
Relaciones sexuales con dolor: cómo hablarlo con tu pareja
¿Por qué puedes sentir dolor al tener relaciones sexuales? Le pasa a más mujeres de lo que crees y buscar apoyo en tu pareja es clave para afrontarlo.
Quien más, quien menos ha pasado por alguna relación sexual incómoda o con dolor. A veces se trata de una molestia o dolor puntual provocado por una postura rara o por falta de lubricación que se resuelve fácil. Pero cuando ese dolor se repite o se convierte en un obstáculo constante, el tema deja de ser anecdótico y empieza a pesar en la intimidad, en el deseo sexual y en la manera de relacionarnos con nuestra pareja.
Lo preocupante es que, pese a lo frecuente que resulta, hablar de dolor durante las relaciones sexuales sigue siendo un tabú. Muchas mujeres lo silencian por vergüenza, por miedo a preocupar a la pareja, porque se sienten culpables o simplemente porque creen que es normal y no tiene mayor importancia. Sin embargo, la ciencia y la experiencia clínica nos revelan una verdad que deberíamos grabarnos a fuego: no es normal sentir dolor al tener relaciones sexuales, y tampoco es un problema que deba afrontarse en silencio.
El dolor durante las relaciones íntimas afecta a un porcentaje importante de mujeres en todo el mundo y no entiende de edades. De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la prevalencia de las relaciones sexuales dolorosas afecta entre el 8% y el 22% de las mujeres. Puede aparecer en la juventud, tras un parto, en el proceso menopáusico o después de ciertas enfermedades ginecológicas. A veces la causa es física, otras veces, es emocional y lo cierto es que, casi siempre, responde a una mezcla de factores que merecen atención y tratamiento.
¿Por qué se produce este dolor?, ¿Cómo podemos solucionarlo? No hay una única respuesta, pero sí un camino que empieza con algo tan básico como importante: hablarlo con la pareja. Compartir lo que sentimos abre la puerta a buscar ayuda, encontrar tratamientos adecuados y recuperar nuestro bienestar sexual.


¿Es normal sentir dolor al tener relaciones sexuales?
Una cosa es la incomodidad provocada por causas puntuales como las primeras relaciones sexuales de una mujer, la falta de lubricación o una postura que no nos da placer. Otra cosa muy diferente es el dolor intenso que se puede llegar a sentir, durante o después de practicar sexo, sobre todo cuando hay penetración.
La palabra médica para referirse al dolor persistente durante o después del coito, o el dolor anticipado que impide la penetración, es dispareunia. No hablamos de molestias ocasionales, sino de un problema que suele repetirse, que provoca dolor intenso, que impide disfrutar y que genera de alguna manera sufrimiento emocional.
¿Es normal sentir dolor al tener relaciones sexuales? Rotundamente no. El sexo es para disfrutarlo sin culpas ni silencios y, si existe dolor, es que algo no está funcionando bien. Lo más conveniente es hablarlo con la pareja con naturalidad, analizar las causas físicas o emocionales que producen este dolor en las relaciones sexuales y, si es necesario, buscar ayuda profesional para solucionarlo.


Principales causas del dolor en las relaciones íntimas
Sentirse culpable por tener dolor en las relaciones sexuales es algo demasiado común. Sin embargo, es un problema que afecta a muchas mujeres en algún momento de su vida y normalmente se debe a una combinación de causas. Según la Asociación Española de Sexología, el dolor sexual no es solo un síntoma corporal sino una cuestión con componentes emocionales, relacionales y sociales, lo que hace importante abordarlo de forma multidisciplinar. Por eso, para encontrar la solución, es muy importante entender el origen del problema:
Factores físicos:
- Infecciones: Las infecciones vaginales pueden inflamar los tejidos de la vulva o la vagina hasta el punto de que el roce, aunque sea leve, duele. Lo mismo ocurre con las cistitis o las infecciones urinarias recurrentes.
- Alteraciones anatómicas: Después de un parto, una episiotomía o una cirugía ginecológica, pueden quedar cicatrices, tejidos endurecidos o adherencias que reducen la elasticidad o provocan puntos dolorosos. A veces no lo notamos pero aparece el dolor al intentar la penetración.
- Sequedad vaginal: La lubricación vaginal tiene un papel muy importante, especialmente en momentos de desequilibrios hormonales, como en la menopausia. Con el síndrome genitourinario que aparece con frecuencia en la menopausia también es muy común sentir dolor en las relaciones sexuales.
- Disfunción del suelo pélvico: El suelo pélvico también está implicado en el dolor sexual. Los músculos pueden estar demasiado tensos (hipertonía), contraerse al anticipar dolor o no relajarse bien, lo que puede transformar la penetración en algo doloroso.
- Endometriosis y otras enfermedades ginecológicas; La endometriosis y otras enfermedades ginecológicas entran también dentro de lo físico. En mujeres con endometriosis, uno de los síntomas que a menudo aparece es el dolor profundo durante las relaciones, por inflamación, adherencias o daño en órganos pélvicos que sienten tensión.
Factores emocionales o psicológicos:
- El estrés diario: El estrés al que estamos sometidas las mujeres por el trabajo, las responsabilidades, la imagen corporal o la vida emocional puede afectar a las relaciones sexuales. A veces el cuerpo envía señales que interpretamos como culpa y esa culpa instala silencios o fingimientos que alimentan el propio dolor.
- Ansiedad anticipatoria: Cuando ya hemos sentido dolor en las relaciones sexuales alguna vez, puede que la mente espere dolor, el cuerpo se tense y no lubrique lo suficiente y eso hace que sintamos el dolor más intenso.
- Experiencias traumáticas: Cuando se han sufrido abusos o violencia sexual, la intimidad puede estar marcada por emociones que se disparan sin querer, recuerdos, tensión involuntaria de los músculos.
- Creencias aprendidas: Pensar que el sexo debe doler al principio, que la penetración es lo único que importa, que no tienes derecho a parar o pedir lo que necesitas….Todo eso moldea nuestra experiencia del dolor inevitablemente.
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Cómo hablar del dolor sexual con tu pareja
Aunque haya mucha confianza, abrir el melón del dolor en las relaciones sexuales puede generar inseguridad, vergüenza o temor a que la pareja no lo encaje bien. Por eso, es más que habitual que tendamos a disimular y a fingir placer o cambiar de postura para esconder ese dolor.
Antes las mujeres vivían con mucho peso emocional a sus espaldas, resignadas a sufrir dolor en silencio y a dar placer sin concesiones. Por fortuna, estamos en un momento en el que eso se acabó. Ni tenemos que tener relaciones sexuales dolorosas ni tenemos que vivir el dolor en silencio. El paso más importante para solucionar el problema es hablar con nuestra pareja.
Partamos de la base de que expresar lo que sentimos no tiene porque ser un reproche, es sencillamente una puerta abierta a que nuestra pareja nos acompañe de verdad. Se trata de jugar en equipo.
Si no sabes como afrontar el tema, lo ideal es buscar un momento de en que los dos estéis relajados y tranquilos emocionalmente, sin las prisas ni las expectativas sexuales en el ambiente. Explica con claridad lo que te duele y en qué momentos te duele y también cómo te hace sentir ese dolor durante las relaciones sexuales porque esa parte emocional tiene mucha importancia.
El objetivo de la conversación debería ser encontrar juntos el punto de encuentro, gana en confianza y crear un espacio seguro en el que no existan los reproches ni las culpas. A partir de ahí, es el momento de buscar soluciones.


Tratamientos y soluciones para el dolor en las relaciones sexuales
Cuando reconoces que el dolor ya no es algo pasajero, sino que limita tu bienestar, hay muchas estrategias que pueden ayudarte. A veces basta con pequeños cuidados y nuevas rutinas y otras veces, se necesita intervención profesional tanto a nivel ginecológico como a nivel piscológico.
- Lubricantes y humectantes vaginales: Son muy útiles cuando la sequedad es parte del problema. Ayudan a disminuir la fricción, las heridas microscópicas y la irritación y hacen que el sexo fluya mejor.
- Medidas de autocuidado y ajustes en la intimidad: Buscar nuevas posturas, prolongar los juegos previos, explorar el sexo sin penetración y parar cuando duele.
- Tratamiento de infecciones: Identificar y tratar infecciones vaginales o urinarias, incluyendo aquellas recurrentes, puede aliviar bastante el dolor en las relaciones sexuales en algunos casos.
- Fisioterapia especializada del suelo pélvico: Incluye ejercicios de relajación, estiramientos, relajación muscular…. Estas intervenciones tienen resultados muy positivos en mujeres con dispareunia y son muy recomendables sobre todo cuando hay dolor relacionado con tensión muscular o cicatrices.
- Terapias hormonales locales: En el caso de las mujeres en menopausia o con déficit de estrógenos, las cremas vaginales, anillos o óvulos con estrógenos locales pueden ayudar mucho a mejorar la elasticidad y la lubricación.
- Terapia sexual, terapia psicológica: Cuando el dolor ya ha desencadenado en sentimientos como el miedo o la culpa, es clave trabajar esos aspectos en una terapia profesional, tanto a nivel personal como en pareja.