El cine español vuelve a encender la mecha del #MeToo: voces unidas contra el miedo

El movimiento, nacido en las redes sociales, es ya un fenómeno cultural que desafía las normas establecidas para darle una vuelta a la narrativa más patriarcal en torno a los abusos sexuales

enero 30, 2024 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

El impacto global del movimiento #MeToo no fue solo una ola que barrió Hollywood y Estados Unidos: su onda expansiva llegó también a España y muchas mujeres se atrevieron a romper un silencio de décadas para denunciar. Estos días asistimos a una nueva fase de este movimiento que, aunque afecta principalmente a la industria cinematográfica, ayuda a dar visibilidad a las agresiones sexuales en cualquier ámbito y anima a otras mujeres a denunciar en lugar de sentirse culpables o avergonzadas. 

La revictimización y el miedo a no ser creídas son emociones paralizantes que impiden que las víctimas denuncien. Si, además, se trata de hombres poderosos con prestigio, este temor se dispara. El miedo a las represalias, tanto laborales como sociales, también juega un importante papel a la hora de elegir callar.

metoo españa

Si te sientes identificada, contesta solo yo también

En octubre de 2017, los periódicos The New York Times y The New Yorker publicaron dos investigaciones que señalaban a un poderoso magnate de Hollywood, Harvey Weinstein, de haber cometido acoso sexual contra varias mujeres a lo largo de su carrera. Algunas de ellas mostraron un rostro y su nombre; otras, prefirieron el anonimato por miedo a represalias. Tiempo después, se juzgó a Weinstein, que fue condenado a 16 años de prisión por delito sexual en primer grado y violación. 

Este escándalo llegó, por supuesto, a las redes. La actriz estadounidense Alyssa Milano lanzó una propuesta en Twitter que decía así: If you’ve been sexually harassed or assaulted write ‘me too’ as a reply to this tweet” (Si has sido acosada o abusada sexualmente escribe ‘yo también’ como respuesta a este tuit). En solo 24 horas el mensaje tenía unas 50.000 réplicas y la etiqueta #MeToo había sido tuiteada casi medio millón de veces. De repente, el silencio se convirtió en un grito atronador. 

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Aunque el #MeToo se popularizó entonces, lo cierto es que este grito de guerra nació de la activista Tarana Burke en el año 2006 con la intención de que otras supervivientes de violaciones y abusos sexuales -como ella misma- pudieran sentirse identificadas y animarse a alzar la voz.

El eco de aquel #MeToo llegó a España, por supuesto. Algunas actrices como Aitana Sánchez-Gijón o Leticia Dolera denunciaron que habían vivido situaciones de acoso durante sus inicios en el mundo de la interpretación. Apenas un año más tarde, 3.000 artistas se organizaron en Facebook en un grupo al que denominaron ‘La caja de Pandora’ para compartir experiencias similares. 

metoo origen

Las redes sociales han sido un importante vehículo para las protestas feministas en los últimos años. Gracias a hashtags como el de #MeToo hemos podido unir experiencias y señalar a los agresores, pero no es la única etiqueta que hemos usado para mostrar nuestra repulsa y/o solidaridad. El caso de ‘La Manada’ en España también tuvo su propio lema que corrió como la pólvora en redes: #YoSíTeCreo.

Compartir historias y sentirse respaldadas ha hecho que se elimine -aunque sea un poquito- el estigma asociado a ser una víctima y ¡encima! sentirse culpable por ello.

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El resurgir del #MeToo en España 

Estos días, a raíz de una investigación publicada por el diario El País, el #MeToo vuelve a estar muy de actualidad en nuestro país. Las periodistas Ana Marcos, Elena Reina y Gregorio Belinchón comenzaron a investigar tras los incidentes que tuvieron lugar en la fiesta celebrada tras la gala de los Premios Feroz, que acabó con una denuncia por agresión sexual y varias por acoso.

Tirando de ese hilo consiguieron los testimonios de tres mujeres que permanecen en el anonimato que detallan agresiones por parte del cineasta Carlos Vermut entre 2014 y 2022. Una de ellas, estudiante, asegura que Vermut le arrancó el sujetador tras abalanzarse sobre ella (a lo que Vermut ha contestado que si alguien sube a su casa y se siente en el sofá su intención es clara); la segunda, empleada de la productora, describió haber sido inmovilizada y estrangulada durante actos sexuales, a pesar de oponerse verbal y físicamente; la tercera denunciante narró cómo el director la encerró en su casa y la sometió a relaciones sexuales violentas que ella nunca aceptó.

En esta investigación también figura la respuesta del acusado, que declaró no haber sido consciente y que para él todas esas relaciones fueron consentidas: «Otra cosa es que la persona en su casa después se sintiera mal y a lo mejor en el momento tuviese miedo a decirlo. Eso yo no lo puedo saber», declaró el cineasta a El País.

Pocos días después de conocer esta investigación, le ha tocado el turno al director canario Armando Ravelo. Inspirada quizá por los testimonios de las otras mujeres, la actriz canaria Koset ha decidido contar que sufrió el acoso de Ravelo cuando tenía 15 años (y él 32).  Esta publicación no solo ha recibido muchas muestras de apoyo, sino que ha animado a otras personas a contar su experiencia también. El director ha admitido estas conversaciones y dice sentirse culpable por cómo era entonces, aunque también ha negado que eso supusiera violencia hacia la mujer.

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Más allá del cine

Si bien la industria cinematográfica ha sido la cara más visible de este movimiento, no es el único ámbito donde las mujeres sufrimos acoso y no denunciamos por miedo. Entre los casos más sonados encontramos el de Nevenka, primera mujer en conseguir una condena por acoso sexual contra un político en España. Si no conoces esta historia puedes flipar fuerte con el documental que lleva su nombre en Netflix: era concejala en Ponferrada (León), denunció al alcalde por acoso y el pueblo entero salió a las calles contra ella. 

Otro caso muy popular es el de Plácido Domingo: a pesar de acumular varias denuncias, el tenor salió bastante ileso de cara a la opinión pública: tras dos años alejado de los escenarios volvió entre vítores y aplausos (y esto no fue en los 90, fue antes de ayer). No obstante, el programa ‘Salvados’ quiso seguir investigando y hacer un programa especial con los testimonios de las víctimas. 

¿Cuántos nombres públicos nos quedan por conocer? Cristina Fallarás vaticina unos cuantos en esta columna que si no has leído aún te recomiendo mucho lo hagas: “Participo en varios chats y grupos de mujeres. (…) No todos se declaran feministas. Tampoco hace falta. Desde este pasado viernes [el día que se publicó la investigación de El País] se han llenado de relatos. De pronto, una a una, allí dentro, en esos espacios seguros de mujeres con mujeres, han empezado a contar sus vivencias atroces con hombres cuyos nombres son bien conocidos por la población.”

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Si hay que denunciar al segundo… ¿por qué no lo hacemos?

En unas polémicas declaraciones de las que ya se ha retractado, el actor José Coronado decía que si se sufre una agresión hay que denunciar enseguida y no esperar a que pasen años, como ha sucedido con las víctimas de Vermut, por poner uno de tantos ejemplos. 

Por qué no se denuncian las agresiones sexuales

  • Muchas mujeres no denuncian por miedo: a no ser creídas (sobre todo si el agresor es un hombre poderoso, con buena imagen, etc.), a perder el trabajo, a recibir más violencia…

  • También es habitual que quien ha sufrido un episodio de este tipo tenga sentimientos de vergüenza e incluso de culpa, una de las tantas cargas patriarcales que arrastramos. ¿Y si no fue para tanto? ¿Y si yo lo provoqué?

  • La desconfianza en el sistema judicial y el miedo a tener que pasar por un proceso largo en el que haya que contar varias veces la misma historia o incluso enfrentarse al agresor también es disuasorio. Vivir eso puede resultar emocionalmente agotador y ser retraumatizante.

Según UN Women, en todo el mundo hay unas 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– que han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida (el 30% de las mujeres de 15 años o más). Estos datos no incluyen el acoso sexual.

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Si te pasa a ti (o a tu amiga): 

Qué hacer ante la violencia sexual

  1. Si estás en peligro inmediato o sientes que tu seguridad está en riesgo, busca un lugar seguro lo más rápido posible. Recuerda que en muchas fiestas y locales de ocio nocturno ya existen protocolos y puntos violeta para ayudarte.

  2. Busca ayuda médica, especialmente si hay lesiones físicas y riesgo de ITS.

  3. Comparte tu experiencia con alguien en quien confíes. Busca apoyo emocional.

  4. Si lo necesitas, busca también ayuda profesional para que te ayude a procesar lo que has experimentado.

  5. Denuncia. Al segundo o cuando te sientas capaz. Todas las comisarías cuentan ya con Unidades de Atención a la Familia y Mujer, especializadas en prevención e investigación sobre violencia de género, doméstica y sexual.

Fuentes:

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