Miedo al cambio: ¿por qué tememos movernos a territorios desconocidos?
Es una emoción necesaria, pero también limitante.
Como dice el concepto clásico atribuido al filósofo Heráclito, panta rhei: todo está en cambio continuamente. Sin embargo, no siempre es fácil aceptarlo. El manido concepto de la zona de confort se hace fuerte en nosotras en muy diferentes situaciones: a la hora de buscar un nuevo trabajo, de decidir si es momento de terminar una relación, de cambiar de casa… Salir de ahí nos pone en modo de alerta máxima, como si nos aventuráramos a explorar la jungla con una linterna de juguete. ¿Por qué tenemos miedo al cambio y cómo puede limitar nuestro progreso personal y profesional?
Las causas más profundas del miedo al cambio
¿Quién no ha sentido vértigo al pensar en abandonar el terreno conocido y confortable donde parece estar todo bajo control para adentrarse en un nuevo viaje hacia la incertidumbre? Nuestros hábitos y patrones a menudo nos dan sensación de seguridad, pero no significa que debamos “rendirnos” ante lo que entendemos como fiable. Quizá la vida nos ofrezca algo más emocionante a cambio de ese pequeño peaje, ¿nos lo vamos a perder?
Es muy fácil decirlo, pero cuando hay que ponerse manos a la obra… Muchas de nosotras hemos visto a nuestro alrededor, o sentido en nuestras propias carnes, esa paralización frente a un posible cambio. Se trata de miedos muy profundos que es complicado desmontar.
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Lo conocido es cómodo
No nos supone ningún reto: es fácil. Pensar en cambiarlo resulta abrumador y nos genera ansiedad.
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Incertidumbre
No podemos prever el futuro ni asegurar las consecuencias que puede tener una determinada decisión. No saber qué va a pasar (aunque, en realidad, nunca lo sepamos) resulta aterrador.
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No queremos perder lo que tenemos
O quedarnos sin nada. Mejor malo conocido…
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¿Y si fracaso?
Nuestro cerebro tiene el poder de extender ante nosotras todas las posibilidades de que salga mal para mantenernos paralizadas.
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Algo nos salió mal
Y nos generó un trauma que nos impide visualizar el cambio como algo potencialmente positivo. El miedo está arraigado a cualquier forma de transformación.
Nadie te garantiza que vaya a salir bien, pero los cambios te brindan una oportunidad para aprender y crecer en todos los ámbitos de la vida.
O te mueves o caducas
El cambio no te da garantías, pero quedarte donde estás, en realidad, tampoco. Mantenerse en ese temor constante es como quedarse en la cama todo el día porque tememos el frío al levantarnos. Se está genial bajo el edredón, pero, ¿y todo lo que pasa cuantos nos atrevemos a salir de ahí?
Abordar el cambio de manera gradual puede hacer que la transición sea más manejable y menos intimidante.
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Acepta el cambio como algo inevitable
Como parte de la vida. Ya sabes: panta rhei.
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Y el miedo
Todas las superheroínas tenemos nuestra kriptonita. No pasa nada. Pero no olvides que en esta aceptación también hay espacio para pensar en su gran poder para limitarnos y sembrar la semillita para sentir otras emociones, como la culpa o la frustración.
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Encuentra una motivación que verdaderamente nazca de tu interior
Solo ese fuego te ayudará a dar el paso hacia un cambio, ignorando lo que dejas, sin miedo a no saber lo que viene.
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Entrena tu mente
Sí, como tus cuádriceps. Igual que en tu primer día de gimnasio no vas a hacer 200 sentadillas, si históricamente has temido los cambios no vas a teñirte el pelo de azul y mudarte a Bali a empezar una nueva vida. Empieza con pequeños cambios, a modo de calentamiento. Quizá probar nuevas comidas, hacer un camino diferente al trabajo o invertir los pasos de tu rutina mañanera.
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Crea un plan de acción ajustado a lo que puedes soportar
Pero que sea práctico. Con objetivos medibles que te muevan de lo que sea que sientas que necesitas cambiar.
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Perspectiva
La mayoría de las veces no es lo que está ante nosotras, sino la interpretación que hacemos. ¿Y si en lugar de ver el cambio como un abismo lo vemos como una oportunidad de pasar de pantalla?
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Comparte tus sensaciones
Abrirte con tus amistades, familiares, pareja, colegas… te puede dar ese apoyo emocional y comprensión tan necesarios para despedirte de este miedo.
Y si todo esto no te vale… ¡Busca ayuda! Una psicóloga puede acompañarte en terapia para ir perdiendo el miedo al cambio y animarte a conocer nuevos horizontes hasta ahora desconocidos. Trabajar con esas partes de tu personalidad, con tus emociones, con tu sistema de creencias, puede ser muy beneficioso para ti.