al no sentir deseo. Todo esto puede reducir su autoestima o autovalía,que no se sienta conectada con ella misma y se reste valor. Como consencuencia, puede sentir una pérdida de conexión con el disfrute y el deseo de forma general”.
¿Cuándo conviene consultar al médico?
¿Qué entra dentro de “lo normal” y qué es motivo de consulta con tu médico? La doctora Moreno nos explica que, ante las primeras señales de alerta, “lo mejor siempre es pedir ayuda a una sexóloga o terapeuta sexual para poder abordar el deseo desde un enfoque biopsicosocial”.
Es decir, que “aunque haya habido un cambio fisiológico por la toma de un medicamento, la parte psicológica y emocional en el deseo son igual de importantes. Por eso, la terapia sexual, es un buen método para afrontar de forma activa esta pérdida”, apunta Moreno.
¿Es reversible la pérdida de libido?
Si hablamos de un tratamiento puntual, normalmente cuando terminamos con este debería volver todo a su lugar. En el caso de los tratamientos crónicos el tema se complica. Hemos preguntado acerca de esto a la doctora Elena López, quien nos ha contado que “el deseo femenino puede variar por muchísimos factores: ansiedad, estrés, depresión, tomar algún tipo de medicación, pasar por un proceso médico, carga mental, problemas de autoestima, problemas de pareja, posparto, menopausia, etc”.


Por ello, lo importante es “explorar cuáles son las causas que han provocado ese cambio, para así poder trabajarlo”. La pérdida de líbido es reversible, pero hay que encontrar el motivo. López explica que “por ejemplo, en el caso de que el deseo haya disminuido por problemas de autoestima, carga mental o estrés laboral (entre otros), la terapia (psicológica y sexológica) siempre viene muy bien”.
¿Y si se produce por un medicamento de un tratamiento crónico? En este caso, es más complicado, pero, como nos explica Moreno, “la clave es que la persona entienda que aunque tomes un medicamento que reduzca tu libido, tú puedes hacer mucho por incrementar el deseo. La líbido no desaparece. El deseo se construye y se transforma.Y tenemos que aprender a cómo hacerlo”.
Opciones y soluciones posibles
Ambas psicólogas coinciden en que la terapia es importantísima para poder contrarrestar el efecto de los medicamentos que chocan con tu líbido y que provocan disfunciones sexuales. Así, López indica que “depende de cuál sea la disfunción sexual, pero por lo general, la terapia suele ser muy útil para trabajar las disfunciones sexuales. No obstante, habría que evaluar realmente cada caso y cada disfunción en concreto para poder crear un tratamiento adecuado. Por ejemplo, en el caso del dolor durante las relaciones sexuales es importante hacer un trabajo multidisciplinar entre psicóloga especializada en sexología, fisio de suelo pélvico y ginecóloga”.
Por su parte, Moreno nos habla de pequeños gestos que podemos hacer en casa para aumentar el foco en el placer cotidiano: “por ejemplo, haciendo ejercicios de conexión con el cuerpo (masajes, contacto consciente, mindfulness corpotal, respiraciones, movimientos lentos…) y todo lo que suponga entrenar la presencia en el cuerpo, es un buen disparador del deseo. En mi consulta proponemos siempre prácticas sensoriales que ayudan a que la persona con poco deseo vuelva a conectar con su placer. Caricias, bailes sensuales, rituales de autocuidado… todo lo que aumente el foco en el placer cotidiano”, apunta Moreno.
Conclusión: cuidar la salud sin descuidar la sexualidad
Los tratamientos antidepresivos nos pueden llevar a un estado de neutralidad en el que la salud emocional y la salud son las primeras afectadas. También otros tipos de tratamientos crónicos. Y volvemos a la de siempre: se ha estudiado mucho cómo afecta a ellos, pero muy poco a nosotras.
Si un tratamiento te está dejando otros efectos secundarios, como la pérdida de líbido, es importante consultarlo con tu médico para valorar si se puede ajustar de alguna manera. La terapia también está para ayudarte y darte herramientas para encontrar de nuevo el deseo.



























