El 25% de las mujeres en edad fértil no tiene hijos: la maternidad no deseada

Cada vez más mujeres eligen no ser madres. ¿Por qué una cuarta parte de las mujeres en edad fértil no tiene hijos? ¿Qué hay detrás de esta decisión?

julio 14, 2025 Escrito por Isabel Sauras

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Especializada en salud femenina, cultura y estilo de vida.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Es una tendencia general en todo el mundo pero especialmente preocupante en algunos países. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 25% de las mujeres en edad fértil no tiene hijos. Es decir, una de cada cuatro.

Además, con motivo del Día Mundial de la Población, este 11 de julio, la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS) ha lanzado un informe que revela que los nacimientos en España han descendido un 38% desde 2008, lo que sitúa al país como el tercero con mayor caída de natalidad en la Unión Europea, solo por detrás de Letonia y Grecia. Esta tendencia no solo refleja una transformación cultural, sino también un cambio estructural que afecta al presente y al futuro del país.

Estos datos nos enfrentan con una realidad que hasta hace poco parecía impensable y es que las mujeres ya no quieren ser madres y tampoco lo necesitan. Esta tendencia no solo es destacable porque afecta al crecimiento poblacional, sino porque rompe, por fin, con una inercia cultural tan sólida que aún hoy resulta incómoda de cuestionar: la idea de que todas las mujeres, en algún momento, querrán ser madres. Es el fin del yugo del reloj biológico, la vocación de procrear y el cuidado y la entrega como propósito de vida. 

Pero, ¿Qué hay detrás de esta transformación?, ¿Qué ha pasado en los últimos años para que la sociedad haya cambiado tanto? Además de las dificultades relacionadas con la fertilidad o la precariedad económica, ¿Qué causas llevan a las mujeres a tomar la decisión de no ser madres?, ¿Cómo afecta esto a nuestra salud mental?, ¿Cómo presumimos que serán estos datos en el futuro? ¿Qué consecuencias sociales nos esperan ante la bajada cada vez más heavy de la natalidad?. Es el momento de analizar y reconstruir los pilares sociales, económicos y emocionales sobre los que se ha construido la maternidad.

no quiero tener hijos

La maternidad ya no es inevitable

Llega un momento en la vida de casi todas las mujeres en el que la idea de la maternidad empieza a flotar en el aire. Ser madre forma parte del itinerario vital de todas nosotras. De alguna manera, desde que somos pequeñas parecemos predestinadas a que llegue ese día en el que tengamos hijos y cuidemos de nuestra familia. Está en nuestro ADN.

Que las estadísticas digan que el 25% de las mujeres españolas en edad fértil no tiene hijos demuestra que la historia está cambiando y la maternidad está dejando de ser el centro gravitacional de la identidad femenina porque hay otras opciones. La maternidad ha dejado de ser algo inevitable para convertirse en una opción más. 

Evidentemente las causas que han llevado a esta situación son muy complejas y también muy personales. Pasando por encima de estas circunstancias, sí podemos afirmar que el deseo ha cambiado y ahora nos sentimos libres de preguntarnos si realmente queremos ser madres o simplemente sentimos que deberíamos serlo y también actuamos en consecuencia. 

Es cierto que hoy existe un abanico más amplio y legítimo de formas de ser mujer adulta. No tener pareja estable, no ser madre, no vivir bajo los ritmos del reloj biológico. Elegir no ser madre y construir una vida coherente con ese deseo es tan válido como cualquier otro proyecto vital. Pero también es justo plantearse que, detrás de ese 25% de mujeres sin hijos, no siempre hay una elección libre y serena. A veces, hay obstáculos, renuncias forzadas y tiempos que no cuadran.

El retraso en la edad de la maternidad y los problemas de fertilidad son una parte de la ecuación. Pero hay más. La evolución social ha llevado a muchas mujeres a alcanzar mayores niveles de estudios, acceder a empleos más exigentes y a asumir otras formas de responsabilidad que no pasan por la crianza. Sin embargo, el entorno no siempre acompaña.

En España, las dificultades para formar una familia son estructurales: el precio de la vivienda, la temporalidad laboral, la precariedad, la escasa inversión pública en políticas de conciliación y cuidado infantil… Todo suma. Según la oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat, nuestro país está entre los que menos invierten en políticas familiares dentro de Europa: apenas un 1,3% del PIB, muy lejos de modelos como el francés o los nórdicos.

En este contexto, muchas mujeres van posponiendo la maternidad hasta que, simplemente, ya no es viable, o hasta que se convierte en una opción incompatible con el resto de sus decisiones vitales.
“No puedo ser madre” es, en muchos casos, la otra cara del “no quiero ser madre”. Y quizá la más silenciada.

maternidad no deseada

Cómo afecta la no maternidad a las mujeres

Por muy feliz que te haga tu maternidad (elegida), es normal preguntarse alguna vez cómo sería tu vida si no hubieras tomado la decisión de tener hijos, cómo sería tu relación de pareja o tu carrera profesional. Pero evidentemente eso no significa que quieras menos a tus hijos o que te arrepientas de haberlos tenido. Es libertad de pensamiento. Y esa misma libertad merece aplicarse al otro lado del espejo. 

Cuando hablamos de no maternidad, también es fundamental pensar en sus efectos en términos de salud, identidad y bienestar de las mujeres. Y es que es un hecho que, por cuestiones sociales y naturales, tendemos a hablar de la maternidad como algo que da sentido a la vida, sin cuestionar si el sentido de la vida puede construirse también desde otros lugares.

Esa presión impuesta puede doler mucho tanto si la decisión de nos ser madre es propia o impuesta por las circunstancias. Pero ahí también reside el acto de mayor honestidad, en aceptar que no existe un destino prefijado, que hay muchas formas de vivir y que todas merecen respeto. Y que no tener hijos no es, en sí mismo, una pérdida. Es también, una forma distinta de vivir en plenitud. El problema es encajar en la sociedad con este punto de vista.

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