Gastritis por estrés: cómo las emociones afectan a tu salud digestiva

Las emociones influyen muchísimo en nuestra salud digestiva. Así podemos cuidarnos para evitar la gastritis por estrés.

abril 12, 2025 Escrito por Isabel Sauras

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Especializada en salud femenina, cultura y estilo de vida.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Ya sabemos que el estrés es una respuesta natural del cuerpo ante desafíos y demandas externas y que, por eso, su presencia en el organismo se hace necesaria. El problema es que la mayoría de nosotras vivimos sometidas a un estrés exagerado, que nos hace permanecer en alerta 24/7 y eso tiene graves consecuencias para muchos aspectos de nuestra salud a medio y largo plazo. Hablemos de gastritis por estrés.

Que el intestino es nuestro «segundo cerebro» es una gran verdad: el sistema digestivo está directamente conectado con el cerebro a través de una vía de comunicación bidireccional que regula muchas funciones de nuestro organismo. Este eje intestino-cerebro permite que lo que sentimos influya en nuestra digestión y, a su vez, que el estado del intestino impacte en nuestro bienestar emocional.

Por eso, el hecho de que el estrés se vuelva crónico puede afectar gravemente la salud, contribuyendo a enfermedades cardiovasculares, nerviosas y digestivas, entre ellas, la gastritis. Para ahondar en la relación entre el estrés crónico y nuestra salud intestinal, hemos hablado con la Dra. Belén González Lozón, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y experta en Psiconeuroinmunología.

gastritis por estres

Así influyen las emociones en la gastritis por estrés

“La gastritis y el estrés son dos conceptos que, a priori, pueden parecer desconectados. Sin embargo, existe una compleja relación entre ambos”, explica González Lozón. Por eso, es inevitable que, cuando el estrés se prolonga en el tiempo, la conexión bidireccional entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal, a través del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), entre en un estado de total disrupción. 

El estrés crónico provoca una liberación sostenida de cortisol y otras hormonas del estrés, lo que altera el flujo sanguíneo hacia el estómago y reduce su capacidad de defensa frente a los ácidos gástricos. Además, impacta en la microbiota intestinal, disminuyendo su diversidad y favoreciendo el crecimiento de bacterias proinflamatorias como la Helicobacter pylori. Esta combinación de factores debilita la barrera protectora del estómago, aumenta la inflamación y dificulta mucho la cicatrización de lesiones en la mucosa gástrica.

“El 80% de las células inmunocompetentes reside en el sistema digestivo. Hablar de digestión es hablar de sistema inmune”, señala la especialista. Cuando el estrés se vuelve crónico, el sistema nervioso simpático (encargado de la respuesta de alerta) permanece activado, inhibiendo la función del sistema parasimpático, responsable de la digestión y la reparación del organismo.

Esto provoca fundamentalmente una alteración en la producción de ácido gástrico, una reducción del moco protector de la mucosa y una menor secreción de bilis y enzimas pancreáticas, lo que «compromete el proceso digestivo y aumenta mucho el riesgo de desarrollar gastritis», tal y como detalla González Lozón.

«Aunque la gastritis se suele asociar a causas físicas como infecciones o el consumo de ciertos alimentos, lo cierto es que el estrés emocional juega un papel crucial en su desarrollo y agravamiento». 

Dra. Belén González Lozón, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y experta en Psiconeuroinmunología.

Síntomas más comunes de la gastritis por estrés

Como decimos, la gastritis es una inflamación de la mucosa gástrica que es la capa de células que recubre el estómago y que desempeña un papel fundamental en el proceso de digestión. La Dra. Belén González Lozón explica que, aunque este problema se suele asociar a causas físicas como infecciones o el consumo de ciertos alimentos, el estrés emocional juega un papel crucial en su desarrollo y agravamiento.

Síntomas comunes de la gastritis :

  • Dolor o ardor en la parte superior del abdomen
  • Náuseas o sensación de malestar estomacal
  • Distensión abdominal y sensación de pesadez después de comer
  • Pérdida de apetito o aversión a ciertos alimentos
  • Reflujo ácido o sensación de acidez en la garganta 

Distinguir la gastritis por estrés de otras problemas como el reflujo gastroesofágico o el síndrome del intestino irritable puede ser difícil. Sin embargo, mientras que el reflujo suele presentar ardor ascendente hacia el pecho, la gastritis por estrés está más ligada a estados de ansiedad prolongados. Los síntomas de la gastritis asociada al estrés son similares a los de la gastritis convencional, pero suelen agravarse en momentos de alta carga emocional. Además, muchas personas con esta condición también presentan síntomas asociados al sistema nervioso, como el insomnio, la fatiga crónica o cambios en el estado de ánimo.

gastritis por estrés

Microbiota y estrés, ¿una cuestión de género?

Las mujeres somos mucho más propensas a sufrir afecciones digestivas relacionadas con el estrés por nuestros factores fisiológicos y psicosociales. «Las fluctuaciones hormonales del ciclo menstrual y la menopausia influyen en la motilidad gastrointestinal y la respuesta inflamatoria. Los cambios habituales en los niveles de estrógenos y progesterona pueden aumentar la sensibilidad visceral y la inflamación digestiva», explica la Dra. González Lozón al respecto.

Desde el punto de vista psicosocial, las mujeres solemos estar expuestas a mayores cargas emocionales y responsabilidades múltiples, lo que evidentemente incrementa la prevalencia de estrés crónico. Además, se ha observado que las mujeres experimentamos una mayor activación del eje HHA ante el estrés, lo que se traduce en una mayor producción de cortisol y una respuesta inflamatoria más intensa.

¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra salud intestinal?

Según la especialista, el tratamiento de la gastritis desde una perspectiva integrativa debe ir mucho más allá del manejo farmacológico e incorporar cambios reales en el estilo de vida que favorezcan la recuperación del equilibrio digestivo y emocional. Para tratar y prevenir la gastritis por estrés, es fundamental adoptar un enfoque que combine el cuidado físico, emocional y hábitos cotidianos. 

Estas son algunas claves recomendadas por la Dra. Belén González Lozón:

  • Alimentación antiinflamatoria y protectora: es fundamental optar por una dieta rica en alimentos naturales, no procesados, que ayuden a reducir la inflamación y proteger la mucosa gástrica:
    • Ácidos grasos omega-3 (como el pescado azul o las semillas de chía)
    • Fibra, antioxidantes y compuestos como el sulforafano (presente en brócoli o coles de Bruselas)
    • Alimentos fermentados ricos en probióticos
    • Evitar azúcares refinados, harinas procesadas y ultraprocesados, que alteran el equilibrio digestivo.
  • Gestión del estrés y autoconocimiento emocional: las emociones no digeridas también se somatizan. Por eso, deberíamos incorporar en nuestra rutina prácticas de autocuidado emocional, que realmente puede marcar la diferencia.
    • Meditación, yoga, mindfulness o respiración diafragmática, útiles para reducir la activación del eje HHA.
    • Ante un trastorno que afecta al estómago deberíamos hacernos preguntas como qué no puedo o no quiero asumir, qué me preocupa, cómo gestiono mis emociones… Las respuestas pueden ayudarnos a identificar causas emocionales del malestar digestivo.
  • Fitoterapia con enfoque terapéutico: algunas plantas medicinales son grandes aliadas para el sistema digestivo por sus propiedades antiinflamatorias y calmantes:
    • Manzanilla: alivia la inflamación de la mucosa gástrica.
    • Jengibre: mejora la digestión y reduce náuseas.
    • Aloe vera: sus componentes ayudan a reducir la secreción ácida y a inhibir el crecimiento de Helicobacter pylori.
    • Cúrcuma: su curcumina ejerce efectos antiulcerosos y favorece la reparación del tejido dañado.
  • Micronutrición y suplementación: ciertos micronutrientes pueden reforzar tanto la barrera digestiva como el equilibrio del sistema nervioso.
    • Magnesio y colina, esenciales para reactivar el sistema nervioso parasimpático
    • Vitaminas A, C y D, L-glutamina y omega-3 para modular la inflamación y apoyar la regeneración de la mucosa gástrica.
  • Sueño reparador: dormir entre 7 y 9 horas diarias, idealmente antes de la medianoche, favorece la producción de melatonina, que además de regular el sueño tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
  • Actividad física moderada y consciente: ejercicios como caminar, practicar yoga o el fortalecimiento muscular ayudan a regular el sistema nervioso autónomo, mejorando la función digestiva al mejorar la circulación y el flujo de sangre hacia el sistema digestivo y reduciendo la inflamación sistémica.
  • Terapias complementarias como la acupuntura: numerosos estudios avalan su eficacia en la regulación de la secreción ácida, la motilidad intestinal y la reducción del estrés. Una herramienta más para equilibrar cuerpo y mente.

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