No tengo una talla S, pero tampoco una XXL: qué significa ser «midsize»
La «talla media» o midsize incluyo las tallas entre la 40 y las 46 o M y XL, es decir, la talla real media europea. ¿De dónde viene este movimiento?
Al universo de la moda le ha costado reconocerlo, pero la mayoría de las mujeres se dan cuenta todos los días en el probador de que sus cuerpos no encajan en las tallas pequeñas ni tampoco en las grandes que fabrican las firmas de moda. Los cuerpos standard están en tierra de nadie y, por suerte, las redes sociales se han encargado de colocarlas en su sitio y luchar contra la desesperación y la frustración que genera no encajar en los patrones.
Te explicamos qué significa el movimiento midsize y qué repercusiones ha tenido esta acción en los grandes grupos de moda, en las redes sociales y en la calle.
Los cuerpos standard están en tierra de nadie y, por suerte, las redes sociales se han encargado de colocarlas en su sitio y luchar contra la desesperación y la frustración que genera no encajar en los patrones.
¿Qué es un cuerpo midsize?
Un cuerpo midsize es un cuerpo normal con una talla media, que no puede definirse ni como delgado ni como gordo, es decir que está in between, ni petit ni oversize, normal y corriente, en España y en el resto del mundo. Cuerpos que corresponden a tallas que van de la 40 a la 46 o de la L a la XL. De hecho, la talla media en nuestro país no es una normativa 38 como todas pensábamos hasta ahora, sino que está, sorprendentemente, entre la 42 y la 44.
Aunque el mercado de la moda se va adaptando poco a poco a la realidad, las mujeres con un cuerpo midsize siguen teniendo muchos problemas para encontrar vestidos, faldas o pantalones a su gusto y que se adapten bien a su cuerpo o para comprar bikinis en los que no se pueden elegir tallas diferentes de la parte de arriba y la de abajo porque la proporción de sus cuerpos no es matemáticamente perfecta.
¿Cómo surgió el movimiento #midsizefashion?
El origen del movimiento midsize hay que buscarlo en las redes sociales, concretamente de Tik Tok, donde muchas mujeres, bajo el hashtag #midsizefashion llevan tiempo reivindicando la normalización de los cuerpos intermedios. La visibilidad es fundamental para que un movimiento funcione y la repercusión de el midsize en redes sociales y medios de comunicación ha sido tal que, en muchos escenarios, la talla inbetween es ya una realidad.
El movimiento midsize es un grito a ese momento frustrante dentro del probador en el que te das cuenta de que los patrones de los tallajes son absurdos, y que la talla más grande en la que se ha confeccionado un pantalón o un bikini corresponde a un cuerpo de top model y la más pequeña está ideada no para mujeres reales, sino para niñas de 13 años.
Gracias a este movimiento, ha surgido una legión de influencers y creadoras de contenidos en redes sociales cuyos cuerpos no son delgados pero tampoco curvy con los que se identifican muchas mujeres de todo el mundo. Por fin es posible tener referentes de moda que tengan cuerpos parecidos a los que se reflejan en el espejo de casa.
El movimiento midsize es un grito a ese momento frustrante dentro del probador en el que te das cuenta de que los patrones de los tallajes son absurdos
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¿Cómo se está adaptando la moda al movimiento midsize?
Ante el ruido estrepitoso del movimiento midsize en redes, la moda prêt-à-porter no ha podido hacer oídos sordos y las marcas se han visto obligadas a ponerse las pilas y a reinventarse, una vez más, siguiendo las consignas del clamor popular para demostrar ser inclusivas. Adaptarse o morir.
Ya llevamos años viviendo intentos de los grandes monstruos de la moda española para acercarse a tallas reales, como cuando Mango lanzó su línea Violeta pensada para mujeres con tallas grandes, tallas especiales o plus size. La idea no estaba mal, y olé por las mujeres curvy que, por fin, tenían la oportunidad de comprar ropa de tendencia a precios razonables. Pero la cuestión es que no es el plan del midsize, porque las chicas jóvenes que visten una talla 40-44 no quieren comprarse ropa en la sección de tallas grandes, quieren comprar en las tiendas normales porque no están gordas ni son señoras mayores.
Pero, más allá de responder al clamor popular y romper moldes, lo que hay detrás de la fabricación y promoción de tallajes midsize para las empresas de retail es el interés en vender más ropa, como es obvio. Y es que, hasta ahora, las tallas demasiado pequeñas terminaban en un rincón de las rebajas o eran carne de outlet después de ser descartadas una y otra vez en el probador por mujeres frustradas.
Las midsize son un nicho de mercado francamente rentable para la moda femenina. Si la talla media de una mujer española es la 42 y la de una mujer europea la 44, ¿por qué no fabricar ropa que se pueda poner la mayoría de sus potenciales compradoras? No era tan difícil.
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Queda muchísimo camino por recorrer, pero nuestro ojo ya está casi entrenado a ver modelos midsize cuando recorremos la web de nuestras tiendas de ropa habituales y, a pie de calle, el abanico de tallajes va, poco a poco, adaptándose a los cuerpos de la mayoría.
Ahora que el mercado de la moda ha entendido que el 90-60-90 de las top model de hace siglos ya se puede desterrar para siempre y que la ropa grande no tiene porque estar tan lejos de las tendencias, desde Bloom reivindicamos un consenso normativo urgente de los tallajes. Por ejemplo, en algunas firmas, una talla 44 se considera una talla grande y en otras la talla 44 entra dentro de los tallajes standard, de manera que no queda claro cuál es una plus size y cuál no.
Que cada marca tenga sus propios patrones, e incluso que dentro de las propias marcas haya un baile tan alucinante de tallajes, genera una gran pérdida de tiempo, de energía y de dinero para muchas mujeres todos los días y además desencadena en problemas de autoestima en muchas de nosotras. Cuidemosnos más.