Barefoot: ¿moda pasajera o una forma real de mejorar tu salud caminando?

octubre 13, 2025 Escrito por Sara G. Pacho

Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Quienes priorizan la comodidad, la estética natural o la salud de sus pies en los últimos años han visto cómo una tendencia se iba haciendo paso a su favor: el calzado barefoot, es decir, zapatos y zapatillas que imitan la sensación de andar descalzas con suelas finas, hormas anchas y materiales flexibles que ha ganado terreno tanto en el lifestyle como en los centros de entrenamiento. Gracias a las redes sociales, que muestran zapatillas minimalistas y pies “liberados”, el barefoot se ha convertido en un símbolo de bienestar y casi de identidad estética.

Ahora bien, ¿estamos ante una moda sin respaldo científico? ¿Este trend busca mejorar la salud de nuestros pies o es un reclamo sin fundamento? Hablamos con Lucía Esco, podóloga especializada en biomecánica. 

Qué es el barefoot y por qué todo el mundo habla de él

El término barefoot alude a calzados que buscan reproducir la sensación de andar descalza tanto como sea posible: suelas mínimas, flexibles, sin diferenciación entre talón y punta (drop cero o muy reducido), horma amplia que permite que los dedos se extiendan, y ausencia de soporte rígido o amortiguación pronunciada. Es un calzado que pone en el centro la función natural del pie en contra de lo que conocemos hasta ahora, más estructurado y tecnificado, para reconectar con su biomecánica original y recobrar la sensibilidad al terreno. No podemos obviar que esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que las mujeres hemos sido las más perjudicadas en el tema del calzado: históricamente hemos sido presionadas a utilizar zapatos que priorizan la estética a la salud y la comodidad, con tacones, punteras estrechas y materiales rígidos. 

El calzado barefoot se ha popularizado a través de comunidades de corredores, publicaciones de bienestar y movimientos a favor de un estilo de vida más “natural” que lo presentan como una forma de conexión con el cuerpo y un rechazo a las zapatillas convencionales que no tienen en cuenta estos aspectos. 

Según explica Esca, el uso de este tipo de zapatos y/o zapatillas puede mejorar algunos aspectos de la salud podal, como la propiocepción o la musculatura intrínseca del pie, pero, advierte, “no es un calzado pensado para todo el mundo ni para todas las actividades”. 

Moda o salud: lo que realmente implica caminar (casi) descalza

Quienes adoptan el barefoot por motivos de estilo suelen defender su estética más orgánica, que permite que el pie conserve su forma en lugar de comprimirlo con hormas más estrechas o materiales poco flexibles. El marketing aquí ha tenido mucho que ver: en redes sociales hemos visto muchos adeptos hablar de sus beneficios en contraste con el calzado convencional, vendiendo prácticamente una manera de liberarse, de salud «consciente». Esca confirma que el hecho de calzarse una horma que respete el hueco entre los dedos de los pies es beneficioso: “no aconsejamos puntas estrechas que opriman los dedos”, apunta. Aunque eso no solo es posible con este tipo de calzado, sino que también hay calzado “convencional” cuya horma es ancha. 

La mejor forma de saber si la horma que usas es la adecuada es es sacar la plantilla original, poner el pie encima bien posicionado en el talón y con los dedos relajados (no forzando su apertura) y comprobar que el pie cabe dentro de esa plantilla y que nos sobra medio centímetro por la parte de delante. 

Lucía Esca, podóloga experta en biomecánica

Riesgos y contraindicaciones que no siempre se cuentan

Ahora bien, la experta a la que hemos consultado advierte que, aunque utilizar calzado sin ninguna contención, altura de talón ni amortiguación puede ser beneficioso para una parte de la población o para la realización de actividades de baja carga, no podemos aplicar una norma general a todas las personas. “Realizar grandes caminatas o running sobre una superficie dura como puede ser el asfalto puede generar una mayor carga en las trabéculas óseas, llegando a producir incluso fracturas por estrés”, explica. Añade que se puede desestructurar la grasa plantar, que actúa como nuestro amortiguador natural, y que, una vez dañada, no se recupera. Además, se aumenta la carga a nivel de tendón de Aquiles, gemelos e isquiotibiales y la tensión de la fascia plantar, lo que puede desembocar en fascitis o espolones calcáneos, entre otras patologías. 

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La podóloga aconseja que quien quiera comenzar a utilizar este tipo de calzado lo haga de manera muy progresiva y escuchando lo que dice el cuerpo para identificar si le está ayudando o no.

Barefoot vs. calzado tradicional: ¿cuál cuida mejor tu cuerpo?

La respuesta es “depende”. Como hemos visto hasta ahora, la utilización del calzado barefoot tiene muchos matices. Si bien respetar la forma del pie y su movimiento es beneficioso, una suela muy fina puede no ser siempre la mejor opción. Por tanto, no se trata de escoger “cuál es mejor”, sino de saber cuál es aquel que está más alineado con nuestro cuerpo y actividad. 

Aquí va una comparativa general de ambos tipos. 

  • Activación muscular y fortalecimiento.

    Mientras que el barefoot  puede estimular musculatura interna que suele estar más adormecida, el calzado más tradicional ayuda a preservar la estructura en pies más débiles o con patologías existentes.

  • Propiocepción y conexión sensorial.

    El calzado barefoot nos ofrece esa mayor sensibilidad al terreno y el tradicional protege.

  • Distribución de las cargas.

    Las zapatillas tradicionales suelen intentar amortiguar impactos, lo que es especialmente importante para quienes tienen articulaciones sensibles. El barefoot cambia esta carga hacia el tobillo y el pie, lo que podría aliviar en cierta manera a las rodillas.

Muchas personas optan por una estrategia híbrida: continuar utilizando calzado tradicional en trayectos largos o superficies duras, y alternar con zapatos barefoot en contextos más controlados.

Consejos para iniciarte sin riesgos en el barefoot

La podóloga señala como uno de las claves para iniciarse no dejarse guiar por el interés comercial o los consejos de personas no cualificadas, sino acudir a un profesional que pueda evaluar cada caso de forma individualizada, a quien puedas explicar en qué contextos quieres usar este calzado y, con esa información, orientarte en tu decisión. 

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Mi consejo es, como mínimo, poner en duda el mensaje de quien te dice que todo se cura con calzado barefoot, especialmente si “casualmente” te está vendiendo su marca y ofreciéndote un código de descuento. 

Lucía Esca, podóloga experta en biomecánica
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En caso de que este calzado pueda ser apropiado, lo suyo siempre es hacer una adaptación muy progresiva y comenzar a probarlo en actividades con muy baja carga. “Ante cualquier molestia, lo recomendable es acudir a consulta para obtener un diagnóstico”, concluye.

¿Tendencia pasajera o estilo de vida saludable? Nuestra conclusión

Llegadas a este punto, podemos tener claro que el barefoot no es simplemente una moda, pero tampoco un remedio mágico. Es una propuesta funcional amplificada la industria del bienestar. Si bien tiene sus fundamentos biomecánicos y fisiológicos, e incluso puede funcionar como un instrumento de empoderamiento corporal a la contra del calzado doloroso, no se puede aplicar por norma general. En primer lugar, por motivos puramente anatómicos o médicos, y en segundo porque no todo el mundo tiene acceso a los recursos que se necesitan para hacer un salto bien informado, que van desde la capacidad de escucha corporal hasta la posibilidad de acudir a consultas privadas y optar a productos de calidad. 

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