Lo que nos queda por aprender del VIH y el SIDA

El VIH y SIDA es una pandemia silenciosa plagada de prejuicios que solo se vencen con información. ¡Te ayudamos a derribarlos en Bloom!

diciembre 1, 2020 Escrito por Andrea Aznar

Directora editorial de Bloom

Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.

2020 nos ha enseñado cómo es vivir con un virus, el Covid-19, sin embargo, hay otra pandemia de fondo que lleva con nosotros más de 30 años (y afecta a 38 millones de personas en el mundo según ONUAIDS) sobre la que muchos aun no tenemos una idea clara: el VIH, virus de inmunodeficiencia humana y el SIDA, Síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

Aunque esta enfermedad ha sido un estigma para quien la padece, una señal que indicaba comportamientos poco morales, hoy en día es menos mortal, menos «underground» y se trata con antirretrovirales, permitiendo que los seropositivos puedan vivir con él como enfermos crónicos llevando vida normal. Por eso son tan importantes el diagnóstico, la prevención y la información, para erradicar los juicios moralistas que se asocian con el VIH y el SIDA. En el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, dedicamos un capítulo a esta enfermedad. Porque sí, nosotras también estamos expuestas a ella.

¿Qué es el sida? Diferencia entre VIH y SIDA

Lo primero que debemos entender es que VIH y SIDA no son lo mismo. El primero es el virus de inmunodeficiencia humana, que como su propio nombre indica daña el sistema inmunitario del cuerpo debilitando nuestro organismo e impidiendo que este combata infecciones y enfermedades. El SIDA, o síndrome de inmunideficiencia adquirida es un estadio avanzado de la infección que causa el VIH.

SIDA qué es

¿Esto significa que todo el que contrae el VIH tiene SIDA? No, ser portador de VIH no es lo mismo que tener SIDA, aunque si el virus no se trata podría desembocar en esta complicación.

Un infectado de VIH puede recurrir a los medicamentos antirretrovirales para rebajar el poder del virus. El SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, llega cuando el VIH no se trata. Este va a debilitado el sistema inmunitario durante largo tiempo, entre 8 y 10 años, y termina provocando un daño severo que deja a los pacientes expuestos a cualquier enfermedad que para ellos puede ser grave.

¿Cómo se contagia el SIDA?

El SIDA no se contagia, se contagia el virus VIH. Aunque la enfermedad se asocia a homosexuales, drogadictos o gente dada a la «mala vida», no es así. STOP prejuicios que además hacen daño a colectivos vulnerables.

El VIH entra en el catálogo de ITS y ETS, como la clamidia, y se contagia indistintamente a mujeres y hombres por contacto sexual: sexo vaginal, anal, oral… Esta es la vía más común y en los últimos años los contagios en relaciones heterosexuales han crecido. También puede contagiarse el VIH al compartir una aguja o jeringuilla contaminada o pasar de madre a hijo tanto en el embarazo como a través de la leche materna.

Aun así, por ejemplo, en el caso de tener relaciones sin preservativo con un seropositivo, las probabilidades de infectarse son bajas. En el sexo anal sin condón hay un 1,3% de posibilidad de infectar a la otra persona, pero en el sexo vaginal esta cifra desciende hasta el 0,08% de probabilidades y en el sexo oral las opciones son aun más bajas.

Quien se trata tiene una carga viral muy reducida, pero hay todavía muchas personas que por miedo al qué dirán no se hacen pruebas para saber si son seropositivas. Y al no tratar el VIH crece el problema, los casos, los contagios…

¿Cómo saber si tienes SIDA? Síntomas del VIH y del SIDA:

Es complicado, pero ante la sospecha, lo mejor es acudir al médico y comentarle la situación. Hay veces que quien se contagia pasa una especie de gripe cuatro semanas después de contraer el virus. Hay otra gente que empieza a tener síntomas: dolor muscular, fiebre, dolor de cabeza, llagas en la boca, pérdida de peso

Por supuesto, a medida que el virus se va extendiendo y destruyendo células a su paso, los síntomas van cambiando. Si ya hay un daño grave, el SIDA aparece y con él la fiebre recurrente, la diarrea crónica, la debilidad… Y junto a este bajón en tu cuerpo, llegan enfermedades que para una persona sana no son graves pero para un paciente con SIDA son muy peligrosas porque agravan su pronóstico. La tuberculosis es una de ellas, principal causa de muerte en países de Asia y África entre personas que padecen esta condición.

¿Hay cura para el sida y el VIH? Opciones de tratamiento

El VIH tiene un tratamiento que rebaja el poder del virus, evitando que este llegue a deprimir las defensas. Son los antirretrovirales y se toman en pastilla, de forma similar a los diabéticos. Este tratamiento sencillo se administra en la mayor parte de los países desarrollados y permite llevar una vida normal. Eso sí, sin ellos, pasados los años el VIH  va minando el sistema.

Ser seropositivo ya no es sinónimo de muerte en la mayoría de países occidentales, ya que cerca del 79% de los infectados tiene la carga viral suprimida, o lo que es lo mismo, aunque tiene el virus, casi no actúa en su cuerpo y es incluso complicado de encontrar en la sangre o en el semen.

Vacuna frente al SIDA

No, no hay vacuna frente al SIDA, y esto es uno de los 10 objetivos que la ONU se propuso para 2020 y que no ha logrado cumplir. Aunque no ha visto la luz, la vacuna del SIDA lleva años de trabajo en diferentes laboratorios, incluso parte de la investigación ha servido para aprender sobre la vacuna de la COVID.

Esto no implica que no haya progreso: existen varias líneas de actuación, por ejemplo, en África se prueba una vacuna bimensual que protege a mujeres del virus. Y justo en 2020 ha finalizado el programa EAVI2020 para avanzar en una vacuna que se pueda llevar a ensayos clínicos en personas.

¿Cómo prevenir el SIDA y VIH?

VIH como se contagia

La OMS alerta del riesgo del aumento de casos de contagio de VIH en jóvenes. Los motivos podrían estar relacionados a la sensación de inmunidad ante las ETS en el momento de iniciarse en el sexo. El VIH quizá se percibe como algo del pasado, o como una enfermedad que castiga a quienes tienen “moral dudosa”, pero no es así. Este virus inmunodeficiente está más presente de lo que pensamos y quien lo contrae no tiene la culpa ni está siendo castigado por sus actos.

Lo más efectivo para evitar los contagios es tener sexo con protección. Escoge los anticonceptivos de barrera que protejan de las ETS (que pueden presentar los síntomas más variados, desde algunos similares a los del VIH a otros como el picor en labios genitales y ano), más cuando no se conoce a la pareja con la que te vas a acostar. Por supuesto, no compartas cuchillas de depilar, agujas, jeringuillas, ni ningún instrumento que vaya por vía sanguínea. Y por último, algo clave es hacerse pruebas. Es importante tener tu historial de ETS y enfermedades víricas, algo que se consigue con un análisis de sangre.

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Ante la duda o ante el riesgo, es importante hacerse una prueba. ¿Por qué? Porque así conoces tu estado, puedes avisar a tus parejas sexuales e, incluso más esencial para ti, puedes recibir tratamiento, algo habitual como venimos diciendo a lo largo del artículo. Es importante no esconder la cabeza en la tierra y dejar pasar el asunto, porque una persona infectada de VIH debe tratarse para mantener su vida normal y que esta condición no termine siendo letal.


Cuando dejemos de ver el SIDA como un castigo asociado a la perversión, el estigma dejará de caer sobre las cabezas de aquellos y aquellas que cada día se contagian sin haber hecho nada extraordinario para ello. Por eso el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA sigue siendo necesario para visibilizar, reivindicar, concienciar, aprender y abrir camino a una conversación que, por desgracia, no ha terminado de momento.

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