A TikTok, Instagram, Facebook… ¿Cómo saber si soy adicta a las redes?

En medio de la vorágine de likes, stories y selfies puede estar escondida una adicción no siempre fácil de detectar

junio 29, 2023 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

¿Sabes cuántas veces miras el móvil cada día? Según un estudio realizado por HMD Global, lo hacemos una media de 142, lo que equivale, si escalamos la cifra, a estar más de 18 años mirando la pantalla de nuestro smartphone. Así en bruto parece una barbaridad, pero en nuestra rutina nos parece normal, por ejemplo, pasar las horas muertas viendo stories en Instagram, vídeos en Tik Tok, ropa en la app de una marca o chateando con alguien por Whatsapp.

De hecho, ¿cuántas veces anteponemos lo que pasa en nuestro teléfono a lo que tenemos ante nosotras? ¿Con qué frecuencia preferimos perder el tiempo mirando la pantalla en lugar de hacer cualquier otra actividad, como leer un libro, o prestar atención plena a lo que estamos haciendo, como ver una peli?

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No pretendemos con estas preguntas sacar el dedo acusador, sino poner sobre la mesa el peligro que puede tener pasar mucho tiempo en las redes sociales. Sabemos que llevar Internet en el móvil ha traído de la mano enormes ventajas, abrazamos el progreso de la tecnología y, por supuesto, somos fans del potencial de las redes sociales para acercarnos a otras personas y realidades, pero, ¿qué pasa cuando algo supuestamente inocuo se convierte en una adicción? ¿Hasta qué punto somos yonkis de nuestro smartphone

La era de la conexión constante: adicción a Internet y redes sociales

Las redes sociales y las aplicaciones son un espacio de intercambio de información y un maravilloso altavoz para la publicidad y las causas sociales a partir de diferentes formatos de contenido: imágenes, vídeos, reels, textos, audios… Hasta aquí todo ok. Las oportunidades a varios niveles son indiscutibles: proporcionan entretenimiento, ofrecen información, han reinventado la publicidad e incluso son ya un lugar donde está 100% normalizado conocer gente tanto en el plano laboral como en el sentimental o sexual. La mayoría de estas aplicaciones no tienen ningún coste para nosotras… ¿o sí?

¿Realmente necesitamos consultar tanto nuestro teléfono? ¿Son todas las notificaciones que recibimos necesarias? ¿Hasta qué punto nos distanciamos de la realidad a medida que nos acercamos a nuestra versión más digital? ¿Qué consecuencias tiene con respecto a nuestra autoestima?

Aunque somos conscientes de la parte positiva, estar continuamente conectadas nos puede hacer dependientes. Lo primero que hacemos por la mañana es mirar el móvil, y también es lo último que vemos antes de dormirnos. A menudo, agarramos nuestro teléfono de una manera casi automática y, si salimos de casa sin él, nos sentimos como si fuéramos en bragas por la calle

En 2020 Netflix lanzó un documental que dio la vuelta al mundo con el título “Social Dilemma” (se tradujo como “El dilema de las redes sociales”), donde se señalaba la trampa de la gratuidad de redes como Facebook o Instagram: “Si no pagas por el producto, es que el producto eres tú”. Esta frase resume mucho el modelo de negocio de la mayoría de las redes sociales, que se lucran del tiempo que sus usuarios pasan en ellas. Para lograr que estemos allí, estas redes cuentan con mecanismos para engancharnos que, en realidad, no son novedosos. 

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Droga digital: ¿por qué son adictivas las redes sociales?

Igual que en nuestro lenguaje habitual se han colado palabras como like, feed o scroll, las redes sociales también han colado en nuestras cabecitas algunos conceptos de forma más o menos sutil para hacernos dependientes. 

  • Recompensa

    Las redes sociales se nutren de mecanismos de refuerzo que nos hacen sentir felices, aunque sea momentáneamente. Estos mecanismos son los me gusta, los comentarios o los compartidos, que activan en nuestro cerebro una sensación de gratificación que hace que nuestros neurotransmisores generen dopamina, que nos hace sentir placer. Y, ¿quién no quiere repetir algo que resulta placentero?

  • Validación social

    Somos animales sociales y las redes sociales nos dan la oportunidad de recibir reconocimiento por parte del grupo, da igual si son amigos o desconocidos. La sensación de aprobación externa hace que nuestra autoestima se infle como un globo. Y quieres más.

  • Miedo a ser excluidas

    Porque no solo los sentimientos que catalogaríamos de positivos son los que nos enganchan. El miedo es un mecanismo brutal para mantenernos enganchadas. No estar en redes es no estar a secas, perderse lo que publican los demás, no estar al día de los salseos, etc. 

  • Comparación infinita

    Las redes son es espejo donde, para bien o para mal, comparas tu vida con la de los demás. Amigas o influencers, da igual. Esto puede generar sentimientos de envidia, insatisfacción y baja autoestima que, extrañamente, también son adictivos.

  • Están planteadas para enganchar

    Como una droga de diseño. Colores llamativos, scroll infinito, llamadas de atención constantes (notificaciones)… Todo está milimétricamente pensado para prolongar nuestro tiempo de uso.

En ‘How to break up with your phone’ (‘Cómo romper con tu teléfono móvil’), la psicóloga Catherine Price señala que un uso elevado del smartphone está asociado a efectos negativos sobre nuestra autoestima y genera malestar, sobre todo en lo que se refiere a pasar tiempo en redes sociales

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Wait… Entonces, ¿soy adicta a las redes?

Si llegadas a este punto te estás preguntando si lo tuyo es amor o es obsesión, o estás intentando quitarle importancia pensando que haces un uso muy similar al que hace tu entorno, te animo a que repases los siguientes puntos y descubras si eres -o no-un adicta a las redes sociales (y a tu smartphone en general). 

  1. Uso excesivo

    Obvio, ¿no? Si quieres saber cuánto tiempo pasas revisando tus redes sociales, tu propio teléfono te lo chiva. Entra en Ajustes y busca “salud digital” si utilizas Android o “tiempo de uso” si tienes un iPhone y descubre cuántas horas dedicas diaria y semanalmente a chafardear en redes.

  2. Necesidad constante de revisar

    De manera automática, coges tu móvil y te aseguras de que no hay notificaciones nuevas, o accedes a tus redes para ver qué hay de nuevo por allí. Lo haces en la parada del autobús, pero también delante de una amiga que te está contando alguna anécdota o incluso durante una reunión de trabajo.

  3. Descuidas tus responsabilidades

    En lugar de atender a tu faena en el trabajo o de cumplir con tu plan de estudios, te encuentras revisando constantemente tu teléfono.

  4. Aislamiento social

    ¿Tu smartphone te acerca a los que están lejos pero te aleja de los que están cerca? Piensa si la mayor parte de tu vida sucede face to face o en línea.

  5. Dependencia

    ¿Alguna vez has intentado hacer un poco de detox digital y has renunciado mucho antes de lo previsto? Si cuando no puedes revisar tus redes sientes ansiedad, irritabilidad e incluso tristeza, amiga: háztelo mirar.

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Tratamiento para la adicción a las redes sociales

Ahora que nos hemos puesto frente al espejo de la dependencia, es momento de preguntarnos: ¿puedo salir de este bucle? La respuesta es que sí, PERO no será fácil. Te lo aviso. Nuestro cerebro está muy bien entrenado para engancharse y no es fácil quitarse de esa dopamina. No esperes superar esta adicción de un día para otro ni desesperes si se alarga o sufres recaídas. Lo importante es tratar de reeducarnos para tener una relación sana con nuestro teléfono, lo que incluye trabajar nuestra atención plena.

Puedes empezar poniendo en práctica estos pequeños tips:

  • Notificaciones off. Apaga todos esos reclamos por completo. Ni globos, ni vibración, ni sonido. También es recomendable activar los modos de concentración cuando estés haciendo otras tareas, como en el trabajo, en clase, mientras estudias… O programar en tu teléfono una desactivación total de las redes a partir de cierta hora por las noches, por ejemplo.

  • Uno de los ejercicios que se propone a las personas que quieren dejar de fumar es que anoten los cigarrillos que fuman. De esta manera se evitan los cigarrillos que se fuman de manera automática. Puedes hacer lo mismo con las notificaciones. ¿Cuántas de las notificaciones que recibes al día son, de verdad, urgentes, importantes, no pueden esperar?

  • Silencia los grupos en whatsapp. A menudo un comentario inocente da lugar a una conversación eterna, sobre todo si en el grupo hay muchas personas, capaz de distraer a cualquiera. Si no es importante -casi nunca lo es-, es mejor mantenerlo en silencio y revisarlo cuando de verdad quieras/puedas hacerlo.

  • Establece horarios para las aplicaciones que utilizas en el trabajo también, como Slack o el correo electrónico.

  • ¿Te atreves a desinstalar las apps que más tiempo te roban? Si te sientes preparada, reorganiza tu móvil y quédate con aquello que sea realmente útil y beneficioso para ti.

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