Hemos visto el documental ‘No estás sola’: emociones y recuerdos de cuando nos convertimos en manada
Sí, lo hemos visto y hemos recordado cómo nos unimos para exigir justicia.
Netflix acaba de estrenar un documental firmado por Almudena Carracedo y Robert Bahar que narra, a partir de testimonios reales y declaraciones textuales leídas por actores y actrices, cómo las historias de tres mujeres provocaron un #MeToo a la española.
Efectivamente, recibe el nombre por el caso de la violación en grupo que tuvo lugar durante las fiestas de San Fermín en Pamplona por cinco hombres conocidos como “La Manada”, pero se habla de dos víctimas más: la agresión que cometieron 4 de los 5 acusados a otra mujer en Pozoblanco (Córdoba) y el asesinato de Nagore Laffage en 2008, también durante estas fiestas de la capital navarra.
Esta historia pone de relieve la importancia del movimiento feminista en España. Teniendo en cuenta que en los últimos meses somos muchas las que tenemos la triste sensación de que nuestra lucha se está desinflando, no está de más recordar que nos sobran los motivos para seguir saliendo a las calles y que juntas somos más fuertes.
El documental sobre La Manada: este es nuestro análisis
La historia que marcó un punto de inflexión
Durante la última semana de febrero hubo pases en cines y el 1 de marzo llegó a Netflix: ‘No estás sola’ es una película documental que disecciona la violación grupal que sufrió una chica (a la que se da el pseudónimo de ‘Lucía’ para continuar protegiendo su identidad) en 2016 en los Sanfermines.
El rodaje ha durado unos tres años y medio y se ha llevado totalmente en secreto para impedir que la presión mediática que contaminó esta historia en su momento -y que se plasma en el documental- influyera en sus tiempos y relato, además de proteger tanto a las víctimas como al resto de personas que participan.
El largometraje se apoya en declaraciones judiciales textuales, entrevistas y cartas leídas por actores y actrices, entre quienes destacan las voces de Natalia de Molina y Carolina Yuste como narradoras que nos acercan a la historia y nos hacen recordar que, detrás de esas víctimas que quizá no tienen nombre ni cara, o que ya no pueden tener voz, hay personas reales.
Según explican Almudena Carracedo y Robert Bahar, trabajaron con 60 horas de entrevistas, 50 horas de material original (entre las que se incluyen tomas de los Sanfermines de 2022) y casi 1.000 horas de material de archivo de diferentes medios de comunicación. El montaje les llevó 14 meses.
Contar lo que no se había contado
Una de las primeras cosas que llama la atención, seguramente porque quedara invisibilizada por las acciones judiciales posteriores, es el papel de la policía en este caso. Se reconstruye cómo fue la atención a la víctima aquella noche de julio de 2016, así como la implicación para tratar de identificar a los agresores cuanto antes.
“Era como buscar una aguja en un pajar”, dice una de las policías al recordar los datos que dio la víctima: eran cuatro, andaluces, con tatuajes y vestidos de Sanfermines. Sin embargo, eso no impidió que una mujer policía se sentara durante horas delante de las cámaras de seguridad para tratar de identificar a este grupo. Y lo hizo.
Una vez localizados los sospechosos, la labor de los agentes continúa a través de sus teléfonos. Tenían claro que, por su manera de proceder, no era la primera vez que hacían algo así. Y no se equivocaban. En el chat del grupo encontraron imágenes de otra chica (a la que se da el pseudónimo de ‘Paloma’) que no sabía que había sido víctima de varios integrantes de La Manada, ya que abusaron sexualmente de ella estando inconsciente. Fue un policía quien hizo una labor de stalkeo profesional en redes para dar con ella, informarle de lo sucedido y, por supuesto, proponerle denunciar.
Recuperar el relato
En el documental es Joseba Asiron Sáez quien apunta que vio claro enseguida lo que sucedería: no se iba a juzgar únicamente a los culpables, se la juzgaría a ella. En torno a este caso se montó un increíble circo mediático donde la polarización estaba más que servida: creer a la víctima o a La Manada. La idea de “cómo debe comportarse” alguien que ha sufrido una violación empapa el propio proceso judicial. De hecho, hay un momento en el que incluso se le pregunta a ‘Lucía’ “si suele sentarse así” (no se ve, pero todas nos imaginamos que igual no tenía la pose de señorita que se esperaba de ella).
Acostumbradas a ser las eternas caperucitas rojas que se ponen en problemas por llevar una falda corta o andar por sitios oscuros a horas que no nos pertenecen, dijimos basta: de camino a casa quiero ser libre, no valiente.
Se percibe que la intención de los cineastas es, por una parte, retratar el tratamiento que se hizo en algunos medios de comunicación, así como el papel de la defensa de los agresores y mostrar la otra cara de la moneda para hacer también justicia con el relato. Testimonios como el de Ana Requena, redactora jefa de Género de elDiario.es, señalan la importancia que tiene informar con esta perspectiva.
‘Cuéntalo’: el #MeToo español
Revisar el juicio nos hace recordar el punto de inflexión que supuso en nuestro país: no solo se puso sobre la mesa cómo tratamos la violencia sexual en España, sino que hubo un sentimiento increíble de identificación. Quizá nunca lo habíamos hablado, ni siquiera entre nosotras, pero resultó que prácticamente todas teníamos alguna historia en primera persona sobre violencia sexual. También nos dimos cuenta de que de norte a sur, de este a oeste, todas volvíamos con miedo de noche a casa, monitorizando a nuestras amigas en tiempo real, esperando ese mensaje de “he llegado”. Hasta que un día ese mensaje no llega. ¿Habíamos normalizado la violencia?
Lo que quizá eran charlas de bar acabaron ocupando buena parte de las redes por un movimiento impulsado por la periodista Cristina Fallarás, que animaba a que todas compartiéramos nuestras experiencias con el hashtag #Cuéntalo. Nos convertimos en manada.
Este es un buen momento también para recordar este movimiento, ya que Instagram acaba de cerrar el perfil de Fallarás al recibir un bloque de denuncias con tufillo a manosfera. La periodista llevaba compartiendo testimonios (sin dar nombres, ni de agresores ni de víctimas) en esta cuenta desde entonces.
La violencia machista como hilo conductor
Y si se trata de recordar y de buscar motivos para seguir alzando la voz, el documental, además de volver a traer al presente la historia de Nagore, menciona los casos más mediáticos de las últimas décadas: Rocío Wanninkhof, Sonia Carabantes, Marta del Castillo o Diana Quer son solo algunas de las historias que conocemos con nombres y apellidos. No son casos aislados. Todos están relacionados de alguna manera por esta violencia sexual que se ejerce contra las mujeres. Que no se nos olvide.
¿Merece la pena ver ‘No estás sola’?
Sí, absolutamente. Me ha gustado la estructura, que es cero morboso y que pone en valor la importancia del movimiento feminista. Es duro de ver (cómo no va a serlo), pero también resulta muy interesante revisar cómo se construyó el relato, la reacción conservadora y, sobre todo, nuestra respuesta conjunta y contundente. Ahora que se acerca el 8M creo que es buen momento para volver a empaparnos de aquel sentimiento de sororidad y recordarnos que juntas somos más fuertes.