Tipos de familias: la importancia de educar en la diversidad desde lo cotidiano
Nucleares, monoparentales, sin hijos, homoparentales, de acogida… El concepto clásico de familia ha cambiado mucho y, hoy, la diversidad es la norma
Escrito por Isabel Sauras
Redactora de Bloom especializada en salud femenina, cultura y estilo de vida. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
Revisado por el equipo de expertas de Bloom, plataforma especializada en salud femenina.
La sociedad es cambiante y el concepto de familia actual no tiene nada que ver con el estándar que asumían nuestros abuelos o nuestros padres. Hoy estamos rodeadas de tipos de familias que rompen con el concepto tradicional de hogar, pero que son perfectamente válidas y encuentran su lugar en la sociedad.
Las familias nucleares compuestas por un padre, una madre y los hijos o hijas todavía representan la normalidad (si es que podemos hablar de «lo normal» en lo que a familias respecta), pero, al mismo tiempo, coexisten diversos tipos de estructuras familiares. Los tiempos cambian y la manera de entender las familias también.
Para los padres, conseguir que nuestros hijos crezcan en la tolerancia y el respeto y asuman con normalidad la diversidad, vengan del tipo de familia que vengan, es un reto. Sin embargo, como en la mayoría de los casos, educar a los hijos es un ejercicio magnífico de reflexión para los padres y una oportunidad estupenda para aprender y evolucionar a mejor.
¿Cuántos tipos de familias existen?
A priori, una familia es un conjunto de personas emparentadas de alguna forma que conviven en el mismo hogar y forman un conjunto, pero lo cierto es que no se puede acotar lo que implica ser una familia porque, en realidad, es un concepto completamente heterogéneo y flexible y, sobre todo, porque es algo muy personal. Hay amigos que son familia y parientes con los que no se tiene, ni se quiere tener, una relación estrecha.
Por eso, aunque tratemos de explicar cuáles son los tipos de familias que coexisten en la sociedad, la realidad es que hay muchas que se salen del marco. Aún así, te contamos cuáles son los tipos de familias más comunes hoy en día:
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Familia nuclear
Es lo que llamamos familia tradicional, es decir, biparental con hijos.
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Familia sin hijos
Una pareja que convive y no tiene hijos.
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Familia de padres separados
Los padres no conviven y, sin embargo, siguen formando un núcleo familiar junto a sus hijos.
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Familia homoparental
Dos padres o dos madres homosexuales con o sin hijos.
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Familia de acogida
Familias que acogen temporalmente a niños para que formen parte de su familia.
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Familia adoptiva
Hijos adoptivos que han entrado a formar parte de un núcleo familiar.
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Familia extensa
En las familias extensas, conviven con el núcleo familiar otras personas cercanas, formando un núcleo heterogéneo.
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No se puede acotar lo que implica ser una familia porque, en realidad, es un concepto completamente heterogéneo y flexible y, sobre todo, porque es algo muy personal.
Familias nucleares versus familias diversas
Al contrario que los adultos, los niños tienen una capacidad alucinante para adaptarse a las circunstancias. No importa el tipo de familia en el que un niño crezca siempre y cuando su núcleo le brinde la estabilidad y la seguridad que necesita para crecer y desarrollarse.
En términos de familia, la sociedad ha evolucionado muchísimo: nos encontramos con familias de todas las formas y composiciones y, sin embargo, el sentido de familia no ha cambiado tanto desde nuestros antepasados.
Los adultos siguen siendo responsables de los niños y los niños necesitan un contexto organizado y estable en el que aprender a vivir en sociedad con referentes claros, cariño y seguridad. Vivir en familia es una necesidad y la falta de este entorno favorable repercute seriamente en el desarrollo de los niños y en su tipo de apego.
Ahora bien, para que el entorno sea estable, no es necesario que los niños crezcan en una familia nuclear en la que el padre es el referente masculino y la madre es el referente femenino. De hecho, hay muchísimas familias nucleares que no son el entorno idóneo para crecer por sus dinámicas internas. Cualquier familia, independientemente de su estructura, es un buen lugar para crecer en armonía, siempre y cuando el bienestar emocional y físico de los hijos sea la prioridad.
Muchas veces estas familias «menos comunes» no tienen un espejo en el que mirarse, por lo que aprenden sobre la marcha a definir su concepto de familia y se encuentran con dificultades para encajar en la sociedad. Aun así, querer es poder y no es un secreto que, casi siempre, la normalidad está sobrevalorada.
No importa el tipo de familia en el que un niño crezca siempre y cuando su núcleo familiar le brinde la estabilidad y la seguridad que necesita para crecer y desarrollarse.
¿Cómo enseñar a nuestros hijos la diversidad desde lo cotidiano?
Hasta hace unos años, los tipos de familias diversas eran rara avis, casi nadie conocía a alguien que tuviera una estructura familiar distinta del estándar y menos en localidades pequeñas o pueblos de pocos habitantes. Pero ahora mismo estamos muy familiarizadas con la diversidad en su más amplio sentido: de razas, de culturas, de sexo y también de estructuras familiares. Por eso es tan importante que el respeto a los demás, la inclusividad y la tolerancia sean las bases sobre las que se asiente la educación de nuestros hijos.
Evidentemente, los niños que viven en uno de los tipos de familias diversas asumen como normal lo que ocurre en su casa y no se plantean la posibilidad de que su entorno familiar raro. Pero en el colegio o en el parque se relacionan con otros niños y es entonces cuando surgen las preguntas.
Depende de los padres explicarles desde el afecto y la comprensión por qué su familia es diferente a las demás en el aspecto estructural, pero exactamente igual en otros aspectos mucho más importantes como el amor, el cuidado, la educación y el concepto de hogar.
Por otro lado, los niños que nacen en una familia nuclear también se hacen preguntas, y es tarea de los padres hacerles entender, desde muy pequeños, que su normalidad no es la única y que nadie es mejor o peor por ser diferente o por vivir en una familia diversa.
El problema del rechazo a lo diferente se hace especialmente difícil y preocupante cuando hablamos de la adolescencia y la juventud. Eduquemos en la tolerancia para que los adultos del futuro sean capaces de convivir mejor.
Los hijos suelen ser un reflejo de sus padres, para lo bueno y para lo malo. Escuchan nuestras conversaciones e imitan nuestros comportamientos en las pequeñas cosas y en las grandes. Así que el ejercicio de tolerancia no empieza en nuestros hijos, sino en nosotros mismos y en nuestro comportamiento en la sociedad.
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