Síndrome de Wendy: así es la necesidad constante de cuidar y satisfacer a los demás
‘Peter Pan’ ensalza valores tan bonitos como la libertad, la imaginación y la inocencia, pero, ¿están representados en todos sus personajes?
James Matthew Barrie fue el creador de ‘Peter Pan’, una obra llevada al cine y al teatro que forma parte de la cultura popular. Si bien la historia se centra en un niño que se niega a crecer con rasgos egoístas e inmaduros, queremos fijarnos en otro de sus personajes: Wendy. La mayor de los Darling, una niña de apenas 12 años de edad, representa lo contrario a Peter Pan: aspira a ser una dama elegante y sofisticada como su madre y es, de hecho, quien asume el papel maternal en esta historia. La intención es llevarla a Nunca Jamás para que se haga cargo de los Niños Perdidos. Recordemos: 12 años. Un poquito creepy, ¿no?
A pesar de que la obra insiste en un maravilloso carpe diem, lo cierto es que no todos los personajes pueden entregarse a esa manera de vivir la vida por igual.
No es difícil trasladar esto a nuestra manera de relacionarnos. Me consta que somos muchas las que, aunque queremos vivir aventuras y disfrutar cada instante, tenemos un sentimiento más poderoso capaz de enturbiarlo todo: el de cuidar (y agradar) a los demás. Es lo que se conoce como el Síndrome Wendy.
Síndrome Wendy en psicología, ¿en qué consiste?
En ‘Peter Pan’, Wendy sacrifica su propia felicidad para cuidar de sus hermanos: es quien decide poner fin a su aventura y volver a casa, al calor del hogar y la familia. Hasta entonces, se ha encargado también de cuidar del propio Peter Pan, que, a pesar de su personalidad arrolladora, en realidad es incapaz de valerse por sí mismo.
Cuando hablamos del ‘síndrome Wendy’ nos referimos a esas personas -en su mayoría, por supuesto, mujeres- que sienten que es su responsabilidad cuidar de los demás y, para ello, no dudan en sacrificar sus propias necesidades y deseos. Tiene mucho que ver no solo con la exigencia de proteger a los demás, sino también con la idea de agradar constantemente a quienes tenemos alrededor y con la dependencia emocional.
Como sabes, constantemente recibimos mensajes más o menos subliminales que inciden en nuestra forma de ser y de relacionarnos. Muchas de nosotras hemos crecido bajo ciertas exigencias que, como a Wendy, nos limitaban la espontaneidad en pro del cuidado ajeno: “Tienes que cuidar a tus hermanos», “tienes que ayudar a mamá”, “tienes que ser responsable”. Así se van silenciando las necesidades de juego o diversión para sustituirse por mandatos de género.
Si lo examinamos con nuestras gafas feministas, este síndrome no es sino una clara manifestación de la desproporcionada carga que llevamos las mujeres en términos de roles de género y expectativas, algo que aumenta considerablemente si somos madres, por ejemplo.
¿Se puede tratar el síndrome de Wendy?
El tratamiento de este síndrome puede ser complicado debido a que se trata de una cualidad muy interiorizada a la que es difícil renunciar, pero con la ayuda de un buen acompañamiento terapéutico será más sencillo. Quien adopta un papel de cuidadora en su vida es posible que lo reproduzca en varias facetas: con sus amistades, con sus parejas, con sus hijos si es madre e incluso con sus padres cuando se hacen mayores.
No estamos hablando de los cuidados que todas deberíamos poner en práctica con nuestros seres queridos, sino de un rol muy fuerte que pone en segundo plano las propias necesidades y que genera una fuerte dependencia emocional.
Nuestro consejo es que, si sientes que tienes este síndrome y te supera, busques una profesional con perspectiva feminista para que te ayude.
Una característica clave de este síndrome es, por supuesto, la culpa. Ese imperativo de llegar a todo y darse de bruces con la realidad de que no siempre se puede (¡ni se debe!) nos persigue en la familia, pero también en el trabajo, en las relaciones de pareja o en las tareas domésticas.
Seguramente todas nos hemos sentido sobrepasadas en este sentido más de una vez, pero, ¿esa relación de entrega conlleva dependencia emocional, miedo al rechazo o vacío si no tenemos de quién cuidar? Veamos cómo identificar si tenemos el síndrome Wendy.
¿Cómo saber si tienes el Síndrome Wendy?
Es posible que muchas de las características que hemos descrito te resuenen, pero, ¿cómo saber si realmente padeces el síndrome de Wendy? Aquí van algunas claves no sin antes aclarar que no conviene “patologizar” este síndrome ya que, aunque esté más o menos extendido a día de hoy, no consta como un trastorno de manera oficial en psicología.
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Necesidad de cuidar de otras personas
Hijos, pareja, amigas, padres. La clave es el rol de cuidadora y sobreprotección de los demás.
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Actitud complaciente
Dificultad para decir no cuando alguien pide ayuda y deseo de satisfacer a la otra persona, aunque suponga sacrificar las necesidades propias, (pueden ser horas de sueño o la carrera profesional, por ejemplo).
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Sentimiento de responsabilidad del bienestar ajeno
Esto, además, va relacionado con la sensación de ser imprescindible para que familiares o amigos estén bien.
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Culpa
Cuando te autoimpones una carga tan grande como el bienestar ajeno, es fácil no llegar a todo y sentir culpa por “no haber sido suficiente”
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Miedo al rechazo y al abandono
Quienes tienen este síndrome tienden a entender el amor como un sacrificio, como algo que requiere un esfuerzo y que se tienen que ganar.
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Importancia de la imagen social
Cuando relacionamos la felicidad con la necesidad de agradar, nos preocupa mucho lo que piensen los demás de nosotras, la imagen que proyectamos.
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Inseguridad, autoestima bajita, ansiedad
El cóctel perfecto.
Síndrome Wendy vs Síndrome Peter Pan
Hemos mencionado de pasada el síndrome de Peter Pan y no podemos terminar este post sin incluir una referencia a cómo están relacionados ambos síndromes. Y es que, cuando existe una cuidadora, tiene que haber alguien que busque ser cuidado. Las Wendys asumen el rol de cuidadora y es frecuente que busquen parejas como Peter Pan, que se limiten a disfrutar de la vida de una manera despreocupada, egoísta e inmadura porque saben que alguien les protege y cuida.
Aunque puedan parecer dos piezas que encajan a la perfección, en realidad esta combinación es una bomba de relojería donde cada miembro de la pareja no hará sino conectar con su propia angustia. Peter Pan puede sentirse encerrado y controlado y culpará a Wendy, que lleva a sus espaldas toda la carga de su vida en pareja y del cuidado de la casa y los hijos si los hay, y vive con miedo a perderle y sentirse completamente vacía.