Sí, el edadismo existe, pero afecta especialmente a las mujeres: “La edad perfecta es ser un hombre”

La discriminación social y económica por género se intersecciona con el edadismo agravando las barreras presentes en la vida de las mujeres, especialmente de aquellas de avanzada edad

marzo 31, 2023 Escrito por Ana Rojas

Investigación social y análisis de datos. En Bloom escribo sobre género, derechos y salud.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

“Cuando discriminas a una persona de raza negra eres un racista, pero, cuando discriminas a una persona por diferencia de edad, no tiene nombre”, manifestaba el presentador Risto Mejide (48) en uno de los clips que se viralizaron el pasado fin de semana. Los vídeos pertenecen al programa ‘Focus’, que ha indagado en la experiencia de parejas con diferencia de edad, donde Mejide ha compartido sus reflexiones respecto a las dos últimas relaciones que ha mantenido con mujeres 20 años menores que él. 

El colaborador de televisión Kiko Matamoros (66) -actualmente prometido con la modelo Marta López (26), cuarenta años menor-, sí le ha puesto nombre a esta problemática que ambos aseguran sufrir: “Es una agresión, el edadismo es la tercera causa de discriminación en el mundo después del racismo y la homofobia”, denunciaba. 

Aunque esta afirmación se ha llegado a atribuir a la propia Organización Mundial de la Salud, cabe destacar que estos datos no constan en ninguno de sus informes publicados. Por lo tanto, no podríamos asegurar que el edadismo es la tercera causa de discriminación a nivel global, pero sí que afecta especialmente a las mujeres, sobre todo a aquellas de avanzada edad. ¿Te preguntas de dónde sacamos esta conclusión? Aquí van varias evidencias y testimonios de quienes lo han vivido en primera persona.

La discriminación en torno a las mujeres que abandonan la juventud 

Pero, ¿qué es el edadismo? Se trata de un tipo de discriminación basada en los prejuicios existentes respecto a la edad, afectando especialmente a las personas mayores, conformando, en realidad, una desigualdad estructural con diversas consecuencias para quienes lo sufren. Los efectos del edadismo incluyen desde trastornos físicos a mentales, como mayor estrés y menos esperanza de vida, riesgo de autoexclusión, limitación del acceso al mercado laboral, brecha digital… entre otros factores señalados por el Ministerio de Sanidad.

Este pasado sábado, Mejide llegaba a afirmar en Catalunya Ràdio que el edadismo era incluso “peor” que el machismo, en una entrevista donde también calificaba de machista que el presentador le preguntase si estaba “en igualdad de condiciones que una persona de 20 años a la hora de enamorarse”. 

En realidad, para las mujeres el edadismo y el machismo no van por separado: se interseccionan agravando la discriminación que viven en su día a día: las que tienen una avanzada edad experimentan una discriminación etaria superior respecto a los hombres y un machismo mayor del que viven las mujeres jóvenes, según acredita el Ministerio de Igualdad. De hecho, la OMS también concluye que son las mujeres mayores las que se ven más afectadas por las múltiples formas de discriminación.

Una “doble discriminación” que se vincula a su invisibilidad social: las mujeres mayores son menos vistas, menos escuchadas y menos atendidas. Las dificultades que se derivan del edadismo y el machismo son visibles en diferentes ámbitos de la vida: a nivel social, el interés y referencialidad de las mujeres se deteriora de forma más rápida respecto al de los hombres y sufren una mayor presión estética a la hora de ocultar el envejecimiento.

Según la OMS, las mujeres mayores sufren más discriminación por su edad que los hombres mayores, así como una mayor discriminación por género que la que viven las mujeres jóvenes.

“Como mujeres somos siempre demasiado jóvenes o demasiado viejas para hacer cosas porque la edad perfecta es ser un hombre”, sostiene la creadora de contenido británica Claire Training. Y no se equivoca: las desventajas de ser “demasiado mayor” o “demasiado joven” también dificultan e incluso impiden el acceso de las mujeres al mercado de trabajo, afectando a su carrera profesional y también a su capacidad de acceder a una posterior pensión. 

“Las mujeres mayores han formado parte por lo general de la fuerza laboral durante menos años, han ganado menos dinero y es menos probable que reciban pensiones o que tengan ahorros sustanciales al jubilarse”, establece el informe de la OMS.

Cabe destacar que las mujeres se ven más negativamente afectadas a nivel financiero, ya que tienen más dificultades para obtener ingresos independientes y no es habitual que dispongan de activos fijos. Además, recordemos que más de dos millones de mujeres en España (el 11,5%) sufre violencia económica, una forma de violencia de género caracterizada por la incapacidad de controlar o producir sus propios ingresos.

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“Como mujeres somos siempre demasiado jóvenes o demasiado viejas para hacer cosas porque la edad perfecta es ser un hombre»

Claire Training, creadora de contenido
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En lo relativo a la atención en salud, las mujeres experimentan una evidente discriminación e invisibilización solo por el hecho de serlo, tanto en la investigación médica como en consulta. Pero además, la OMS también indica que se han documentado disparidades en cuanto al acceso que tienen las mujeres mayores a atención preventiva y tratamiento: los hombres de su misma edad tienen una mayor probabilidad de obtener una atención más completa y basada en la evidencia, además de un mayor seguimiento y más probabilidades de obtener atención preventiva.

“Las mujeres a partir de la menopausia dejamos de existir”, denunciaba la periodista y divulgadora sexual Celia Blanco, en el programa de ‘Focus’. 

Las mujeres que quieren seguir existiendo públicamente

Si nos centramos también en la representatividad de las mujeres de avanzada edad en la misma industria a la que Mejide o Matamoros pertenecen, no tardamos demasiado en encontrar ejemplos claros de edadismo contra las mujeres en televisión.

Algunas populares caras de presentadoras como Ana Blanco (62 años) o María Casado (45 años) desaparecieron de los matinales por motivos relacionados tanto con su edad como con su apariencia física. De hecho, si nos paramos a ver quiénes son las caras conocidas en los telediarios de mayor audiencia, nos podemos encontrar con diferencias de hasta 20 años entre sus presentadores, donde ellos son siempre mayores: Matías Prats (72 años) y Mónica Carrillo (46 años), David Cantero (62) e Isabel Jiménez (41) o Vicente Vallés (59) y Esther Vaquero (41).

Si indagamos en la órbita de la prensa del corazón -aunque haya una mayor presencia de mujeres que, por suerte, traspasan la barrera de los 45-, la discriminación por género y edad también es patente. De María Teresa Campos (81), una de las referencias históricas en la materia, se ha llegado a publicar, cuando estaba en activo, que nadie le daba un programa por su avanzada edad.

“Sé que soy mayor, pero necesito trabajar”, afirmaba en 2020. Irma Soriano (59), otra popular presentadora que realizó la primera entrevista en la que se habló de violencia de género en España (a Ana Orantes en Canal Sur en 1997), también ha manifestado en repetidas ocasiones la falta de oportunidades a sus casi 60 años. “Quiero que sigan confiando en mí porque necesito trabajar”, ha declarado en la revista Mujer Hoy. 

No solo las presentadoras, sino también las figuras públicas que acaparan páginas y noticias en la prensa rosa sufren en ocasiones cierto edadismo. Ana Obregón, que acaparó portadas tras haber sido madre por gestación subrogada, ha denunciado que considera machismo que se la critique a ella por tener una hija a los 68 años y no tanto a Robert de Niro por ser padre por séptima vez a los 79 años. Aun con todas las implicaciones de la maternidad por gestación subrogada que protagonizó Obregón y los matices de su caso, no le falta razón en su crítica.

Menos visibilidad en cine y series

Una falta de visibilización que se traslada también al mundo del cine y las series. Así lo denunciaba la actriz Berta Vázquez -recientemente en el punto de mira por la presión estética en la industria– en una entrevista con Elle: “Para las mujeres esta es una profesión de corto recorrido. Las actrices están muy condicionadas a su físico, a su juventud y a su época de oro. Cuando eso acaba, buena suerte”, indicaba.

En este sentido, un análisis realizado de 2000 películas de Hollywood acredita que a las mujeres se les asignan menos diálogos cuanto mayor es su edad: un 38% de los diálogos se ofrecen a las mujeres de 22 a 31 años y un 20% a las de 42 a 65 años. En cambio, a los actores varones se les asignan más líneas de diálogo a medida que aumenta su edad, hasta llegar a los 65 años.

Solo el 20% de diálogos en las películas de se ofrecen a mujeres entre 42 y 65 años, mientras que los actores varones reciben cada vez más líneas a medida que aumenta su edad, hasta los 65 años.

“Todas llegamos a estas edades y queremos seguir trabajando y seguir comiendo. Yo estoy haciendo un documental porque no me dejan hacer nada”, manifestaba la actriz Candela Peña en La Script, junto a la también intérprete Pilar Castro, quien aseguraba que las tramas de las actrices no tienen un conflicto propio, sino que están mediadas por su vinculación al protagonista masculino. Una visión también compartida por Vázquez: “Las mujeres tenemos unas vidas que contar que no se cuentan y mientras se sigan escribiendo bajo los roles de ‘mujeres instrumento’, las actrices seguirán siendo esclavas de este sistema. Las mujeres son muchas más cosas”, espeta.

Afortunadamente, las cosas están cambiando. Ninguna de las 36 galas de los Goya llegó a reunir a tantas mujeres nominadas como la de este 2023: filmes como ‘Alcarràs’, ‘Cinco Lobitos’ o ‘La maternal’, son solo algunos de los ejemplos de referencia que evidencian cómo son cada vez más mujeres las que dirigen y protagonizan películas de éxito dando espacio a otras mujeres a interpretarlas y donde se habla en primera persona de cuestiones tan vitales como la sororidad, la maternidad, la feminidad o la amistad entre mujeres.

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