
¿Qué pasa con los embriones que no se implantan en un tratamiento de FIV?
Muchas veces, tras un tratamiento de fertilidad quedan embriones congelados que no se utilizan. ¿Qué pasa con ellos?
La infertilidad es un desafío que afecta a muchas mujeres y parejas en todo el mundo. Puede ser una experiencia emocionalmente compleja, que despierta preguntas, miedos y frustraciones. Sin embargo, los avances en la ciencia y la medicina han abierto un abanico de posibilidades a través de los tratamientos de reproducción asistida, brindando nuevas esperanzas a quienes desean formar una familia.
Uno de los aspectos más fascinantes y menos hablados de estos tratamientos es el uso de embriones congelados. Esta tecnología ha transformado por completo la forma en que concebimos la maternidad, ofreciendo flexibilidad, autonomía y tiempo.
Embriones no implantados: ¿qué ocurre con ellos?
¿Qué son los embriones congelados?
Los embriones congelados son el resultado de la fecundación in vitro (FIV), un procedimiento en el que se extraen los óvulos de la mujer, se fecundan en el laboratorio con esperma y se forman embriones. En lugar de implantarlos todos en el útero, algunos se transfieren en ese momento y los demás pueden ser congelados y almacenados para su uso futuro.
Gracias a la criopreservación, estos embriones se mantienen viables durante años, lo que permite planificar nuevos embarazos sin necesidad de repetir todo el tratamiento hormonal o de estimulación ovárica. También brinda la posibilidad de posponer la maternidad por razones personales, profesionales o médicas.


¿Por qué hay embriones no implantados?
En muchos ciclos de FIV, se generan más embriones de los necesarios. Esto puede ocurrir por diferentes razones.
- Solo se transfieren uno o dos embriones para reducir el riesgo de embarazos múltiples.
- El primer intento de implantación resulta exitoso y ya no se desea ampliar la familia.
- La persona o pareja cambia de opinión sobre tener hijos o se enfrenta a una situación de salud o vida diferente.
En estos casos, los embriones no implantados se conservan congelados. Pero ¿qué hacer con ellos cuando ya no se planea utilizarlos?
¿Cuáles son las opciones para los embriones que «sobran»?
Donación
Una de las decisiones más solidarias es donar los embriones a otras personas o parejas que luchan contra la infertilidad. Para ellas, estos embriones pueden ser la oportunidad de tener un hijo. Es una opción generosa, aunque emocionalmente compleja. Otra posibilidad es la donación a la investigación científica. En este caso, los embriones se utilizan en estudios que buscan mejorar los tratamientos de fertilidad, investigar enfermedades genéticas o avanzar en la medicina reproductiva.
Ambas opciones requieren el consentimiento explícito de quien conserva los embriones y, en muchos países, están reguladas por leyes específicas.
Implantación futura
Muchas personas deciden conservar los embriones congelados con la intención de utilizarlos más adelante, ya sea para ampliar la familia o porque el primer intento no tuvo éxito. Con el paso del tiempo, esta opción puede verse influida por factores como la edad, la salud o los cambios personales y de vida.
Descarte
Cuando no se desea usar ni donar los embriones, otra opción es el descarte. Aunque es legal y válida, suele ser una decisión difícil. Muchas personas posponen esta elección durante años por el peso simbólico y emocional que implica.
El descarte se realiza siguiendo protocolos médicos y éticos y, en muchos casos, implica una reflexión profunda.


¿Qué dice la legislación al respecto?
Las leyes varían según el país, por eso es importante informarse bien y estar en contacto con la clínica para no perder el control sobre esta decisión. El marco general es el siguiente:
- Se establece un plazo máximo para la conservación de los embriones (por ejemplo, 5 años, con posibilidad de prórroga).
- Es obligatorio renovar el consentimiento cada cierto tiempo.
- En caso de falta de respuesta por parte de quienes conservaron los embriones, puede optarse por su descarte o donación según lo acordado previamente.
El caso de Marta Rimbau
La creadora de contenido Marta Riumbau ha hablado públicamente de su experiencia con la reproducción asistida, incluyendo el proceso emocional de congelar embriones. Con su testimonio, visibiliza una situación que viven muchas mujeres: la decisión posterior al tratamiento, cuando la urgencia de ser madre ya no está, pero los embriones siguen allí, congelados, esperando una respuesta que no siempre es fácil de dar.
En sus ‘stories’ habla del tema sin tabús, como cuando le preguntaron: «¿Sabes que harás con el otro embrión congelado?». «Sí, en algún momento de este año iré a la clínica sin decir nada a nadie y me haré la transferencia. Sé que será negativo, pero lo habré intentado», concluyó.
Los tratamientos de reproducción asistida no solo son una oportunidad médica, también son un viaje emocional. La existencia de embriones no implantados es una consecuencia poco visible, pero muy real, que conlleva decisiones éticas, emocionales y personales. Todas las formas de ser o no ser madre merecen respeto, comprensión y acompañamiento.