
Cada vez más parejas españolas se encuentran con el mismo problema para tener hijos: el esperma
Mientras ellos ganan músculo, el esperma pierde calidad. Hablamos de deporte, hormonas, fertilidad y por qué nadie pone el foco en la salud reproductiva masculina.
La infertilidad masculina crece. Si no fuese anatema, tabú social y dañase el orgullo del sexo varón, hablaríamos de la crisis del semen español. Según datos oficiales de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), en España se estima que el actor masculino está presente en hasta el 40 % de los casos de infertilidad, ya sea como causa única o como causa combinada.
Igual no somos del todo conscientes pero es un hecho científico que la calidad del esperma masculino se está deteriorando, y mucho. Parámetros clave del esperma de calidad como la concentración, la motilidad y la morfología se están viendo afectados por una combinación de factores que van desde el sedentarismo hasta el extremo opuesto: el culto al cuerpo, el deporte extremo, el uso de esteroides y la obsesión con alcanzar un físico ideal. Y es que hoy, muchos hombres se enfocan en marcar abdominales sin saber que, a nivel interno, su salud reproductiva podría estar en números rojos.


¿Qué está pasando con la fertilidad masculina? Llegados a este punto, alguno o alguna hará cálculos mentales: cada vez nos cuidamos más, nos alimentamos de forma más consciente, hacemos más deporte y vivimos más años ¿cómo es posible que la calidad del esperma esté descendiendo de forma generalizada? Pero la otra pregunta clave es: ¿por qué seguimos sin hablar de ello?
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¿Qué está pasando con la fertilidad en hombres? Hablemos de la infertilidad masculina
Una de las crisis sanitarias más invisibilizadas a nivel internacional tiene que ver con el esperma. Según la Asociación Nacional para Problemas de Fertilidad, ASPROIN, solo se diagnostica el 11 % de los casos reales de infertilidad masculina en España, lo que sugiere que unos 3,7 millones de hombres podrían tener problemas fértiles sin saberlo.


Pero ¿por qué está ocurriendo esto? La caída de la calidad espermática se debe a una combinación de factores ambientales, hormonales, sociales y conductuales que han cambiado drásticamente en las últimas décadas. Desde el aumento de la contaminación y la exposición a disruptores endocrinos (presentes en plásticos, pesticidas o productos cosméticos), hasta el estrés crónico, el sedentarismo o los malos hábitos alimentarios… desde luego el estilo de vida actual no favorece en absoluto nuestra salud reproductiva.
A todos estas causas, hay que sumar fenómenos más recientes que también están pasando factura a la infertilidad, como el uso demasiado común de ciertas sustancias como el alcohol y el tabaco, la privación del sueño, la exposición abusiva de pantallas y aparatos electrónicos o las muchas horas que pasamos sentados en el trabajo. Además, el deporte extremo y el uso de anabolizantes, vitaminas y suplementos hormonales también tienen un impacto muy directo en los problemas de esterilidad masculina.
Más músculo, menos esperma: ¿qué papel juegan los suplementos y el estilo de vida?
Sabemos de sobra que el ejercicio moderado es fundamental para nuestra salud general y un factor muy determinante en nuestra salud reproductiva. El deporte tiene efectos beneficiosos sobre la salud hormonal y, por tanto, sobre la calidad espermática. El problema llega cuando ese ejercicio saludable se convierte en una obsesión estética, entonces el resultado puede ser el contrario. Y es que el culto al cuerpo y el rendimiento extremo están alterando peligrosamente el equilibrio hormonal de muchos hombres.
Uno de los factores más preocupantes es el uso (o abuso) de esteroides anabólicos y testosterona exógena, muy presentes en entornos de musculación y culturismo. Estas sustancias, interfieren directamente en el eje hormonal que regula la espermatogénesis (el eje hipotálamo-hipófisis-testículos) y reducen o incluso detienen la producción natural de esperma, provocando un menor volumen de eyaculado, alteraciones en la morfología y, en algunos casos, atrofia testicular.
Según un artículo publicado en Reproductive Biology and Endocrinology, estos compuestos pueden tener efectos prolongados e incluso irreversibles, incluso en hombres jóvenes y sanos que los consumen con fines puramente estéticos o deportivos.
Pero no se trata solo de consumir química. El propio estilo de vida que exigen ciertos modelos corporales puede jugar muy en contra de la fertilidad: dietas muy bajas en grasa, déficit calórico constante, niveles elevados de estrés oxidativo y entrenamientos de alta intensidad también afectan muy negativamente a la producción de testosterona y, con ella, a la alteración de los espermatozoides.


De hecho, algunos atletas de élite sometidos a controles de dopaje permanentes pueden mantener una concentración espermática “normal” pero presentar daños en el ADN espermático, alteraciones en la morfología o reducción en la movilidad, lo que disminuye su fertilidad real incluso si los parámetros totales parecen correctos. Así lo señalan investigaciones recientes publicadas en Frontiers in Physiology y Journal of Clinical Medicine.
A este cóctel explosivo se suma el componente psicológico. El estrés crónico, ya sea profesional, sexual o deportivo, eleva los niveles de cortisol, una hormona que inhibe la producción de testosterona y daña la calidad seminal. En un entorno donde se exige a los hombres rendimiento constante a todos los niveles, la ansiedad por el rendimiento puede convertirse en un factor silencioso de infertilidad.
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El gran tabú de la infertilidad masculina
Desear tener hijos y no poder tenerlos es una carga emocional difícil de llevar. Los problemas de fertilidad tanto para hombres como para mujeres no solo son difíciles de asumir a nivel individual: siguen siendo difíciles de nombrar y normalizar, pero especialmente cuando afectan a los hombres.
La fertilidad masculina ha sido tratada históricamente como un tema tabú, a menudo vinculado erróneamente a la virilidad o la potencia sexual. Y a día de hoy, muchos hombres aún no se plantean revisar su fertilidad hasta que quieren tener hijos. “Muchos hombres no relacionan su estilo de vida con su fertilidad hasta que es demasiado tarde”, explican desde la Asociación Nacional para Problemas de Fertilidad, ASPROIN. Y el problema se agrava cuando se parte del hecho erróneo de que tener libido o erecciones normales es sinónimo de fertilidad.


Sin embargo, ASPROIN afirma que están cambiando las tendencias, y que cada vez son más los hombres jóvenes que acuden a profesionales de la salud preocupados por su fertilidad, algo que hasta hace poco se consideraba anecdótico. Aunque vamos tarde, en parte, refleja un despertar frente a un problema que afecta a muchos y del que se habla poco.
Lamentablemente, la salud reproductiva masculina apenas tiene espacio en la educación sexual, en las consultas rutinarias o en la cultura popular y este gran vacío de información alimenta el estigma y también los mitos. La escasa educación sexual deja a los hombres sin herramientas para interpretar las señales de alerta o para cuidar su fertilidad a lo largo del tiempo. Este desconocimiento también abre la puerta a discursos reaccionarios y manipuladores que señalan a las mujeres como las culpables de la baja natalidad en el mundo por tener hijos “demasiado tarde” obviando que muchos hombres jóvenes aparentemente sanos podrían estar contribuyendo al problema desde dentro de su propio cuerpo.