¿Un feminismo demasiado blanco y privilegiado? La importancia de reivindicar (de verdad) por todas las mujeres este 8M

¿El discurso feminista dominante peca de intelectual, blanco y privilegiado? Por qué debemos tener en cuenta las realidades de todas las mujeres, racializadas, de entornos precarizados o inmigrantes

marzo 6, 2023 Escrito por Eva Gracia

Coordinadora web de Bloom. Graduada en Periodismo por la Universidad de Zaragoza. Redactora especializada en salud femenina, salud mental, estilo de vida y temas sociales. Ha colaborado en el Observatorio BLOOM sobre ITS en mujeres en España.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Cada 8 de marzo, el feminismo toma un gran protagonismo en la conversación y el eco de nuestras reivindicaciones se oye más lejos. Ya hemos hablado de la importancia de no caer en el purplewashing (esa tendencia del entorno capitalista a monetizar las causas sociales, en concreto, la lucha de las mujeres por la igualdad) y de no limitar a una serie de estereotipos lo que es “ser mujer feminista”.

Pero hemos venido a abrir otro melón: como feministas, ¿estamos poniendo nuestras reivindicaciones bajo una lupa demasiado pequeña? ¿Está dominando el discurso un feminismo blanco y privilegiado? ¿Estamos minimizando las necesidades y reclamaciones de las madres, las mujeres racializadas o de aquellas que parten de una situación socioeconómica especialmente compleja?

En todo esto nos hizo pensar esta publicación de Instagram de Esther Vivas, también conocida en redes sociales como Mamá Desobediente. “A veces desde un sector del feminismo se tiende a criticar y estigmatizar a las madres”, explicaba Esther, citando comentarios como “la maternidad te esclaviza” o “ser madre es un coñazo”. Vivas continuaba argumentando que, más allá de la opción vital de cada una, estos comentarios e ideas acaban “estigmatizando y dando la espalda a las madres”.

feminismo y maternidad

Este contexto, Esther apunta: “Tener a cargo criaturas resta cierto grado de libertad. Se lo resta a cualquier persona que cuide […]. Pero criar no nos resta más libertad que ciertos trabajos o parejas […]. Necesitamos una sociedad y una economía que ponga en el centro la vulnerabilidad humana, no que la rechace”.

“No se trata de criticar a las madres, sino las condiciones en las que somos madres. La maternidad es una cuestión feminista, y necesita menos juicio y más sororidad”, concluye Esther.

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El machismo y la precariedad como problema de fondo

Efectivamente, y como apunta Mamá Desobediente, el problema, si lo llevamos al trabajo, no es solamente la maternidad, sino un mercado laboral que penaliza a las mujeres (sí, especialmente a aquellas que son madres) y que es machista y precarizado.

Muchas veces y como reivindica Esther en posts como este, lo cierto es que el discurso feminista general no siempre incluye en sus principales reclamaciones o puntos clave a las madres, como tampoco a las mujeres racializadas o a aquellas que, por las circunstancias que sean, viven en un contexto con menos oportunidades.

Sí, está muy bien que reclamemos romper el techo de cristal, pero hay mujeres -quizá por su raza, etnia o procedencia- que, de momento, no pueden siquiera poner un pie en la planta calle de ese edificio de techos transparentes.

Es decir, no pueden acceder al mercado laboral en condiciones dignas y que les permitan tener un futuro estable, en el que sean dueñas de sus decisiones y también independientemente económicas.

feminismo inclusivo

De esto mismo habló con Bloom Yania Concepción, psicóloga, terapeuta y educadora sexual en este vídeo de nuestra serie Diosas. “No solamente nos cruza el género, sino también hay una parte de raza. Le ha pasado a amigas mías que, por su color de piel o por sus facciones, hay personas que las paran por la calle y dan por hecho que son trabajadoras del hogar. Parte del machismo, la hipersexualización de los cuerpos no blancos, el imaginario colectivo de caliente y demás», nos contó Yania.

El feminismo también debe incluirlas a ellas, ser verdaderamente transversal y contemplar las realidades más variadas y los contextos más complejos. Solo así, con todas siendo parte del juego y en las mejores condiciones posibles para cada una, podremos encaminarnos hacia una igualdad real y dejar el machismo, especialmente arraigado en ciertos contextos, atrás.

Esto también se aplica a lo legal. En referencia a la reciente reforma de la ley del aborto, Yania explicaba: «El lema que están impulsando es ‘una ley para todas’. Ahí yo pregunto: ¿estamos todas? Si no incluye a las mujeres migrantes, a las mujeres en situación irregular, no estamos todas«.

En una línea similar, Esther Vivas decía “si el feminismo no defiende a las madres, ¿quién lo va a hacer”. Algo totalmente extrapolable a las mujeres racializadas, de contextos precarizados o inmigrantes. En definitiva, y lo que verdaderamente nos debe importar, independientemente de clases o procedencia: si el feminismo no defiende a las mujeres, ¿quién lo va a hacer?

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