¿Madres arrepentidas? Haber o no haber sido madre: así se ve desde la «distancia» temporal

¿A veces te cuestionas la decisión de haber sido madre? ¿Te planteas si tu vida sería más plena de no haber optado por este camino? No estás sola.

mayo 28, 2024 Escrito por Isabel Sauras

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, cultura y estilo de vida. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Hay mujeres que rara vez se replantean las cosas, pero muchas de las mortales vivimos en un continuo bucle, dando vueltas y más vueltas a todo lo que nos ocurre. Si somos capaces de recapacitar durante semanas sobre asuntos triviales como el outfit que llevaremos a una boda o el mueble que compraremos para la entrada de nuestra casa, somos aún más capaces de reflexionar durante tiempo ilimitado sobre decisiones importantes como la de ser madres y también de plantearnos infinitas veces si nuestras decisiones del pasado fueron las correctas. 

Puedes ser una madre de matrícula de honor y, sin embargo, tener momentos en los que te planteas seriamente si tu vida hubiera sido mejor de no haber optado por la maternidad. Si serías más feliz sin tantas obligaciones, si hubieras progresado mucho más en tu trabajo o si tu vida en pareja sería de película de no ser por las cargas y renuncias que implica tener hijos. 

Hacerse preguntas es un ejercicio muy sano y no hay por qué sentirse culpable por tener pensamientos encontrados respecto a la maternidad, eso no implica que quieras menos a tus hijos o que no seas una buena madre. 

A partir del testimonio de dos madres en situaciones diferentes, reflexionamos acerca de la maternidad vista desde la distancia. 

madres arrepentidas

“A veces pienso cómo sería mi vida sin ser madre, ¿significa eso que no quiero a mis hijos?”

Laura es madre de tres hijos, dos niños y una niña. Está casada desde hace muchos años y tiene una vida más o menos tranquila, sin grandes altibajos. Vista desde fuera, nos explica, su vida parece casi idílica.

“Tengo la sensación de que la gente de mi entorno piensa que mi vida es fácil porque tengo una relación de pareja aparentemente feliz, unos niños sanos y una estabilidad económica que me permite dormir por las noches. Sin lugar a dudas, mis hijos son el eje de mi vida, me encanta pasar tiempo con ellos y disfruto viéndolos crecer, pero, aun así, demasiado a menudo me planteo que mi felicidad no está ligada a ellos, que yo podría haber sido muy feliz también si hubiera renunciado a la maternidad. Me siento egoísta por tener esos pensamientos, que casi siempre afloran cuando estoy desbordada y ahogada por atender a las necesidades de los tres simultáneamente, cuando siento que no tengo un solo segundo para cuidar de mi misma o me veo obligada a renunciar a cosas que son importantes para mi. ¿Significa eso que no quiero a mis hijos o que no los quiero lo suficiente?”, se plantea.

La crianza, especialmente en algunos momentos, puede ser algo muy complicado de sobrellevar, incluso un peso demasiado grande si la conciliación no ayuda. Puedes querer, cuidar y adorar a tus hijos más que a nada en el mundo y, sin embargo, sentir que la maternidad no te llena o no es el camino que deberías haber elegido. Esto no significa que quieras menos a tus hijos, significa que sigues siendo una mujer plena con todas tus necesidades y deseos latentes y que las renuncias te están pasando factura en un momento puntual. 

Casi todas las veces, tomamos la decisión de ser madres de una forma consciente y voluntaria, pero lo que nos depara la vida no siempre concuerda con nuestras expectativas. En una vida idílica, los padres adoran a sus hijos y viceversa, la familia se complementa y se apoya en los buenos y los malos momentos y el hogar es un refugio al que acudir siempre. Lo que ocurre es que a menudo surgen problemas dentro o fuera de casa que complican la existencia y hacen que el día a día se ponga muy cuesta arriba.

La cosa se complica aún más cuando en la familia se dan coyunturas especiales como problemas de salud física o psicológica serios, separaciones conflictivas o dificultades económicas, por ejemplo. La maternidad es maravillosa, pero es siempre exigente y requiere renuncias y sacrificios que para algunas mujeres resultan difíciles de asumir. Contar con ayuda profesional puede ser la tabla de salvación para reconciliarte contigo misma y con tu maternidad en estos casos.

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Puedes querer, cuidar y adorar a tus hijos más que a nada en el mundo y, sin embargo, sentir que la maternidad no te llena o no es el camino que deberías haber elegido.

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no quiero a mis hijos

“Ser madre llenó mi vida por completo, no siento que me esté perdiendo nada”

Cristina es madre de un hijo único, se divorció cuando el niño tenía tres años y no ha vuelto a tener pareja. “Antes de que naciera mi hijo ya era consciente de que su presencia cambiaría mi vida para siempre. No siento que me esté perdiendo nada importante, por ello, no tengo la sensación de estar renunciando a nada. Todo lo contrario, soy muy feliz dedicándole mi tiempo. Pienso que crece demasiado rápido y no quiero perderme nada de esta etapa. Ser madre es lo mejor que me ha pasado”, cuenta.

Para las que hemos tenido hijos, la maternidad es un punto de inflexión y un cambio de vida inevitable, pero en la carrera de la crianza, no todas nos sentimos en el mismo punto. Algunas mujeres convierten a sus hijos en el faro de su vida y, sin forzar nada, canalizan todas sus energías en sus hijos y eso les llena.

Cuando la crianza se convierte en tu mayor propósito en la vida, puede que pienses que no necesitas atender a tus propias necesidades ni sientas la necesidad de tener una relación sentimental porque te encuentras completamente plena. El problema que puede surgir en estos casos es a largo plazo, cuando la independencia de los hijos se convierte en un hecho y el síndrome del nido vacío es demasiado intenso porque la madre siente un vacío enorme en su vida. 

La maternidad no es una ciencia exacta ni hay una manera correcta de sentirse ante el hecho de ser madre. Desde el parto, pasando por la niñez y hasta la vida adulta, seguimos siendo madres de nuestros hijos, con todo lo que eso implica en cada etapa. El objetivo es hacerlo lo mejor posible, surfear los momentos difíciles y asumir que, cuando nuestros hijos dejen de necesitarnos tanto, seguiremos siendo nosotras mismas.

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