Trastornos alimenticios: hablamos con una nutricionista sobre peso, cultura de la dieta y comer con culpa
Te contamos todo lo que necesitas saber sobre los trastornos alimenticios y los efectos psicológicos de la cultura de la dieta. ¿Comemos con culpa?
Los trastornos alimenticios siempre han estado ahí, aunque nos cueste reconocerlo. La cultura de la dieta que nos acecha desde siempre y nos impide comer sin culpa puede llegar a pesar como una auténtica losa. Y esto, a su vez, puede derivar en trastornos alimentarios o alimenticios.
Para poner nuestro granito de arena y que seas capaz de detectar a tiempo este tipo de trastornos alimenticios en ti o en tu círculo cercano, hemos hablado con Paloma Quintana, dietista-nutricionista especializada en composición corporal y nutrición deportiva.
Qué son los trastornos alimenticios: síntomas, tipos, causas y consecuencias
Según define la National Eating Disorders, los trastornos alimenticios son “manifestaciones extremas de una variedad de preocupaciones por el peso y la comida experimentados por mujeres y hombres”.
Detectar cómo comienzan los trastornos alimenticios y sus causas puede ser más complejo de lo que parece. Pueden estar causados por trastornos genéticos, biológicos, conductuales, psicológicos, sociales… Y, aunque los tipos de trastornos alimenticios más comunes son los atracones, la bulimia y la anorexia, este problema se puede manifestar de muchas maneras. Por tanto, los síntomas y consecuencias también son variados, pero conducen a un mismo destino: mermar la salud la autoestima de la persona que los sufre.
Y ya que nos acompaña Paloma Quintana, de Nutrición con Q, empecemos por el principio…
¿Qué son los trastornos alimenticios?
Definiéndolo con mis propias palabras, sería una distorsión del comportamiento y percepción de la comida y lo que engloba. Puede tener como desencadenante algo relacionado con la nutrición, el físico, la estética, la presión social, pero ni mucho menos es así siempre. Existen trastornos alimenticios que son simplemente la punta del iceberg de una grave patología psíquica, trastornos emocionales e incluso otras patologías que cursan con alteraciones del apetito.
Algunos trastornos alimenticios son simplemente la punta del iceberg de una grave patología psíquica, trastornos emocionales u otras
¿Cómo podríamos detectar si una amiga o tú misma está sufriendo un trastorno de la alimentación? Definirlos puede ser fácil, pero reconocerlos no siempre lo es.
Cuando el acto de comprar comida, comer, cocinar, la socialización con comida y nuestra propia ingesta y pensamientos en torno a la alimentación nos limitan la vida, causan malestar y dañan nuestro cuerpo, mente y relación con el entorno.
Es cierto que los trastornos de alimentación han existido siempre, sin embargo, ahora tenemos más información. ¿Crees que esto está consiguiendo que tomemos más conciencia o, por el contrario, los casos siguen aumentando?
Por un lado sí, se tiene más conciencia y se detectan antes, pero, por el opuesto, el exceso de información en personas susceptibles crean aún más angustias y sugestiones que pueden derivar en esta mala relación con la alimentación.
¿Pueden ser las redes sociales culpables de estos problemas de conducta alimentaria? Hablamos de redes sociales por su alto impacto en nuestros días y nos damos cuenta de que a veces son una contradicción andante. Gritan la necesidad de ser más naturales a la vez que no paran de mostrarnos cuerpos “perfectos” y filtros de belleza.
Las redes sociales son una gran fuente de información, pero esa información, más allá de que sea buena o mala información, puede ser percibida de manera diferente dependiendo de la circunstancia de cada persona. A su vez, el refuerzo constante de conductas, a veces, es dañino.
No sabemos cuánta información ni de qué manera llega a cada cual. Por ejemplo, si miras un día una receta que guardaste para hacer una tarta saludable, estupendo, ha sido un recurso para tí la red social porque en lugar de comprar una menos saludable la hiciste y eso tenía múltiples beneficios. Si constantemente buscas recetas para hacer tartas, ello encima estimula tu apetito y terminas teniendo conductas de tipo atracón, la información, siendo la misma, en mentes diferentes y en cantidad mayor, tiene un efecto muy distinto.
Además, movimientos como el realfooding han puesto sobre la mesa el debate de la necesidad de comer comida real. Pero, ¿realmente son los ultraprocesados el demonio o podemos tener más manga ancha con ellos?
Son únicamente uno de los factores que ha llevado a la población a mermar su salud, también mental, ya que puede aumentar la ingesta y fomentar trastornos compulsivos con la comida. Pero no son los únicos culpables. Mi opinión profesional es que sí se deben evitar, sobre todo aquellos totalmente desprovistos de nutrientes. Pero cada persona podrá “abrir más o menos la manga” en función de su conducta con ellos y su circunstancia.
Se suele relacionar comer sano con hacer dieta, ir al nutricionista con lo mismo… ¿Dónde está el error? ¿Se debe realmente hacer una “dieta” o hemos crecido engañadas?
Todas las personas hacemos dieta. Una dieta define nuestra forma de comer. Ahora bien, el concepto dieta que engloba las dietas de adelgazamiento impuestas y no reguladas son un error, y mucho menos pensar que es la forma de comer sano o que a eso se va al nutricionista.
Cuando se acude a un dietista-nutricionista, intentamos en consulta entender toda la circunstancia vital que rodea la alimentación de esa persona, para enseñarle a hacer mejores elecciones, que le hagan feliz, mejorar su salud y que mantengan o mejoren su relación con la comida. Que se pauten modelos de menú es solo un ejemplo anecdótico de lo que se hace en consulta.
Todas las personas hacemos dieta
Y, por último, ¿cuál es la clave para comer sin culpa?
Aprender qué variables nos harán mantener nuestra salud, incluida la mental, tales como el descanso, el ejercicio, las buenas relaciones sociales, la compasión y amor por una misma, y, desde ese amor, cuidar los alimentos nutritivos y disfrutar otros que no lo son tanto, porque disfrutar (entendido quizá en alguna situación como comer sin culpa) de la comida, también es salud.