Mitos en torno a la primera vez y la virginidad que debemos desterrar para siempre

La etapa del despertar sexual y las primeras experiencias es emocionante: sentir cosas nuevas, descubrir, experimentar… Pero, ¿realmente hay un momento que marca un antes y un después en nuestra identidad?

junio 7, 2022 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

La virginidad es un concepto que está a medio camino entre el constructo social y el mito popular. ¿Qué quiere decir esto? Que la idea de “perder la virginidad” después de tener relaciones sexuales no tiene nada que ver con la medicina y sí con la cultura, la religión y, por supuesto, con el machismo y el heteropatriarcado.

No es más que otro mandato de género transversal presente en todas las culturas. Con ánimo de poner nuestro granito de arena en desterrar este concepto o, al menos, redefinirlo, te contamos por qué es un mito y qué es lo que debemos tener en cuenta en esos primeros encuentros sexuales para sentirnos cómodas y disfrutar.

¿Qué significa ser virgen (de verdad)?

virginidad que es

Popularmente, entendemos que virgen es quien no ha tenido nunca relaciones sexuales con otra persona. Se trata de un concepto bastante antiguo y obsoleto que hace referencia, sobre todo, a relaciones heterosexuales en las que un hombre, penetración mediante, rompe el himen de la mujer, momento preciso en el que esta deja de ser virgen. Sobre la virginidad y todos los mitos que la rodean hablamos en Escuela de Calor, el podcast de Bloom, con Amarna Miller.

Como quien descorcha una botella, vaya. Y, como ya te te adelantábamos antes, este concepto puede esconder control e incluso violencia sexual, sobre todo si no somos hombres cis y hetero.

Pero vayamos por partes: el himen es una parte de nuestra anatomía que genera bastante misterio y en torno a la que hay demasiados mitos. Es una membrana muy fina y elástica que ni siquiera tenemos todas y que es susceptible de romperse de mil maneras que no implican ningún pene.

Sin embargo, esta insignificante telilla se ha usado para definir si somos vírgenes -y, por ende, puras y pulcras- o ya hemos sido mancilladas (ironía modo on, por supuesto). Tanto es así que, en algunas culturas o sociedades que se oponen al sexo antes del matrimonio, se utiliza el himen (se practica algo así como una rotura forzada) para saber si realmente la mujer no ha tenido relaciones nunca antes en su vida.

Además de la evidente violencia sexual que esto conlleva (estas pruebas, además de no tener base científica resultan dolorosas y ofensivas para las mujeres), también supone una gran discriminación: adivina quién no tiene que demostrar su pureza premarital…

Y es que la idea de virginidad es tremendamente reduccionista. Se relaciona casi de manera exclusiva con la penetración vaginal, dejando de lado todo lo que no sea eso (que, dicho sea de paso, es muchísimo). Por todo esto, hablar de virginidad, entendida en su modo más tradicional, es una forma de controlar nuestros cuerpos, nuestro placer y nuestra libertad sexual.

Sexo por primera vez: todo lo que debes tener en cuenta

virginidad primera vez

El concepto de virginidad y la épica que se da a la primera vez juega muchas veces más en contra que a favor. Mientras que muchos hombres, educados con el porno, tienen unas expectativas sexuales muy alejadas de la realidad y poco respetuosas con la otra persona, nosotras solemos tener más miedo que ganas. Pensamos que va a doler.

Estas dos ideas preconcebidas tienen mucho que ver con lo que te contábamos en el apartado anterior sobre la falta de una perspectiva plural, diversa y feminista que, si bien está presente en el sexo en general, se hace especialmente evidente cuando hablamos de iniciarse. 

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Queremos romper con esta idea de una vez por todas y dejar de hablar de virginidad en su sentido más clásico. Reivindicar una mirada más inclusiva, lejos del coitocentrismo y la heteronormatividad, y cerca del placer y la curiosidad.

Tener relaciones sexuales o no tenerlas no implica ni ganar ni perder, vaya eso por delante. Todas nosotras tenemos el derecho a explorar nuestra sexualidad de la manera -consentida- que nos apetezca, igual que tenemos el derecho a no hacerlo si no sentimos esa pulsión.

En cualquier caso, más que hablar de “primera vez”, con su fecha en el calendario (y, para muchas personas, su experiencia traumática consiguiente), es más respetuoso para con nosotras mismas hablar de una etapa en la que probamos cosas nuevas y que puede durar un mes o tres años. Qué-más-da.

Lo importante es explorar nuestro cuerpo sin pretensiones -sí, con masturbación vaginal-, descubrir aquello que nos hace sentir placer (huelga decir que es altamente improbable llegar al orgasmo al principio y que no pasa absolutamente nada) y compartirlo con quien nos haga sentir cómodas. 

virginidad sexo primera vez

Síntomas después tener relaciones por primera vez

¿Qué cambia en nuestro cuerpo una vez que nos hemos masturbado por primera vez o hemos mantenido relaciones con otra persona? Absolutamente nada. Ni se te va a descolgar la vagina (WTF!), ni te van a crecer la tetas, ni te van a ensanchar las caderas.

Más allá del encuentro sexual (con una misma o con quien sea), en el que tu cuerpo sí puede tener reacciones quizá desconocidas para ti hasta ese momento (vulva hinchada, lubricación vaginal), tu organismo seguirá siendo el mismo que antes. 

Lo que es importante no perder de vista con la emoción es que esas primeras veces compartidas no están exentas de los peligros de las siguientes relaciones, por lo que no debemos olvidarnos de utilizar un anticonceptivo de barrera para protegernos de las ITS y ETS y evitar un embarazo no deseado. 

Otra posible consecuencia de mantener relaciones (por primera vez, pero también en las siguientes), son los inesperados pedos o gases vaginales. Sí, existen y pueden generar algún momento incómodo, pero ¡es hora de normalizarlos!

¿Otra «virginidad»? Cómo hacer sexo anal por primera vez

El sexo anal suele asustarnos, especialmente si es la primera vez. Ese miedo solo está justificado por la idea de que el ano no produce su propia lubricación, como es el caso de la vagina, por lo que sí es muy recomendable que no falte el lubricante.

Se trata, además, de una apertura más estrecha, por lo que es importante ir poco a poco, especialmente en esa primera experiencia. Empezar introduciendo un dedo o dos nos permite chequear si sentimos placer o dolor con esta práctica. Si nos produce placer, podemos probar con algo más grueso y, si sentimos dolor, lo mejor es parar e intentarlo en otro momento.

Lo importante es no perder de vista que el principal objetivo es disfrutar, no tachar ítems de una lista de cosas que hacer antes de morir.

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