Todo lo que deberías saber sobre el himen: ¿existe de verdad y cuántos tipos hay?
Resulta casi un ser mitológico, pero ¿de verdad es tan importante el himen? Ni todas nacemos con él perfectamente liso ni sus perforaciones son sinónimo de haber perdido la virginidad. ¡Descubre por qué!
Llevamos toda la vida escuchando que se puede saber si una mujer es virgen o no observando si todavía conserva su himen, y ahora sabemos que no había nada de verdad en esa afirmación. Sin embargo, por alguna razón, a día de hoy, las niñas y los niños siguen pensando que eso así y muchas culturas insisten en dar al himen un protagonismo que no se merece.
Independientemente de tu entorno cultural, conocer de verdad tu anatomía es fundamental para cuidar de tu salud y derribar mitos es fundamental para el autoconocimiento. Desde Bloom queremos arrojar luz sobre tanta oscuridad y quitar importancia a lo que no tiene tanta. Desmontamos el misterio que rodea al himen.
¿Qué es el himen y para qué sirve?
Sin andarnos por las ramas, el himen no es otra cosa que una finísima e hiperelástica membrana de piel que se sitúa en la superficie de la vagina. Su única función es proteger la vagina de las niñas frente a las bacterias y virus que provocan infecciones. Después, según vamos madurando, el himen deja de tener esa función principal y, por lo tanto, se vuelve más prescindible.
Casi todas las mujeres nacemos con el himen algo perforado y muchas nacen directamente sin él, por lo que no hay nada de cierto en el mito de que esta membrana se rompe con la primera relación sexual con penetración. En absoluto.
De hecho, un himen normal y sano debe estar algo perforado para poder dejar pasar el flujo y la menstruación.
Himen y virginidad: desmontando el antiguo mito
La virginidad no es algo físico, sino cultural y emocional. Por lo tanto, puedes darle la importancia que tú quieras al hecho de perderla. En cuanto a tu himen, lo más normal es que se haya roto (si lo traías de serie) mucho antes de tener una relación sexual con penetración. Bien haciendo deporte, por algún golpe a lo largo de tu infancia o adolescencia, por el uso de tampones o copa menstrual…
Además, el himen no cubre toda la superficie de la vagina casi nunca y lo más común, como decíamos antes, es nacer con ese tejido ya algo perforado, por lo que olvidémonos de ligar el himen a la virginidad. Es más, si el tuyo es muy elástico, podría resistir sin romperse con una penetración.
Tenlo claro, bloomer: no hay forma de comprobar que una mujer ha experimentado una penetración simplemente observando su vagina y mucho menos la ausencia o no de himen.
Muchas veces hemos oído también que perder la virginidad lleva consigo dolor por la ruptura del himen, una afirmación que tampoco es cierta. Si hay dolor en la penetración es por que hay tensión muscular en la zona vaginal por falta de confianza o porque tu cuerpo no está preparado para ese acto, pero nunca por la rotura de la membrana.
A este respecto, ese tejido está formado por vasos sanguíneos, por eso puede ocurrir que, al romperse o fisurarse, haya un pequeño sangrado, pero muchas veces es imperceptible. Sería completamente normal tener un himen roto sin sangrado.
¿Qué tipos de himen existen?
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Como ocurre con las vulvas o con las tetas, cada himen es un mundo y no hay dos iguales. Lo que está claro es que ninguno tiene un aspecto perfectito y liso, sino que su forma varía de una a otra. Algunos tienen forma de anillo, otros de media luna, en forma de lengua… todo depende de dónde y cómo se distribuyan sus perforaciones.
¿Sabes cómo es tu himen? Si tienes mucha curiosidad, puedes intentar observarlo con un espejo y una linterna, aunque es posible que no se deje ver.
A nivel general, existen tres tipos de himen
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Himen imperforado
Un minimísimo porcentaje de las mujeres nace con himen imperforado, una malformación en la que el tejido cubre toda la zona y es demasiado grueso para romperse de forma natural. En esos casos, es necesario someterse a una cirugía (himenectomía) para abrirlo porque, de lo contrario, no puede salir el flujo ni la sangre menstrual, algo que se puede convertir en un problema serio.
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Himen perforado
Muchas mujeres nacen con el himen perforado casi en su totalidad o incluso sin él. La rotura puede situarse bien en el centro o bien en cualquiera de las partes del tejido.
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Himen parcialmente perforado
Es el caso más común de todos. El himen cubre parte del orificio vaginal, pero cuenta con pequeñas perforaciones en diferentes puntos o una gran perforación en el centro. Dentro de este tipología de himen, existe una variante llamada himen septado: se da cuando los orificios están a los lados de una franja de piel que se sitúa justo en el centro. El himen septado puede dar algún problema al introducir en la vagina un tampón, por ejemplo, o en la penetración. Pero lo normal es que esa parte de tejido ceda por sí sola y el problema se solucione de forma natural.
Todo el romanticismo y el, a veces, delirio, que rodea el himen lleva a muchas mujeres a querer reconstruirlo para tenerlo intacto. Esta operación se llama himenoplastia y consiste en coserlo con puntos de sutura, cuando las perforaciones no son muy grandes, o en reconstruirlo de cero utilizando tejido de la mucosa vaginal. ¿Creías que con la labioplastia lo habías visto todo? ¡Nada de eso!