El espejismo del ‘body positive’: ¿hemos vuelto a la dictadura de la extrema delgadez?

En los últimos años, el movimiento ‘body positive’ parecía haber marcado un antes y un después, pero con nuestros cuerpos sucede algo parecido a lo que advirtió Simone de Beauvoir con respecto a los derechos de las mujeres: bastará una crisis política, económica o religiosa para que vuelvan a ser cuestionados

marzo 30, 2025 Escrito por Sara G. Pacho

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, estilo de vida y feminismo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Salamanca y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Máster en Comunicación como Agente Histórico-Social, especialidad en Lenguaje Audiovisual por la Universidad de Valladolid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

La diversidad de tallas comenzó a desfilar encima de las pasarelas, seguramente después de conquistar otros terrenos más soft, como las redes sociales o la publicidad. Por un momento, parecía que habíamos acabado con esos viejos estándares de belleza inalcanzables y responsables de tantos trastornos de la alimentación en mujeres de todas las edades en todo el mundo. ¿Ha sido solo un espejismo o lo hemos vivido de verdad? 

Lidia Juvanteny y Raquel Carrera crearon el proyecto SoyCurvy como un espacio donde poder expresarse a través de la moda y aconsejar a otras mujeres sobre cómo vestirse. Con el tiempo, además de aumentar su comunidad en Instagram, publicaron su propia guía (SoyCurvy: La revolución del amor propio, 2022) y comenzaron a divulgar también vía podcast.

Es decir, son perfectas conocedores de la evolución del movimiento body positive, que describen como algo pequeño aunque muy revolucionario en sus inicios. “Con los años se hizo más visible y llegó a marcas, pasarelas, medios… Pero también, inevitablemente, se comercializó –explican–. Hoy sentimos que está más diluido porque se usa más como herramienta de marketing que como un cambio real”. 

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Esta sensación llega de la mano del regreso de algunos fantasmas de sobra conocidos: el heroin chic (una tendencia de moda en los 90 que equipara belleza con piel pálida, ojeras, cuerpos esqueléticos, rasgos demacrados… para más detalles, busca fotos de Kate Moss o de Jaimie King en esta época), el tallaje, que no se amplía (si acaso, se reduce) o la industria de la cirugía estética, que va a saco para conseguir, bisturí mediante, cuerpos imposibles. 

La historia parece repetirse. El presente nos devuelve a esos 90 y principios de los 2000, cuando la delgadez enfermiza se impuso en la cultura pop. La pregunta es: ¿realmente hemos aprendido algo de esas épocas en las que los trastornos alimenticios estaban a la orden del día, en las que este canon de belleza marcó la autoestima de millones de mujeres de por vida? 

Ariana Grande: el regreso de los cuerpos ultradelgados

Una de nuestras primeras alarmas fue la aparición de Ariana Grande en Wicked mucho más delgada de lo habitual. Si bien la cantante ha pedido en varias ocasiones –y no le falta razón– respeto por su imagen y su salud mental, su extrema delgadez ha dado mucho que hablar y se ha enmarcado en una especie de reacción en contra del movimiento curvy.

Como apunta un informe realizado por Vogue Business, lo del tallaje inclusivo en las pasarelas empieza a ser historia: a pesar de los “esfuerzos” que hemos visto en los últimos años por aprovechar las diferentes semanas de la moda para promocionar todo tipo de cuerpos, este informe revela que la representación de cuerpos de distintas tallas ha caído en picado en 2023 y 2024. 

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Según el informe de Vogue Business, en 2023 tan solo el 0,6% de los looks que desfilaron por las pasarelas eran «plus size». En 2024, las modelos de talla 40 y 44 (lo que se considera media) fueron tan solo un 3,7 %. 

Raquel y Lidia señalan que esta es la prueba inequívoca de que el sistema no ha cambiado de raíz, sino que se rige por aquello que vende. “El problema es que detrás de esas modas hay vidas, salud mental y autoestima”, denuncian.  Y es que, aunque las pasarelas puedan parecernos lejanas, lo cierto es que tienen un impacto muy cercano. Además de marcar los cánones de belleza, también influyen –y mucho– en el tallaje de la industria de la moda. Grandes marcas como Victoria’s Secret o Chanel ya han sido criticadas por su falta de inclusión, pero también las denominadas fast fashion.

Este fenómeno genera una presión silenciosa: si no entras en la talla «estándar», o en la que estabas usando hasta el momento, tienes un problema. Porque las tallas no son solo un número. Reflejan también la manera en la que nos percibimos. Y, si deja de haber tallas para todas, también cambian nuestros hábitos de consumo. Tal y como explican Rebeca Gómez y Elena Devesa, responsables del proyecto WeLoversize, las personas de talla grande se ven obligadas a comprar su ropa en tiendas de moda rápida como Shein, con la que dicen tener cierto conflicto interno por su producción masiva y su baja calidad, pero a la que reconocen como una de las pocas alternativas para encontrar ciertas tallas.  

En TikTok e Instagram han aumentado considerablemente los contenidos que glorifican las delgadez extrema, si no explícitamente (que también), disfrazado de ‘wellness’ y ‘clean eating’. Vemos clavículas y costillas marcadas junto con consejos sobre dietas cada vez más restrictivas que se alejan de la inclusión de cuerpos diversos, que parecen estar en peligro de extinción.

El trend que denunciaba Marina Llorca, una de las grandes referentes en el movimiento body positive, en este reel, nos habla de que la distorsión corporal is here to stay. “Ni gorda ni flaca: complexión media” es el título de este reto que protagonizan jóvenes delgadas o muy delgadas. Es decir, muy lejos de esa supuesta “complexión media”.

midsize o complexion media

La viralización de este tipo de vídeos, sobre todo entre la población adolescente, es la puerta de entrada a trastornos de la conducta alimentaria, así como a problemas graves de autoestima. “El tallaje es un sistema para catalogarnos en el mundo de la moda, pero en el mundo real cada cuerpo es diferente y los habrá más anchos, más estrechos, más tonificados, más voluminosos… por eso hay mujeres con cuerpos distintos que usan la misma talla. No olvidemos que solo es un número que no nos define, no hay nada de malo en tener una talla small, mid o plus”, escribía Llorca como acompañamiento de su reel. 

La obsesión por el deporte

Que hacer ejercicio físico de manera regular es saludable no lo pone en duda nadie. Ahora bien, ¿qué pasa cuando hacer deporte se convierte en una verdadera obsesión? Desde hace unos años –posiblemente a raíz de la pandemia, de la que no sé si salimos mejores pero sí con más ganas de hacer todo–, las redes sociales se han llenado de contenidos a favor de una vida activa en la que hay hueco para todo tipo de actividades: desde el clásico running al entrenamiento funcional, el pilates o la nueva moda del barre.

midsize que es

Hasta aquí todo estupendo: no hay mejor manera de crear adherencia a un hábito saludable que encontrar aquel con el que nos sentimos cómodas. Lo que conecta un poco con la parte tóxica es ese exhibicionismo casi patológico y ese ensalzamiento del no pain no gain. Es decir, no se trata de hacer deporte, sino de hacerlo de forma casi extrema –cuanto más dura es la disciplina, mayor será la hazaña– y, muchas veces, con la idea de competir. 

En esta línea, la influencer zaragozana Teresa Sanz hablaba en este episodio de The Crew Talks, un podcast sobre nutrición, salud y bienestar presentado por el nutricionista y entrenador Alberto Oliveras: “Por culpa de las redes sociales queremos construir primero el tejado y luego la base. Yo tengo muy presente que cada uno tiene su proceso y que las cosas hay que hacerlas de menos a más”, explica cuando se refiere a sus inicios como runner, poniendo el foco en la parte que puede ser inspiradora de grandes atletas en la disciplina que sea: el esfuerzo, el tiempo que dedican, cómo se marcan un objetivo y van a por ello. No en llegar a tener sus cuerpos.

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Además del deporte, gracias a las redes, un buen hábito como puede ser no comer ultraprocesados y priorizar alimentos naturales, tal y como predica el movimiento realfooding, puede convertirse en una verdadera obsesión para muchas personas, especialmente en mujeres, que solemos estar más sensibilizadas en este sentido.

La democratización de la cirugía estética y del Ozempic

Si volvemos a echar la vista atrás, vemos que hasta hace relativamente poco la cirugía estética era una práctica de lujo, reservada solo para celebrities, nada del pueblo llano. Además, pasar por el quirófano para hacerse “unos retoquitos” era casi un tema tabú, nada que llevar por bandera. No solo había que estar perfecta, sino que, además, pareciera que lo eras gracias a un estilo de vida muy concreto, o una buena herencia genética. Sin embargo, la cirugía estética hoy en día es un producto de consumo supuestamente apto para todas las clases sociales. De ahí el auge de la cirugía low cost y sus peligros. 

tipos de cuerpos mujeres

Entre las operaciones más demandadas se encuentran la liposucción y el aumento de pecho, pero también todo aquello que tenga que ver con afinar facciones y eliminar curvas. Tanto es así que muchas mujeres que abrazaron el movimiento Kardashian y pasaron por el quirófano para ensalzar sus glúteos, ahora están pidiendo cita para eliminar cualquier atisbo de voluptuosidad. Como señalan las creadoras de SoyCurvy: “La presión estética es muy astuta y se adapta a cada época. Ahora ya no se vende solo como belleza o perfección, sino como cuidado, bienestar o salud». Pero el verdadero autocuidado ha de ser escucharse, respetarse y tratarse con amor, no forzarte a ser otra persona.

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Otro fenómeno en auge es el de los conocidos como «packs de cirugía postparto», una suerte de combo que incluye todo lo necesario para que, tras haber dado a luz, el cuerpo vuelva a ser el mismo que antes del embarazo. Un refuerzo más de la idea de que la maternidad no debe dejar huellas en el cuerpo femenino.

Y si hablamos de democratización de procedimientos para adelgazar a lo bestia que han superado la celebrity zone tenemos que referirnos al medicamento estrella: el Ozempic. Ya te hemos hablado de él en otras ocasiones: aunque es un fármaco diseñado en origen para tratar la diabetes, algunos rostros conocidos –como el del mismísimo Elon Musk– han popularizado su uso como el “secreto” para perder mucho peso rápidamente.

La gala de los Oscar ha sido la gran pasarela del medicamento y la popularización de la expresión “cara de Ozempic”, que hace referencia a unas características muy concretas que se reflejan en los rostros de quienes han recurrido a la semaglutida para perder peso (y que coinciden, en parte, con los del modelo ‘heroin chic’).

ozempic para adelgazar

La presión estética siempre va a estar ahí, pero también podemos estar nosotras, recordándonos y recordando a otras personas que somos suficientes tal y como somos. La inclusión se construye hablando claro, mostrando diversidad real (no solo la que “vende”), cuestionando los mensajes que nos llegan y creando espacios donde podamos ser libres. No es fácil, porque a veces el ruido es fuerte, pero cada vez que nos miramos con amabilidad, cada vez que decimos “no quiero ser otra, quiero ser yo”, estamos resistiendo y cambiando el discurso.

Lidia Juvanteny y Raquel Carrera, creadoras de @soycurvy 

No es de extrañar que la cara pierda volumen, los ojos se hundan y la piel se vea más apagada e incluso envejecida: lo que hace este fármaco es eliminar la sensación de apetito, por lo que los síntomas son los de la desnutrición. En esta entrevista, la Dra. Ana Revuelta, médica estética y divulgadora científica, explica que como la reducción de grasa es acelerada, “la piel y los tejidos no tienen tiempo suficiente para adaptarse, lo que puede dar una apariencia de envejecimiento prematuro”.

Por cierto, adivinad qué se recomienda para evitar este efecto indeseado. ¿Perder peso de una forma saludable y pautada? Error. Se recomiendan tratamientos estéticos como cremas, sérums y demás, así como rellenos dérmicos, mesoterapia, tratamientos con láser… Es decir, seguir dando bola a la industria de la belleza más tirana y menos inclusiva. 

Para terminar con un sabor un poco más dulce, volvemos a las creadoras de SoyCurvy, que conservan la esperanza de haber recorrido un camino que, a pesar de todo, no tiene vuelta atrás: “La semilla que se plantó sigue viva en muchísimas personas que buscan un diálogo más amable con sus cuerpo. El reto ahora es volver a la raíz: recordarnos que no es una tendencia, sino una forma de habitar el mundo con respeto a todas las corporalidades”. 

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