Carga mental: qué es y por qué sigue siendo una barrera para la igualdad
¿Sabes lo que es el trabajo invisible de las mujeres? No se trata de un súper poder (¿o sí?), sino de una tarea que recae frecuentemente sobre nosotras y que implicar organizar mentalmente todos los quehaceres del hogar y la familia
A pesar de que los roles familiares han evolucionado mucho (y menos mal) y el reparto de las tareas parece equitativo, lo cierto es que en la gran mayoría de hogares (con o sin niños) hay alguien que se encarga de planificar, coordinar y tomar decisiones. Adivina quién.
Qué es la carga mental, una tarea invisible… y esencial
¿A quién no le ha dicho un hombre -medio en serio, medio en broma- que «ellos son incapaces de hacer dos cosas a la vez»? Esta afirmación solo esconde lo que podríamos definir como un escaqueo estructural que, además, aplica únicamente al ámbito privado. Mientras que en el entorno laboral los hombres pueden planificar estrategias, organizar tareas y dirigir el cotarro perfectamente, en lo doméstico no siempre se replica esa dinámica.
De eso, en resumen, va la carga mental, un concepto que definió por primera vez en 1996 la socióloga Susan Walzer en el libro ‘Thinking about the baby’. Las mujeres podemos trabajar y ser auténticas jefazas y, a la vez, tener 300 tareas en cola en nuestra cabeza que ligan con al ámbito privado. Ir al supermercado a por detergente, llevar al peque al dentista, recoger ese abrigo que está en la tintorería…
La carga mental es ese peso de tener que coordinar en la sombra una enorme lista de tareas y preocupaciones. Es algo que recae muchas veces sobre las mujeres. ¿Y por qué? Porque socialmente se ha asumido que tenemos ese rol, un rol que cansa y genera estrés y ansiedad. Por eso la carga mental es una barrera más hacia la igualdad, un muro que debemos pelear por derribar.
Estar en igualdad de condiciones también significa en igualdad de energía, con las mismas cargas mentales y ‘to do lists’ en la cabeza.
Aunque no hay ninguna razón biológica por la que nosotras tengamos que ejercer ese papel de «repartidoras de tareas», las cifras nos dan la razón: más del 70% de las mujeres sufrimos carga mental, frente al 12% de hombres. Además, está comprobado que ese porcentaje crece con la maternidad: muchas veces, son las mamás las que recuerdan las fechas de los cumpleaños, festivales y carnavales escolares, las que están activas en los chats del colegio y las que se ocupan de agendar tareas como «firmar la autorización de la excursión».
Son quehaceres a veces intangibles o poco significativos, pero que, grano a grano, conforman una montaña de arena que pone especialmente difícil a muchas mujeres no solo la conciliación, sino también el autocuidado. Además de madres, trabajadoras, emprendedoras o amigas somos mujeres. Y es igual de importante cuidarnos a nosotras mismas que atender al resto.
‘No me lo has pedido’, el cómic que ilustra la carga mental de las mujeres
Lo peor de la carga mental, aparte de lo agotadora que resulta y de la desigualdad que contribuye a generar, es que está tan silenciada e interiorizada que, a veces, ni nosotras mismas somos capaces de detectarla. ‘No me lo has pedido’ es un cómic de la artista Emma Clit que refleja perfectamente esa carga mental que muchas sentimos a diario.
No hay nada como compartir experiencias para sentirnos más acompañadas y fuertes. Te recomendamos que eches un vistazo a este título y reflexiones sobre cuántas de las situaciones que plantea te resultan sorprendentemente familiares.
También es probable que, al pensar en muchos de esos momentos, te veas a ti de niña y adolescente y entiendas cómo se sentía tu madre en aquella época, gestionando su propia carga mental. ¿Lo mejor de revisar el pasado con la perspectiva de género y actual? Que podemos trabajar para no reproducir comportamientos y roles.
Cómo reducir la carga mental con pequeños y cotidianos gestos
Una vez que somos capaces de identificar que nuestra carga mental está descompensada y nos abruma, el siguiente paso es intentar revertir esa situación. Puede que sea un proceso que implique cambios en el día a día y nuestras rutinas, pero, si conseguimos interiorizarlos, estaremos un paso más cerca de derribar una de esas barreras invisibles que aún hoy bloquean el camino hacia la igualdad.
La corresponsabilidad -tanto en las tareas del hogar como en el cuidado de los hijos, en el caso de las madres- es la hoja de ruta. Sí, tenemos que hacer un reparto de las tareas, pero también de esa carga mental que supone tenerlo todo bajo control.
- Organización, la clave del éxito. Las tareas de un hogar se pueden pormenorizar y repartir. Por ejemplo: un día de la semana podéis sentaros a decidir entre tu pareja y tú cuál será el menú de la siguiente semana. Así, podréis organizaros en el reparto y elaborar una lista de la compra con lo necesario para llevarlo a cabo.
- Distribución equilibrada de las tareas. Si hace falta ponernos el disfraz de roommates y hacer un calendario con quién limpia el baño y quién friega la cocina cada día, se hace. Y cada uno es responsable de su cometido.
- Diferenciar qué es urgente y qué importante. No todas las tareas son a vida o muerte y es posible que, en ese agobio de querer llegar a todo, nos perdamos cosas preciosas de la convivencia y de la maternidad.
- En el caso de tener hijos (independientemente de si eres madre soltera o no), ellos y ellas -cuando tengan edad suficiente- también pueden empezar a responsabilizarse y colaborar en casa.
Todo esto ayudará a distribuir la carga mental y a educar a los hombres las y mujeres del futuro en un reparto verdaderamente equitativo de las tareas. No solo en la realización de las mismas, sino en el mero hecho de concebirlas como tal. ¡A por ello!