La infección de orina en el embarazo es un mal muy común: así puedes hacerle frente y proteger tu salud urinaria

Aunque es algo muy habitual, hay que tratarla a tiempo y según la prescripción médica para que no se complique y afecte a tu bienestar y el de tu bebé

julio 19, 2022 Escrito por Isabel Sauras

Redactora de Bloom especializada en salud femenina, cultura y estilo de vida. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid.

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

Las infecciones de orina son súper comunes durante los embarazos y, por lo general, recurrentes. Si se detectan a tiempo, no tienen gran importancia, pero si no se tratan de forma eficaz podrían desencadenar complicaciones tanto para la madre como para el feto. 

En general, las infecciones de orina vienen dadas durante la gestación por cambios hormonales que afectan a nuestro pH vaginal y por el aumento de tamaño del útero, que afecta a la posición de la vejiga y la uretra según evoluciona el embarazo. Pero, además, si eres propensa a las infecciones de orina tienes todas las papeletas para pasar por este trance en algún momento de los 9 meses antes del parto. 

No siempre es posible evitar las infecciones de orina, aunque hay algunos tips que pueden servirte para minimizar los riesgos y para sobrellevar los síntomas. ¡Allá vamos!

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¿Por qué se produce la infección de orina en el embarazo y cómo puedo evitarla?

Ya sabemos que la infección de orina es un mal que acompaña a muchas mujeres a lo largo de su vida, pero, en el embarazo, el riesgo de sufrir infección renal aumenta considerablemente. Como decíamos antes, una de las causas es el cambio del pH de la vagina. Pero, también, porque el aumento de tamaño del útero hace que la orina no fluya con normalidad, impidiendo que la vejiga se vacíe del todo.

Conservar la vejiga llena de orina es un caldo de cultivo perfecto para los gérmenes que causan las infecciones del tracto urinario. De entre todas las bacterias, la que causa más infecciones de orina durante el embarazo es la bacteria Escherichia coli (E. Coli).

En la gestación pueden producirse tres tipos de infecciones urinarias: 

  • Bacteriuria asintomática. Como su nombre indica, no provoca ningún síntoma, pero debe tratarse de igual manera para evitar complicaciones. 
  • Cistitis. Presenta síntomas muy claros y suele desaparecer con un tratamiento antibiótico.
  • Pielonefritis aguda. Es la más grave porque afecta a las vías excretoras urinarias altas y del parénquima renal. Suele aparecer en el tercer trimestre del embarazo y lo normal es que sea consecuencia de una infección mal curada. Requiere casi siempre de ingreso hospitalario.
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Aquí van algunos consejos útiles para evitar las infecciones de orina en el embarazo

  • Bebe mucha agua

    Lo recomendable sería tomar alrededor de dos litros diarios para mantener los riñones a pleno rendimiento.

  • No te aguantes las ganas de orinar

    Es un rollo, sí, pero todas las veces que sientas que tienes ganas de hacer pis, hazlo. Parece una obviedad, pero no siempre hacemos caso a nuestro cuerpo, ¡escuchémoslo!

  • Incluye en tu dieta frutos rojos

    Sus propiedades ayudan a prevenir problemas urinarios y también a mejorar los síntomas en caso de infección. 

¿Qué síntomas presenta la infección de orina en el embarazo?

Las infecciones de orina pueden ser muy incómodas y dolorosas, pero también pueden ser del todo asintomáticas o presentar síntomas poco reconocibles. En el caso del embarazo , aún se complica más identificar las señales porque muchas de ellas se confunden con los síntomas propios de la gestación. Por suerte, los controles rutinarios sirven también para detectar estas infecciones.

En general, estos son los síntomas que presentan las infecciones de orina en el embarazo:

  • Dolor al hacer pis y dificultades para orinar en general
  • Olor fuerte en la orina
  • Orina turbia e incluso con algo de sangre
  • Dolor en la parte baja del abdomen
  • Dolor o molestia lumbar en la zona de los riñones
  • Contracciones, como dolor de regla
  • Fiebre o febrícula

¿Cómo tratar la infección de orina cuando estás embarazada?

Mejor prevenir que curar, está claro. A la más mínima molestia o sospecha de que tienes una infección de orina, lo mejor es acudir a tu médico o médica y no automedicarte. 

En general, en el caso de las infecciones de orina se hace necesario tomar antibiótico. Tu especialista decidirá qué medicamento es el que más te conviene según el tipo de infección de orina que tengas y el tipo de bacteria que te haya afectado.

Si tu médico te ha recetado antibióticos, es importante que seas meticulosa y sigas al pie de la letra todo el tratamiento para acabar con los bichitos. Es fundamental no dejar los antibióticos a medias aunque los síntomas hayan remitido y ya te encuentres mejor. El uso de probióticos es muy recomendable para contrarrestar el efecto de los antibióticos durante el embarazo, ¡toma nota!

No te mediques por tu cuenta, ni siquiera con productos naturales, porque pueden no ser los adecuados para tu caso. Consulta siempre a tu médico especialista antes de iniciar cualquier tratamiento cuando estés embarazada. 

Ten en cuenta que, casi siempre, las infecciones de orina son reincidentes y te puedes encontrar con varias a lo largo de todo el embarazo. En caso de ser una situación continua, puede que te receten un tratamiento preventivo durante los meses que dure la gestación e incluso hasta después del parto.

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Posibles consecuencias de una infección de orina durante la gestación

Una infección de orina mal curada o no tratada a tiempo puede resultar en complicaciones para la madre y para el feto. Es importante tomárselas en serio, incluso aunque los síntomas sean leves o inexistentes. El tratamiento que te recomiende tu médico será eficaz para curarte y respetará el bienestar del bebé.

¿Qué podría pasar si se complica? Principalmente, que la infección se convierta en una infección aguda de riñones o en una pielonefritis, lo que podría impedir el crecimiento normal del útero. También podría traducirse en contracciones que desencadenaran un parto prematuro, pero ¡recuerda! solo en casos puntuales y excepcionales. Antes de llegar ahí hay muchas señales de alerta, síntomas que detectar y controles rutinarios para comprobar que tú bebé y tú estáis genial. Keep calm!

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