Dumping amoroso: ¿nos hacemos de menos para no ‘amenazar’ a nuestras parejas?

El término lo ha acuñado la escritora Mona Chollet para reflexionar sobre cómo las ideas culturales sexistas pueden afectar a nuestras expectativas románticas y capacidades emocionales

abril 2, 2023 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Cuando hablamos de dumping nos referimos a una práctica comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal. Esto se hace, normalmente, con el fin de ofrecer algo que la competencia no pueda igualar hasta hacerse con el mercado. Haciendo referencia a esta rebaja, la escritora Mona Chollet ha acuñado el término dumping amoroso en su último libro, ‘Reinventar el amor’ (2022), para explorar la idea de la autocensura que hacemos las mujeres para no poner en peligro nuestras relaciones. Es decir, cómo nos hacemos pequeñitas en las relaciones heterosexuales para que nuestra pareja no se sienta amenazada. 

El amor romántico como concepto cultural

El amor ha existido siempre. Es algo, digamos, inherente a la especie humana. Primero, como una reacción biológica: nuestro cuerpo responde a determinados estímulos con emociones. Pero también, como algo más social y cultural. La idea que arrastramos hoy sobre el amor romántico es una mezcla de expectativas e ideales de pareja que no parten solo de nosotras mismas.

Cuando sentimos amor, obviamente es algo muy personal y muy propio, pero lo hacemos dentro de un paraguas mucho más amplio como son los ideales colectivos.

Estas ideas en las que todas, de manera más o menos consciente, participamos están llenas de trampas para nosotras mismas. Y es que sí, el amor es algo natural que ha estado presente durante toda nuestra historia, pero también una construcción social que, cuando nos despistamos, perpetúa el patriarcado, la dependencia emocional y nuestra sumisión a los estereotipos machistas. Y todo de una manera tan clandestina que a menudo ni nos damos cuenta.

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A esto se refiere Chollet cuando habla de dumping amoroso: las dinámicas estructurales “obligan” a que algunas mujeres rebajen sus exigencias o incluso oculten ciertos aspectos de su personalidad para mantener su relación sin que la otra persona -el hombre, en este caso, porque hablamos de relaciones hetero- se sienta amenazada ni tenga que esforzarse. Esto aplica a no esperar reciprocidad en diferentes ámbitos, que van desde el sexo -que se corra él, a mí me da igual no llegar al orgasmo- hasta el reparto de tareas en casa.

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La diferencia con el dumping puramente mercantil es que la ventaja individual apenas existe y, desde luego, nos perjudica a largo tiempo: no rompemos el mercado, nos rompemos a nosotras mismas.

Mostrarnos menos, gustarles más

Ya lo decía Kate Millet, autora de ‘Política sexual’ (1970): “El amor ha sido el opio de las mujeres como la religión de las masas. Mientras nosotras amábamos, ellos gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos”.

¿Sigue siendo el amor romántico una herramienta para entretenernos, para ningunearnos, para hacernos voluntariamente invisibles frente a hombres que aspiran y alcanzan sus metas?

Desde un punto de vista psicológico, las mujeres parecemos estar más dispuestas a ceder que nuestros compañeros hombres por miedo a ocupar espacio que no nos corresponde o para evitar que se nos juzgue por no ser una buenas parejas, buenas madres, buenas hijas. Si aspiramos a la reciprocidad, se nos tachará de exigentes. Al fin y al cabo, se nos ha educado en ideales como el conformismo, la paciencia, la comprensión, la responsabilidad y la pasividad.

Estas cualidades que tradicionalmente se nos otorgan a las mujeres son clave para entender esta entrega en la relación hetero: el fin del hombre es triunfar en su carrera y desarrollar su individualidad, mientras que el nuestro es encontrar pareja, formar una familia y rendirnos emocionalmente. Suena antiguo, pero sigue, lamentablemente, de rabiosa actualidad.

Hay luz al final del túnel

Ser conscientes de que esto sucede es un gran paso para darle la vuelta. A pesar de que parezca que hay ciertos patrones que pertenecen al pasado, no podemos dejar de estar vigilantes. Cada vez que nos callamos para no parecer habladoras, escondemos nuestras necesidades para no ser tachadas de intensas, fingimos ser menos fuertes, menos inteligentes, menos divertidas o menos opinadoras, solo nos hacemos pequeñas y dependientes.

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¿Te sientes identificada con alguno de estos supuestos? Renunciar a expresar sentimientos y necesidades por no sentirnos legitimadas, evitar el conflicto o poner en riesgo ese vínculo no solo nos rebaja a nosotras, sino que nos impide ver, según Chollet, con quién estamos compartiendo nuestra vida. ¿Saldría huyendo tu pareja si te mostraras tal como eres?

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