¿Elegimos parejas que se parecen a nuestros padres? Zoom al ¿mito? del complejo de Edipo

Las dinámicas familiares ejercen una influencia profunda en la forma en que nos relacionamos con los demás

febrero 10, 2024 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Desde que nacemos, las interacciones que tenemos con nuestros padres, madres o cuidadores empiezan a moldear nuestra percepción de las relaciones y el amor. La familia es nuestra primera vía de socialización, así que lo que vemos en ese momento, aunque no lo interioricemos de una manera súper consciente, establece algunos patrones que influyen en nuestra forma de entender las relaciones y, también, en qué nos fijamos a la hora de elegir pareja. 

Por ejemplo, la forma en que experimentamos el apego inicial con nuestra madre puede determinar la capacidad para establecer relaciones seguras en el futuro. Es lógico: si nos sentimos cuidadas tenemos más confianza y mejor autoestima, lo que se refleja en nuestra capacidad para establecer vínculos emocionales estables. Si, por el contrario, hemos experimentado un apego más inseguro, podemos ser más desconfiadas y cautas a la hora de compartir intimidad (del tipo que sea). No es lo único, ni es definitivo, pero ahí está. 

También influye la relación que vemos entre nuestros padres y cuidadores. Si observamos respeto, amor e intimidad, es posible que busquemos eso mismo. Si, por el contrario, nuestro entorno está marcado por el conflicto, podemos llegar a reproducir este escenario. Es el que conocemos, el que nos parece “normal”.

complejo de edipo

Un vistazo a los complejos de Edipo y Electra

El complejo de Edipo es un concepto que introdujo Sigmund Freud, a quien se considera padre del psicoanálisis, a partir del mito griego: el protagonista, Edipo, mata a su padre y se casa su madre, con toda la tragedia familiar que te puedes imaginar. Decía Freud que es algo que se da en los niños varones en lo que llamaba la etapa fálica del desarrollo (entre los tres y seis años de edad): los niños varones se “enamoran” de sus madres y experimentan celos hacia su padre, a quien ven como un rival. 

Carl Gustav Jung, psicólogo y psiquiatra suizo, añadió en 1912 la parte femenina, a la que llamó Complejo de Electra (que en la mitología griega busca vengar la muerte de su padre, aunque tenga que enfrentarse a su madre), para describir emociones similares de las niñas hacia su padre (enamoramiento) y su madre (rivalidad o celos). 

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El psicoanálisis también sugiere que buscamos en nuestras parejas cualidades que reflejan aspectos de nuestros padres. Ya sea de manera consciente o inconsciente, tendemos a buscar en el otro ciertos rasgos o comportamientos que nos resultan familiares o reconfortantes, sean como sean.

complejo de edipo

¿Elegimos parejas que se parecen a nuestros padres?

Según estas teorías, efectivamente nuestras relaciones amorosas podrían estar influidas por la relación que hemos vivido con nuestros padres. De hecho, es algo que se ha observado también en otros animales: buscamos familiaridad. Y no solo en lo que a apego se refiere, también en el físico. Aunque sea muy sutil e inconsciente, puede que nos fijemos en quienes de alguna manera comparten rasgos con nuestros padres. No hace falta que sean un calco: basta con que tengan una altura similar, un mismo color de pelo, de piel… 

Quienes lo enfocan desde la biología, apuntan a que puede tener que ver con algo muy profundo que apela a nuestro instinto de supervivencia como especie: compartir similitudes aumenta las posibilidades de tener una descendencia sana y adaptativa. ¿Cómo te quedas?

parejas se parecen a nuestros padres

Desde la psicología y las ciencias sociales no dan una respuesta definitiva ni simple, pero se señala que, más que intentar emular esa relación que has visto o buscar a quien sea exactamente igual que papá o mamá, entra en juego esa familiaridad: nos atrae aquello que nos hace sentir cómodas. Esto puede ser positivo, pero también negativo si lo que hemos interiorizado son dinámicas disfuncionales o modelos destructivos. De hecho, hay quien le da la vuelta a esta pulsión y desarrolla una total aversión a lo que ha aprendido en casa, buscando todo lo contrario. 

No siempre terminamos con la persona que se parece a nuestros padres o que cumple con todas nuestras expectativas. Hay otros muchos factores que pueden influir en nuestras decisiones amorosas más allá de lo que hemos “aprendido” en casa.

¿Es posible escapar de tus propios patrones si te hacen daño?

La realidad nos muestra que la elección de pareja es un proceso muy complejo y multifacético que va más allá de la mera reproducción de patrones heredados. Intervienen, además, emociones, experiencias pasadas y proyecciones futuras, además de azar o suerte para cruzarte con una persona u otra, que ya sabemos que no siempre es sencillo ni está en nuestra mano

parejas se parecen a padres

Tomar conciencia de los patrones inconscientes y trabajar para comprender y sanar nuestras heridas emocionales puede ayudar a liberarnos de estas cadenas, sobre todo si nos están haciendo daño. ¿Podemos huir de patrones negativos y abrirnos a relaciones saludables y satisfactorias? Por supuesto que sí, pero seguramente necesites hacer terapia para que un profesional te acompañe en el proceso y te ayude a comprender esas dinámicas subyacentes. 

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Es interesante explorar las influencias que nuestras relaciones familiares pueden tener en nuestras elecciones amorosas, pero no perdamos de vista que tenemos la capacidad de tomar decisiones conscientes y autónomas sobre nuestras relaciones.

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